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Enola Gay: paisaje sobrepuesto en Hiroshima

En 2020, el poeta mexicano Luis Armenta Malpica ganó el Premio Iberoamericano Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer, gracias a este poemario que reinterpreta uno de los sucesos más catastróficos de la humanidad.

Enola Gay, el avión que arrojó la bomba atómica sobre Hiroshima, Japón, en 1945. Crédito: Wikimedia

Enola Gay, el avión que arrojó la bomba atómica sobre Hiroshima, Japón, en 1945. Crédito: Wikimedia

ALFREDO CASTRO

A veces la poesía puede atravesar campos de ceniza. A veces es pura turbulencia, a veces se trata de un vuelo que se aleja de una inmensa nube sobrepuesta en Japón.

Enola Gay fue el nombre del avión-verdugo que atravesó el Pacífico en aproximadamente seis horas y soltó un artefacto que fulminó al 30 por ciento de la población de Hiroshima en un instante. De este vehículo toma su nombre el libro de Luis Armenta Malpica, publicado por Vaso Roto Ediciones en 2019.

Bajo un catálogo bien usado de licencias poéticas, la obra reinterpreta lo que pasó el 6 de agosto de 1945. No sólo desde un perfil histórico, también desde una postura emocional y sensible que permite abordar un objetivo desolador, un sofocamiento que no ha dado tregua 70 años después. Las divagaciones que propone el libro son otras rutas de entendimiento de la tragedia; quizá sea la manera que tiene la poesía de explorar la destrucción y la energía dispersa en el tiempo. Enola Gay advierte un contenido explosivo, un camino para evacuar el terror.

La estructura, usando como referencia a la Divina Comedia, se compone de tres secciones: “Liber inferni”, “Liber purgatorii” y “Liber paradisi”. Sin embargo, en este caso, cada parte pareciera ser una consecuencia de la anterior. No es un camino dispuesto sobre una superficie infernal, más bien es una sucesión de imágenes desprendiéndose a toda velocidad del cielo, una tanda masiva de sucesos que ayudan a ilustrar los espacios oscurecidos por la guerra.

Luis Armenta Malpica suelta el poema a más de 600 metros de altura. Estamos ante un incendio espontáneo de palabras. La forma que tiene el autor de llegar al nervio de los versos es escarbar en la ceniza que queda, es tocar el pulso de una ciudad devastada y moribunda. Una búsqueda por señales de vida que también es una búsqueda en las estructuras y cualidades del género poético.

Al atravesar la zona de ataque, se hace más que evidente la urgencia por comprender otras posibilidades en la lengua y en la disposición del texto sobre la hoja en blanco. El lector debe estar atento a la aparición de nuevos significados y contemplaciones. Este es un volumen que se deja llevar por el impacto, por la variación de estados de consciencia y sentimientos encendidos que permiten alcanzar momentos de lucidez y desafío.

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Crédito: Vaso Roto

Malpica reensambla el paisaje destruido para colocar los edificios temblorosos y las ventanas rotas en un sitio emocional. Una forma confusa de distinguir el pasado, pero que resulta relevante y emotiva desde un fuerte seguro. Los poemas son entidades deambulando entre refugios, son miradas que se pierden detrás de la neblina y el hollín. El libro, en sí, es una manera de sobrevolar la detonación, escapando de ella por los atajos aéreos de la palabra.

INFIERNO

El primer tercio del poemario se centra en la explosión de la bomba atómica en Hiroshima, proponiendo una especie de crónica que detalla la impotencia de ver caer un objeto que podría destruir el mundo con la fragilidad de un mal cálculo. Es quizás el momento más desalentador, donde Enola Gay exhibe la llaga abierta de la guerra, la ironía, la carne viva y la desesperación sembrándose de súbito en Japón.

