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Entrevista

Dano, planes ante la risa de Dios

"Toda esta movida del perfeccionismo es una guerra contra el criterio de uno mismo, contra la idea de cómo uno considera que deben ser las cosas en su estado óptimo”.

Dano, planes ante la risa de Dios

Dano, planes ante la risa de Dios

SAÚL RODRÍGUEZ

Hay luna llena en el centro de Monterrey. En un local a cielo abierto, el rapero español Elio Toffana está por terminar su presentación y llama a su colega Dano al escenario. Una, dos, hasta en tres ocasiones lo vocea. Nada. ¿Pasó algo? ¿Se trata de un performance? El murmullo del público es roto por la figura del nacido en Argentina, quien hace otra pausa antes de que Dj Swet suelte la instrumental de “Skip Intro” e inicie su concierto.

“Nunca he visto tanta nieve caer por estas cuestas / pero no hay drama, desperté con las cadenas puestas”. Dano va de gorra, playera y chaleco oscuro, sus típicas gafas redondas y una toalla sobre el hombro para secarse el sudor. Recita sus versos al micrófono. Por momentos mira el astro rojizo en el cielo, luego al público que, iluminado, corta el aire con las manos. “Solté la data, pero no oyes, traigo bars en convoyes / soy voyeur de esas historias huérfanas como Tom Sawyer”. ¿Será su vida una de esas aventuras escritas por Mark Twain? Acaba la primera canción, se disculpa por el retraso, dice que tenía cerrada la garganta.

Danilo Amerise Díaz nació en Buenos Aires, en 1985. Vivió su primera infancia en la calle Gascón, barrio de Almagro. Entonces el país sudamericano trataba de recuperarse después de la dictadura militar de Jorge Rafael Videla. Ese año, tras retornar la democracia, el presidente Raúl Alfonsín inició el Juicio a las Juntas, realizado contra nueve de los diez integrantes de las tres primeras juntas militares del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (PRN). Pese al inestable clima político, Dano se crió en un entorno de suma creatividad artística: su madre es Mavi Díaz, integrante de la agrupación Viudas e Hijas del Roque Enroll. Además, es nieto de Hugo Díaz, un reconocido armoniquista que desembocó su torrente sonoro en los géneros del folklore, el tango y el jazz.

Cuando tenía seis años, su madre lo llevó a Europa. Arribó a Islas Canarias, luego a Londres y al final a Madrid. Fue en la zona sur de esa ciudad donde su interés por el hip hop lo llevó a conocer a los demás integrantes del colectivo artístico Ziontifik.

—El casco antiguo de Madrid está rodeado por un río (el Manzanares), no al cien por ciento, pero gran parte sí, y ese río divide lo histórico, lo medieval y lo más viejo del resto de la ciudad. Entonces, desde el río hasta el barrio de Aluche hay un montón de barrios más: Extremadura, Batán, Campamento. Y casi todo el círculo de Elio, de Kael y de Unai, toda esa gente vive desde el río hasta Aluche. Ellos le llaman “el barrio”, ¡pero son como seis barrios! Cruzar el río era como estar en casa.

Dano suena a Madrid, pero también a Buenos Aires. En la música debutó con el álbum Cierra los ojos (2006), impactó en la escena con Acqua Toffana en El veneno (2009), trabajó junto a Emelvi para formar Equilibrio (2013), innovó en compañía de $kyhook para Braille (2017), se consolidó con Itsmo (2019), retornó con Acqua Toffana en Trofeos (2020) y como solista gracias a El hombre hace planes, Dios se ríe (2023), álbum que hoy lo tiene actuando sobre un escenario del norte de México.

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Citando una frase tuya: “Las calles hablan y marcan la piel”, ¿qué tanto tienes marcada a la calle Gascón y al barrio bonaerense de Almagro?

