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Reportaje

Cuatro Ciénegas en peligro de extinción

El humedal, el más grande e importante del norte del país, se seca a pasos agigantados ante la extracción desmedida de agua para uso agrícola.

Algunas de las 200 pozas de Cuatro Ciénegas. Imagen: David Jaramillo

Algunas de las 200 pozas de Cuatro Ciénegas. Imagen: David Jaramillo

SERGIO A. RODRÍGUEZ

Valeria Souza, científica mexicana de trayectoria internacional que dedicó 23 años de su vida a investigar en Cuatro Ciénegas la vida microbiana única en el mundo, recogió en junio pasado todas sus pertenencias y se marchó de ahí. El humedal de este lugar se está secando por la sobreexplotación del agua y ella no quiere ser testigo de la muerte de todo un ecosistema biológico que muestra la evolución de la vida desde la prehistoria.

En 1999, invitada por el científico estadounidense Wendell L. Minckley, la mexicana doctora en ecología e investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Valeria Souza Saldívar, llegó a Cuatro Ciénegas, un singular oasis con una sorprendente cantidad de cuerpos de agua, enclavado en el centro geográfico de Coahuila.

Polvoriento y conocido por sus fuertes vientos, el minúsculo y caluroso pueblo (de entonces poco menos de 12 mil 150 habitantes), donde nació Venustiano Carranza, no ofrecía muchas opciones para hospedarse, pero tenía un atractivo poco común: manantiales de cristalina agua asentados sobre fondos ricos en microorganismos prehistóricos, fina arena blanca y escenarios surrealistas, como playas en medio del desierto y cuerpos de agua con colores sorprendentes; además de plantas, peces y tortugas de agua y de tierra endémicos.

El lugar, en la zona central de Coahuila, se encuentra en una longitud de 1020400 y una latitud de 265909 grados, y alguna vez fue fondo marino. Es parte del Desierto de Chihuahua, uno de los más grandes del mundo.

La riqueza microbiológica y su estancamiento evolutivo cautivó a la científica de entonces 41 años de edad, quien se dedicó a investigar y documentar todo lo que encontró en este sitio, al que llamaría “laboratorio vivo” y “tesoro de la vida”.

El mismo año de su llegada a este pequeño punto del noreste de México, participó en un proyecto de la National Aeronautics and Space Administration (NASA, por sus siglas en inglés) que tuvo como objetivo el estudio de comunidades bacterianas de Cuatro Ciénegas.

Así descubrió una versión real, pero en escala microscópica, de la novela El Mundo Perdido, del escritor Arthur Conan Doyle. En su libro, el autor escocés narra la historia de una expedición que encuentra un lugar donde la evolución se detuvo y animales prehistóricos, como los dinosaurios, siguen vivos.

En el caso de la expedición de los científicos de la NASA y de la doctora de la UNAM, fue un pequeño mundo lleno de microorganismos vivos que no evolucionaron, de una amplia biodiversidad microbiana y microbacteriana, de especies que se creían desaparecidas y otras en espera de ser descubiertas. En este lugar quedó atrapado el pasado marino.

Su primer encuentro con microorganismos fue una comunidad de pequeños caracoles marinos que brotaban del fondo de un manantial, a unos 600 kilómetros de la costa marítima más cercana y a 735 metros sobre el nivel del mar.

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Imagen: David Jaramillo

Antes que Souza llegara, Wendell L. Minckley ya había identificado muchas especies hasta entonces desconocidas de peces, tortugas y caracolitos, hoy considerados fósiles vivientes.

La teoría formada es que lo que hoy es conocido como Cuatro Ciénegas, antes era mar; y que con el movimiento de Pangea (cuerpo de tierra que existía antes de que los continentes se separaran), hace 200 millones de años, algunas capas tectónicas subieron y empujaron el lecho marino hasta dejarlo fuera de la masa de tierra, encapsulando vivo al ecosistema prehistórico más sorprendente del mundo.

En este lugar del planeta hay contadas 200 pozas, más de 70 especies de animales y plantas endémicas, y una biodiversidad única.

¿QUIÉN ES VALERIA SOUZA?

El nombre completo de la doctora Souza es casi tan largo como los años que ha dedicado a investigar las causas de la biodiversidad en microorganismos y sus procesos evolutivos: Valeria Ana Francisca Eugenia Leopoldina de María de Guadalupe Souza Saldívar. Nació en Ciudad de México el 28 de abril de 1958. Obtuvo su título como licenciada en biología y una maestría en la UNAM. El doctorado lo realizó en el Centro de Ecología de la misma casa de estudios.