Como su nombre lo enuncia, esta es la parte ardiente del texto, desgarradora desde todas las miradas que pretendan abordarlo. La sección se dedica al fuego esparcido no sólo sobre la mancha urbana, también en la página. “Liber inferni” traza de nuevo el paso de un avión B29 nombrado Enola Gay en honor a la madre de uno de sus pilotos. Es precisamente en este tipo de detalles en los que la voz poética encuentra su camino, pues las relaciones familiares funcionan como un peso importante en varios de los poemas. Podemos distinguir una asombrosa correspondencia entre lo que está en la intimidad de una casa y un objeto cayendo del cielo.

Little Boy fue el nombre clave de la bomba atómica. En este caso también figura como un personaje que marca el conflicto: “es / Little Boy / quien soltó su tristeza / como se suelta el llanto o la camisa / por alguien que se va o que quizá nunca estuvo”. El texto incluye a los pilotos Paul Tibbets y Robert Lewis. El poeta recrea el emblemático momento en que dijeron: “¡Dios mío, qué hemos hecho!”. Pero si bien el libro tiene sus cimientos en la Historia, existe una inquietud por escapar de la realidad.

PURGATORIO

“Liber Purgatorii” toma una postura contemplativa. Puede comprenderse como una pausa involuntaria o quizá como un aparente alejamiento de la zona de guerra. Nos encontramos en un espacio custodiado por la nieve, usada como un elemento de blancura inquietante a lo largo de toda la sección.

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Crédito: AFP

Las palabras toman relieve con el clima que evocan. La corporalidad es distinta; hay algo entumecido por el frío. Los versos permiten contemplar la totalidad de un mundo castigado, de la naturaleza acechada y reprimida.

También hay otras voces que son referencias, como una canción de Pink Floyd. Sin embargo, es el aliento de la voz poética lo que devuelve cierta calidez y certeza ante el desolador panorama.

PARAÍSO

Puede que el momento más complejo del libro sea su último acto. Si las dos secciones anteriores fueron una especie de sala de espera, lo que viene a continuación podría entenderse como un quirófano donde figuran muchas voces. Es un sitio de sanación y de claridad.

Los poemas evocan una reunión de seres conjugados en una sola voz. El poeta recurre a un yo que es un nosotros, y a un nosotros que al mismo tiempo se siente individual. Presenta un entendimiento colectivo del estallido de la bomba a partir del diálogo intenso que se tiene con el destinatario, que bien podría ser el mundo:

“Ése eres yo: en vez de mí y ambos al mismo tiempo: descubriendo en los golpes lo dado y lo recibido. Lo que nos cuesta tanto pronunciar y todos saben: la esperanza (indiscreta)”.

Otro detalle interesante es que, en el transcurso del poemario, aparece una suerte de estribillo que se manifiesta con diferentes tonos: “la curvatura del relámpago”. Es importante percibir las variaciones de intensidad que tiene este fenómeno celeste, como una señal encriptada detrás de las nubes: “No existo más sino en estas palabras que se curvan / y relampaguean en un réquiem de guerra”. Se trata de un recurso estético bien planteado por el autor, el cual se integra con distintos significados; una aparición luminosa que encandila el tráfico de las palabras.

Enola Gay no es un libro que nos haga viajar en avión. Es un avión que nos arroja un explosivo en la sangre. Luis Armenta Malpica propone una reparación de los daños y reimagina el escenario carcomido por la guerra desde un poderoso lenguaje de amor. Replica las consecuencias de un conflicto que involucra a todo el mundo, incluyendo esa parte que habita en lo más profundo de uno mismo. Estamos ante un poemario que exigente, doloroso, se recarga sobre las murallas de fuego de Hiroshima y Nagasaki, que obliga al lector a salir del refugio y las ruinas para buscar algo en el cielo: la caída de la nieve, un avión extranjero, la curva del relámpago.

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Enola Gay, el avión que arrojó la bomba atómica sobre Hiroshima, Japón, en 1945. Crédito: Wikimedia

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