Desde el lado personal, evidentemente, eso es para siempre. La calle en la que uno creció está contigo para siempre, pero tuvo como un segundo despertar un segundo significado a raíz de conocer a Duki. No sólo fue hacernos cercanos y tener una relación súper bella, sino descubrir que encima de ser de mi barrio —con todos los barrios que hay en Buenos Aires—, él vivía a la vuelta de donde vivía yo. Es como una calle y media de distancia, ni siquiera llega a dos calles, es muy fuerte. Entonces, poder volver al barrio, después de tantos años, porque mi padre vivió allí, mi madre vivió allí y volver con mi hermanito Duki encima, con todo lo que él representa. Estar en las calles, entrar a la casa, el pasillo, todo lo personal, y luego está el barrio donde él es un ídolo en mis calles y entender que esas también son sus calles.

Duki sin duda es uno de los principales rostros del nuevo rap argentino. Hay una raíz latente, ¿no? Tanto en Cierra los ojos como en Equilibrio, haces mención de Buenos Aires.

Es curioso, lo hablaba el otro día con Ysy A cuando nos encontramos en el hotel, que también fue una sorpresa increíble —México nos está dando unas sorpresas muy bonitas, de todos los hoteles que hay en Ciudad de México, estábamos en el mismo piso, ¿cuántas probabilidades hay de que eso ocurra?—, y estábamos hablando de lo agradecido que me sentía con ellos (los raperos argentinos). Ysy fue el que armó mi segundo concierto (en Buenos Aires), primero fue Marcianos Crew y después, la segunda vez, Ysy organizando con quince o dieciséis años de edad. Luego está Duki, con todas las veces que dice mi nombre y habla de mí, sin necesidad alguna, porque yo sé que nuestro amor está. Noto que hace un ejercicio de reiterar siempre sus influencias y siempre me nombra, eso es muy loco para mí. Lo que quiero decir con esto es que soy muy consciente de lo que recibo en Argentina. Sobre todo en los últimos dos o tres años, es luz reflejada de estos astros y es un ejercicio que te hace humilde. Evidentemente aprecio el amor que me dan, pero el amor personal no tiene por qué pasar a otro lado, y eso es muy heavy, la verdad.

Hace años tuve la oportunidad de hablar con C. Tangana y le pregunté a qué sonaba Madrid. Me respondió que a bares cañíes y al grupo de rap Perros Callejeros. Para ti, ¿a qué suena Madrid?

Es una muy buena definición, la verdad, una muy buena definición. Para los de su generación, lo de Perros Callejeros también lo entiendo… shout out a Científico, uno de los grandes productores. Mucha gente joven igual no lo conoce, pero si esto sale impreso, Científico es uno de los grandes beatmakers de Madrid. Me gusta lo de las cañas, la gente; Madrid tiene mucha vida, eso se lo voy a robar. ¿Qué más…? Es que es curioso, ¿a qué suena Madrid? Madrid tiene unas mañanas muy tranquilas. Mira, para decir algo distinto: las mañanas en Madrid molan, ese momento de las siete de la mañana, seis y media... Madrid suena a bares, pero también tiene silencio por las mañanas.

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Dano en su presentación en Monterrey el 1 de septiembre de 2023. Imagen: A Rap-per Day

EL MÚSICO

Cuando el productor estadounidense J Dilla murió, Dano escribió un artículo en el número 71 de la desaparecida revista española Hip Hop Nation. Lo tituló J Dilla Changed My Life. Era 2006. En esas letras, impresas en papel couché, es posible imaginarlo descubriendo al genio de Detroit tras leer los créditos del álbum Beats, Rhymes & Life (1996), del grupo neoyorquino A Tribe Called Quest. Era una época crucial, de caos y revelación.

En ese artículo, Dano relata cómo atendía cada capa de los ritmos hechos por J Dilla. Su walkman era un núcleo callejero de sonoridades: muestreos, breakes (baterías), líneas de bajo. Esa curiosidad y su afinado oído contribuyeron para que se colocara detrás de una consola de estudio. En YouTube hay un video donde Dano visita Nueva York y conversa con el reconocido productor Young Guru. Este reproduce los beats del argentino en los monitores y se sorprende por su calidad: “Tienes breaks clásicos aquí que mucha gente fuera de Estados Unidos ni siquiera saben que existen”. El encuadre muestra una sonrisa que surca el rostro de nuestro entrevistado.