En Irvine, California, hizo una estancia postdoctoral en el Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de California. Posteriormente realizó una segunda estancia en el Centro de Ecología Microbiana de la Universidad Estatal de Michigan, también en Estados Unidos.

Fue secretaria académica del Instituto de Ecología de 2005 a 2008; participó como miembro de la Comisión Dictaminadora de Biología de la Facultad de Ciencias de 2006 a 2008, y es profesora adjunta en la Universidad de Houston, Texas, desde el 2005.

Es académica y científica investigadora titular “C” de tiempo completo en el Instituto de Ecología de la UNAM, investigadora nivel III en el Sistema Nacional de Investigadores y tiene el nivel D en el Programa de Primas al Desempeño del Personal Académico de Tiempo Completo de la UNAM.

Fue reconocida en 2006 con el galardón Sor Juana Inés de la Cruz que otorga la universidad, y con el premio Nacional de Conservación por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). En 2010 recibió el premio Por Amor al Planeta, de Volkswagen, y en 2016 la Medalla al Mérito Profesional del Biólogo, por el Colegio de Biólogos de México.

En octubre de 2019, la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias (AAAS, por sus siglas en inglés) la recibió como miembro internacional honorario, particularmente por sus aportaciones a los conocimientos de biología evolutiva y de poblaciones y ecología.

Como académica ha escrito más de 100 artículos para revistas científicas, 18 capítulos para libros de especialidad y dos libros coeditados.

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La doctora Valeria Souza y su esposo, el doctor Luis Eguiarte, quienes dedicaron 23 años de su vida a investigar en Cuatro Ciénegas la vida microbiana. Imagen: David Jaramillo

ZONA PROTEGIDA

El Instituto Nacional de Cambio Climático, dependencia federal, publicó el 11 de agosto de 2016 un análisis de las variaciones en el nivel y las temperaturas de los principales cuerpos de agua en el oasis de Cuatro Ciénegas.

El documento señala que el área es extremadamente desértica y presenta lluvias de verano con una precipitación anual inferior a 400 milímetros. El valle es salitroso y plano, con algunas colinas bajas y una importante área de dunas de yeso. Además, sus montañas alcanzan hasta mil 900 metros sobre el nivel del mar.

El complejo hidrológico está constituido por alrededor de 200 manantiales interconectados, formando lagunas, pozas, ríos, riachuelos y pantanos de diferentes extensiones, de hasta 600 metros de diámetro.

Cuatro Ciénegas, por sus características biológicas y culturales, es considerada de gran importancia para la humanidad y tiene la calificación de sitio Ramsar (humedal de relevancia internacional). El informe del gobierno federal señala que la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) lo incluyó entre los sitios prioritarios para la conservación.

Refiere que también, dentro de las Ecoregiones Prioritarias para la Conservación, pautadas por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), el valle es una zona importante del Desierto de Chihuahua.

Pero se encuentra dentro del acuífero BravoConchos, enclavado en medio de otros dos valles, el Calaveras y El Hundido. Estos proveen agua para el cultivo de forrajes como la alfalfa.

El Gobierno Federal, el 7 de noviembre de 1994, decretó el área natural como protegida. Tiene una superficie de aproximadamente 150 mil kilómetros cuadrados, a 735 metros sobre el nivel del mar. Casi 13 años después, el 23 de abril de 2007, se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el decreto de veda del acuífero El Hundido, que prohíbe emitir nuevos permisos para la extracción de agua del subsuelo dentro del territorio de Cuatro Ciénegas.

Esto se debe a que existe la teoría de que los mantos acuíferos de los tres valles están conectados. Ese debate no se ha resuelto, por lo que existe la preocupación entre la comunidad académica de que la extracción de agua en el Valle El Hundido pueda poner en riesgo a los manantiales del Área Natural Protegida, y con ello a la memoria biológica viviente de los microsistemas estudiados por la científica de la UNAM.

SE SECA LA LAGUNA MÁS GRANDE DE CUATRO CIÉNEGAS

En junio de 2006, el cuerpo de agua más extenso de la zona protegida, la Laguna Churince, prácticamente desapareció en un intervalo de dos meses, coincidiendo con la apertura de una serie de pozos en el vecino Valle El Hundido.

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Valeria Souza en la ya seca Laguna Churince. Imagen: Facebook/Crónicas de Cuatro Ciénegas

En febrero de 2007, la laguna se había recuperado parcialmente, por lo que su monitoreo fue fundamental. Sin embargo, en 2016 el espejo de agua se secó de manera irremediable. Antes había desaparecido la Poza de Nuevo Atalaya.