Su padre le regaló una guitarra cuando tenía tan sólo seis años, su padrastro le enseñó a usar un secuenciador Korg a los diez. Ya dentro del rap, además de escribir versos, se especializó en el arte de “samplear”, esa técnica que consiste en extraer muestreos de una pieza musical ajena (en muchas ocasiones provenientes de discos de vinilo) y elaborar con ellos nuevas instrumentales en ritmos de cuatro por cuatro. A esto hay que sumarle los sintetizadores, diálogos y demás elementos que hacen del sonido de Dano una experiencia envolvente.

Has dicho que al contrario de tus compañeros, tu familia nunca te juzgó por dedicarte a la música. Resulta natural, pues creciste con tremendos músicos. Pero, ¿de qué manera empiezas en el camino del hip hop?

La versión corta: en los noventa empecé a escuchar a Michael Jackson, incluso Prince, el new jazz swing, era un poco el sonido del momento. En Reino Unido fue muy heavy obviamente a través de MTV. Pero para ir más al punto y no extenderme mucho, llegar a Madrid realmente fue como empezar a entrar fuerte en la cultura. Salía escuchando música, ya sintiéndome muy rapper, pero antes no había tenido gente con quien compartir, y Madrid era una ciudad grande donde podía compartir con la gente. Y luego Unai es la clave de todo, porque es cuando realmente empezamos a escribir y a pensar en rapear de una manera seria. Unai me presentó a Kael, Kael a Elio, bla, bla, bla. Madrid diría que fue donde empecé a tomármelo en serio, pero ya lo consumía fuerte desde bastante niño. Mi madre no escuchaba rap per sé, pero es músico y yo estaba atento a las cosas que pasaban: Erykah Badu de repente, también Beastie Boys, yo qué sé… ¡y también Green Day! ¡Jamiroquai! Compraba esos discos en el 93, 94. Yo era un niño, no entendía nada, pero me volvía loco.

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Imagen: MÉCÉN Entertaiment

¿Cómo te alimenta ese proceso de manejar el sample, de tomar la música de otros y hacerla tuya?

Es una de las cosas que más me gustan, hermano. Porque realmente me encanta esto, porque me encanta rapear, escribir, hacer música. Hay una parte de mí que si sólo pudiera cobrar por estar digging (buscando discos de vinilo) y cortando samples... es que muchas veces no quiero ni hacer un beat, muchas veces es chops and samples all night o hacer como la versión más básica, ¡como Timbaland! Y se lo pasaría a otro para que lo termine. Es tan divertido, hermano, es tan divertido. Es como encontrar una pared con un montón de manchas que parecen random y tú puedes hacer un dibujo con eso, ¿sabes? Eso es como yo lo siento. Esos pedacitos de música que todos estos maestros han agarrado y nosotros hemos aprendido. Esos pedacitos no fueron intencionados para tener esa forma, no, no. Es un momentito, una microprogresión, es un puente, es un intervalo, es la salida de un tema, es una entrada. Muchas cosas son raras, outros, ¡ni siquiera es la canción!, ¡ni siquiera son acordes! Eso me parece tan mágico, hermano. Entonces todo estoy tratando de imitarlo, de intentar conseguirlo, de que se oiga medio bien, es muy divertido.

¿Consideras que la música es una oportunidad para aspirar a la inmortalidad?

Sí, obvio, obvio, creo que es algo muy mágico del ser humano, sobre todo la gente creativa: transportamos o proyectamos el miedo común del ser humano a morir. Otra gente lo siente con su trabajo, con su familia, con sus hijos, con su ayuda; los médicos, no sé, o cualquier persona, un barrendero, hermano. Si tú te sientes realizado y sientes que aportas, ahí está tu legado. Creo que los artistas, por lo general, lo proyectamos sobre nuestras obras; es nuestra manera de dejar algo. También es mucho de psicología, como intentar ir a terapia contigo mismo.