Valeria Souza había advertido desde el año 2000 sobre la disminución paulatina del nivel de agua en Churince. Durante 16 años realizó trabajo científico sobre los ecosistemas microbianos hasta que éstos murieron, junto con las tortugas y peces que habitaban la laguna.

En 2019, las autoridades de Coahuila y del municipio solicitaron al gobierno federal un plan de recuperación de los humedales de Cuatro Ciénegas, ante el peligro de su desaparición.

Para la secretaria de Medio Ambiente del estado, Eglantina Canales, la disminución de los manantiales que alimentaban las pozas, ríos y lagos se debe, más que a la explotación de los mantos acuíferos de Cuatro Ciénegas, a la sobreexplotación de los valles vecinos.

La funcionaria estatal hizo esas declaraciones a principios de julio del presente año, y confirmó que el nivel de la Poza La Becerra, rica en estromatolitos (microfósiles) y una de las más emblemáticas de Cuatro Ciénegas, registró una reducción de aproximadamente dos metros.

Los cultivos circundantes de alfalfa, maíz y nogal son los que tienen un impacto mayor en esta área por la ingente cantidad de agua que necesitan. La alfalfa se utiliza como forraje para el ganado vacuno destinado a la producción industrial de leche en la región Laguna, al poniente de Coahuila.

Canales advirtió que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) debe intervenir, pues la sobreexplotación se mantiene desde hace cuatro años.

SACA SALADA Y EL CONFLICTO ENTRE AMBIENTALISTAS Y CAMPESINOS

La explotación del manto acuífero de Cuatro Ciénegas inició desde 1900 con el gobierno de Porfirio Díaz. Para activar la agricultura y la ganadería ordenó que se abriera un canal sobre la tierra, de más de 80 kilómetros de largo, para llevar el agua hasta la comunidad rural de La Cruz, en el actual municipio de Frontera.

Del líquido que se extraía del valle sólo llegaba el 10 por ciento, ya que la mayor parte se perdía filtrándose en la tierra o se evaporaba por el calor.

Tan insuficiente era el caudal de Saca Salada, como se le llamó al arroyo artificial, que los vecinos de La Cruz se enfrentaron entre sí en 1934 y varios campesinos murieron. La comunidad se dividió en dos y así nació el ejido 8 de Enero, el cual obtuvo la licencia para aprovecharlo.

36 años después, el presidente Luis Echeverría ordenó que el canal fuera más profundo para llevar más agua, aumentando la sobreexplotación del vital elemento necesario para los campesinos, quienes viven en comunidades rurales secas.

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Canal Saca Salada. Imagen: David Jaramillo

Jaime Gudiño Zárate, director del área de Infraestructura Hidroagrícola de la Conagua en la Cuenca del Río Bravo, afirmó que la dependencia que representa ha tratado de intervenir como mediadora en el conflicto socioambiental entre conservacionistas ambientales y ejidatarios por las aguas de Saca Salada, en el sentido de que cualquier aprovechamiento se debe hacer de manera regulada y con apego a la normatividad establecida.

El conflicto se derivó de que un grupo de ambientalistas cerró una de las secciones del canal. Gudiño Zárate dijo que “desafortunadamente”, los activistas no siguieron los protocolos adecuados, pues omitieron solicitar una autorización ante la Conagua. Según el funcionario, con trabajos de rehabilitación y de tecnificación de los canales se puede rescatar bastante volumen de agua, lo que permitiría una disminución en la extracción de los humedales de Cuatro Ciénegas.

Conagua proyectó revestir 75 de los 80 kilómetros del canal, pero detuvo los trabajos en 2012 y sólo se entubaron 25 kilómetros con PVC hidráulico antes de suspender la obra. Supuestamente el paro se debió a que la Comisión Nacional de Áreas Protegidas y la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) les prohibieron continuar por el impacto ambiental en la zona, aunque aún se busca un acuerdo para seguir con los trabajos en el área seca del valle de Cuatro Ciénegas.

Por otro lado, Gudiño Zárate afirma que es falso que se estén perdiendo entre 80 y 90 millones de metros cúbicos de agua al año por Saca Salada. El desperdicio, asegura, no llega a 30 millones, lo que no deja de representar una gran cantidad de líquido.

Conagua está trabajando sobre un reglamento para detener la sobreexplotación y empezar a buscar la recuperación del acuífero. Actualmente se encuentra en la etapa de reinspección y determinación de los derechos de cada uno de los cuerpos líquidos detectados.