DIOS TIENE OTROS PLANES

En el último episodio de la segunda temporada de The Alienist —serie ambientada a finales del siglo XIX, donde un grupo de investigadores intenta resolver asesinatos en Nueva York—, John Moore (Luke Evans), ilustrador de The New York Times, sostiene un diálogo con Sara Howard (Dakota Fanning), asistente del comisionado neoyorquino. Moore subraya lo efímero de la vida, a lo que Howard responde: “El hombre hace planes, Dios se ríe”.

Al otro lado de la pantalla, la frase con raíz bíblica cautivó a Dano, quien decidió adoptarla para su siguiente proyecto. En entrevistas, el rapero ha indicado que no cree en Dios, pero sabe que las personas necesitan algo en qué creer. La fe es una elección que responde a la necesidad de entregarse a algo superior. Su filosofía es más sencilla: en la vida hay que hacer las cosas como se deben hacer, no hay otro santo grial.

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Imagen: MÉCÉN Entertaiment

Podría decirse que El hombre hace planes, Dios se ríe representa el punto más maduro de su carrera. Producirlo fue duro para él y para la gente a su alrededor. El álbum es fruto de una autocrítica que alberga colaboraciones con artistas como Hoke, Juicy BAE, Dante Spinetta, Elio Toffana, Duki, MIR Nicolás, Choclock, Ergo Pro, Ill Pequeño, Gloosito, Lou Fresco, Kuma Ziontifik y Escandaloso Xpósito.

Antes, en Equilibrio escribió que ver la arena caer por el reloj le provocaba miedo, como esa imagen que Jorge Asís plasma en la novela Cuaderno del acostado (1988): “...se le caen los segundos mientras camina”. Hoy Dano considera que ha aprovechado bien el tiempo, que se siente fuerte, útil. “Siempre cosas”, es el leitmotiv que lo define. Dios puede truncar planes, pero hay que adaptarse a las circunstancias, tener un plan b, reinventarse.

¿Qué planes has hecho que Dios te ha truncado?

Todos, hermano, todos: videos que no se han terminado, movidas, canciones... todo el tiempo, ¡mil cosas! Diseños que no salen, formatos físicos que se truncan en medio del proceso de fábrica, ¡tantas cosas todo el tiempo! Todo el tiempo me pasan cosas. “Siempre cosas” es mi frase favorita, pero de ahí se aprende: la resiliencia, recomponerte de cualquier tormenta. Aquí en México saben mucho de los terremotos y todo eso, ¿no? Es salir pa’ delante, un constante aprendizaje. Me ha pasado tanto en la vida, que cuando escuché “El hombre hace planes, Dios se ríe” en la serie (The Alienist) fue como perfecto, una manera bonita de decir “siempre cosas”.

Sé qué eres una persona muy perfeccionista, que te cuesta soltar tus proyectos. ¿Qué inseguridades tuyas se filtraron en tu nuevo álbum?

En general son las mismas de siempre: que todo esté a la altura entre sí, que todas las canciones estén a la altura de lo que considero. Toda esta movida del perfeccionismo es una guerra contra el criterio de uno mismo, contra la idea de cómo uno considera que deben ser las cosas en su estado óptimo. Siempre es una lucha, como nadar hacia ese estado óptimo. Siempre se puede mejorar algo y ahí está la lucha constante de poder aprender a decir “hasta aquí”. Debes tener gente a tu alrededor que te dice: “Ya está, hasta aquí” —Lex (Luthorz) hace muy bien ese trabajo—. Más que la inseguridad, es la necesidad de que, dentro de las posibilidades, sea lo mejor que se pueda.