Pero no sólo Saca Salada está quitándole agua al valle, sino también un nuevo problema geológico: investigaciones han demostrado que se están formando grietas en el desierto, conocidas como abras, por donde se pierde la humedad del subsuelo. Este fenómeno debe ser más investigado para establecer qué tan grave es su impacto y si existe algún modo de revertirlo o detenerlo.

ECOTURISMO, SOSTÉN ECONÓMICO DE CUATRO CIÉNEGAS

Entre los atractivos ecoturísticos de Cuatro Ciénegas, elevado a rango de Pueblo Mágico, está Las Playitas. Este espacio fue cerrado al público en 2004, afectado por la gran cantidad de visitantes y su falta de consciencia ambiental, así como por las situaciones legales relacionadas con la propiedad del predio.

Arreglado el problema jurídico, el gobierno, empresarios y organizaciones buscan que este destino sea seguro tanto para la flora y la fauna endémicas, como para las personas que lo visitan. Para lograr esto, se tiene controlada la cantidad de visitantes por día y se cuenta con los permisos medioambientales necesarios.

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Las Playitas. Imagen: Sergio A. Rodríguez

Las Playitas está en un terreno de mil hectáreas de superficie y su poza abarca kilómetro y medio de diámetro, lo que equivale a alrededor de 200 hectáreas. Es importante mencionar que no es una playa común y corriente.

Se trata de un proyecto que busca generar un ecoturismo consciente. Por ello, no se permite nadar en las aguas, pero se puede participar de actividades recreativas como remar en kayak y ser testigo de las maravillas del desierto.

La llegada de Valeria Souza coincidió con una nueva visión de turismo que nació en Monclova, a poco más de 80 kilómetros al oriente de Cuatro Ciénegas.

Antes del año 2000, algunas pozas, como La Becerra, eran tradicionales balnearios para visitantes regionales; aunque la vocación del pequeño municipio donde nació Venustiano Carranza era original y primordialmente ganadera y, en menor grado, minera.

Doris Garza Lugo, directora de Fomento Económico y Turismo del Ayuntamiento, explicó que en la ciudad acerera de Monclova, los empresarios hoteleros idearon promocionar a Cuatro Ciénegas como un destino turístico de “playa y mar” en medio del desierto. En este humedal, considerado el más grande e importante del norte del país, no se respetaban reglamentos ecológicos ni las normas de protección ambiental.

Ese descuido fue cambiando de manera paulatina con los descubrimientos y publicaciones de la bióloga llegada de la UNAM. Entonces comenzaron a aplicarse las normas de cuidados del valle, con base en el decreto emitido durante la administración de Carlos Salinas de Gortari el 7 de noviembre de 1994, en el que se declaró a Cuatro Ciénegas como zona natural protegida.

Las pozas fueron declaradas áreas de investigación y se impidió el ingreso de nadadores a ellas. El único lugar donde se permite sumergirse es en el río Mezquites.

Actualmente la comunidad vive del turismo, su principal actividad económica. Sin embargo, este 2023, la Secretaría de Turismo de Coahuila estima que el pueblo mágico cerrará el año con alrededor de 180 mil visitantes, un 25 por ciento menos que en los dos años anteriores.

La directora de Turismo y Pueblos Mágicos del gobierno de Coahuila para la Región Desértica, Yolanda Cantú Moncada, informó que se calcula una derrama económica total de 300 millones de pesos para este ciclo fiscal. La cifra es buena, aunque considera que pudo ser mejor.

Señaló que Cuatro Ciénegas debe buscar nuevos productos qué ofrecer para promoverse en el exterior y atraer más ecoturistas. Los principales visitantes del Pueblo Mágico proceden de Monterrey, Monclova, Torreón y Estado de México y, en menor cantidad, de Estados Unidos y otros países.

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Dunas de yeso. Imagen: David Jaramillo

A 23 años de la llegada de Souza Saldívar, la comunidad de 13 mil 500 habitantes cuenta con 30 hoteles, además de casas, quintas y haciendas que ofrecen hospedaje.

La promotora de turismo del estado, al igual que la municipal y la industria hotelera local, promueven como puntos de interés la Casa de la Cultura, el Museo Carranza, la Presidencia Municipal, la parroquia San José, la plaza Zaragoza, la plaza de toros, Las Playitas, la Poza Azul, el río San Marcos (también conocido como Mezquites), las dunas de yeso, el área vitivinícola, la Sierra de San Marcos y las minas de mármol. Sin embargo, si se secara el humedal, moriría también el turismo del pueblo mágico.