Me gusta el verso de “quisimos alcanzar la luna con billetes”, que precisamente colocas en el coro de “Billetes”, junto a Dante Spinetta. ¿De qué manera el “hustleo”, el buscarse la moneda, debe acompañar a la creación artística?

Es una muy buena pregunta, pero creo que es de los aspectos más subjetivos que hay dentro del rap, entendiendo todas sus facetas y formas. Realmente puedes tener varios artistas y que uno hable más de calle, de hustleo y de tal, no me refiero a eso. Siento que es muy personal, ni siquiera es una cuestión de sonidos, de estéticas sonoras o de regiones; cada artista puede vivirlo por momentos. Escucha a Nas en el primer disco (Illmatic) y no es el mismo que en el segundo (It Was Written). Su vida cambió, el contexto cambió. El aspecto aspiracional sí creo que es común a todos, pero la manera en que lo manejes, creo que es muy libre. El rap nos ha dado tantos ejemplos como para tomarlos cuando queramos.

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Anuncio de Spotify en Times Square del álbum de la rapera Cazzuy, producido por Dano. Imagen: Instagram/ Cazzu

También eres diseñador y productor, creo que un ejemplo de ese “hustleo” fue cuando el álbum de la rapera Cazzu, que produjiste junto Lex Luthorz y Choclock, apareció en Times Square, gracias a un anuncio de Spotify. Viste tu trabajo allí, proyectado en la cuna del hip hop.

Imagínate, hermano, es la metáfora más bonita y desligada del ego, porque no es mi cara —ojalá sea mi cara el día de mañana o algún día—, pero simplemente es saber que es un trabajo que has hecho para una persona que le pone amor a lo que hace. Y sí, es un promocional de Spotify, tampoco es que haya llegado a la luna, pero es un símbolo, lo que decías tú, son imágenes. Yo creo que todos pensamos en: “Bro, dale like! We made it!”. Todos tenemos esos momentos y cada uno lo proyecta como puede, pero es hermoso, vale, ¡Nueva York es La Meca! ¿Qué te voy a decir? Es La Meca para nosotros, como para un japonés que le gusta el flamenco La Meca sería ir a España, a Córdoba, a Sevilla.

En “Herencia”, donde colabora Elio Toffana, te cuestionas cuánto de lo que tienes es heredado. Me permito hacerte esa misma pregunta.

Yo creo que es mío en gran parte. Hay cosas heredadas y hay cosas adquiridas que son curiosas. Creo que es más interesante lo adquirido que lo heredado. Cuando hablamos de heredado igual hablamos de adquirido, realmente: adquirido en nuestro entorno, en nuestra familia, en nuestros padres, esa es un poco la lucha, o esos momentos de “¡wow!, ahora mismo estoy haciendo lo que hace mi padre o mi madre”. Te tienes a ti mismo diciendo: “¿Cómo?”. Pero luego cada uno vive su vida y toma sus decisiones, sobre todo desde que eres adulto y cometes tus propios errores, hermano, y vas aprendiendo; algunos se corrigen más fácil y otros tardan más. Así es la vida para todo el mundo, pero hay cosas que te sorprenden y dices: “¡Ostia! ¿De dónde vienen?”.

Tengo que confiar en mí”, “Deberías hacerte caso más a menudo”, son frases almacenadas en tus álbumes anteriores. En El hombre hace planes… ¿te concediste más confianza?

Sí, en muchas cosas creo que sí, en otras no, pero en lo creativo sí: tomar ciertos riesgos, mantener una esencia. Fue dar luz, dar lugar a cosas que siempre me han gustado, que no habían tenido tanto lugar en mi papel como intérprete, y que igual sí hago con otros artistas cuando produzco, arreglo, mezclo o lo que sea. En este disco lo he hecho, no sé si se entendió la movida, pero fue dar lugar a las melodías, intentando buscar un equilibrio entre beats muy duros y hooks muy melódicos. Mi obsesión musical en este disco era un poco eso, darle lugar al R&B también, a algunos otros vibes, sutilmente.

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