EL RESCATE DE LA BURBUJA ECOLÓGICA

Organizaciones no gubernamentales y autoridades de los tres órdenes de gobierno, así como productores rurales que usan el agua que se extrae para la agricultura, buscan una solución que beneficie a todos y salve la burbuja biológica que es el valle de Cuatro Ciénegas.

Joana Garza Herrera, miembro de la organización no gubernamental Sociedad de Autonomía para la Gestión Ambiental y Social (SAGAS) A.C. explicó que se buscan estrategias porque, de fracasar, todos los involucrados se quedarán sin agua, ya que se extrae más líquido del que recuperan los mantos friáticos de manera natural.

Recientemente se realizó un evento donde se lanzó una declaratoria para rescatar los humedales. El acuerdo establece que, en un periodo de tres años, los diferentes participantes (gobiernos, organizaciones civiles y personas físicas y morales) presentarán y pondrán en operación proyectos para el manejo responsable de las aguas del valle, incluyendo propuestas para educar y concientizar a la población.

Organizaciones como la Unidad de Manejo Ambiental, dirigida por Laura Gómez y apoyada por la Fundación Carlos Slim, y la propia SAGAS, apoyada con financiamientos internacionales (ganados en concursos) y del Fondo Mexicano de la Conservación de la Naturaleza, fueron parte de esta declaratoria, en la que también estuvieron presentes el Ayuntamiento de Cuatro Ciénegas y el gobierno de Coahuila.

Todo depende, explicó la activista de 30 años y licenciada en políticas públicas, de que la Conagua intervenga y realice la distribución ética del agua que se extrae a través del canal Saca Salada.

De continuar la explotación, no sólo los campesinos que se benefician con el arroyo artificial se quedarán sin el recurso hídrico, sino que el valle de Cuatro Ciénegas morirá deshidratado y terminará como una tumba de biodiversidad.

El lago Churince, ya seco, se encontraba en la parte más alta de la pendiente del valle. El Garabatal, más abajo, también se quedó sin el vital elemento, aunque ya se han detectado algunos encharcamientos que hacen pensar que podría recuperarse. La Poza de la Becerra sigue en el orden descendente de la línea del valle, y lleva perdidos casi dos metros del líquido de su nivel normal.

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Lo que antes era la poza de Los Güeros. Imagen: David Jaramillo

Son muchas las acciones que se deben tomar para preservar con vida este lugar de riqueza ecológica. Lo primero, señala Garza Herrera, es la concientización y la formación educativa, pasos que dio la doctora Valeria Souza al presentar sus estudios a la comunidad estudiantil del municipio. La científica de la UNAM se fue de Cuatro Ciénegas, pero legó sus estudios al pueblo. El laboratorio Génesis, encabezado por el doctor Héctor Arocha, tomó la estafeta.

Él fue quien recibió licencia para el aprovechamiento de Las Playitas como centro turístico, y decidió permitir el acceso de visitantes sólo por espacio de unas horas y sin entrar al agua a nadar, para preservar la naturaleza y evitar su contaminación.

Ésta, indicó Joana Garza Herrera, es una de las estrategias que sirven para preservar el ecosistema local, pero se requieren más acciones para evitar que el agua se pierda. SAGAS destaca que una medida para reducir el enorme consumo de agua que requieren los cultivos de alfalfa, es cambiar el tipo de sembradíos.

Algunos campesinos del ejido Cuatro Ciénegas ya han modificado sus actividades agrarias y ahora tienen siembra de nopal, que ellos mismos procesan y convierten en alimento para ganado, productos nutricionales y artículos de higiene personal para su venta.

Al dejar Coahuila, Valeria Souza advirtió que el ecosistema de Cuatro Ciénegas desaparecerá en cinco años si no se hace nada al respecto. Garza Herrera, por su parte, tiene la esperanza de preservar el microbiano “mundo perdido” encontrado por la bióloga de la UNAM, ya que confía en la lucha de SAGAS y demás instituciones por revertir lo que está ocurriendo.

El valle del Churince, por ejemplo, es el objetivo de rescate de la organización Unidad de Manejo Ambiental. Sin embargo, aunque recupere su volumen de agua, nada garantiza que resurja la riqueza microbiológica que tenía.

El punto de inicio para detener la catástrofe es la reglamentación y distribución adecuada del agua extraída a través del canal Saca Salada. El manejo ético de las áreas naturales por parte de quienes las explotan, de sus trabajadores y de los turistas, será la clave para el rescate de Cuatro Ciénegas. 

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