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Concesiones y bordos

ENRIQUE IRAZOQUI MORALES

La semana pasada en este espacio se señalaba la necesidad de que la ciudadanía torreonense pudiera tener acceso a un sano análisis de la conveniencia de que en su momento las autoridades municipales renovasen o no el multimillonario contrato que Torreón sostiene por más de dos décadas con la empresa Promotora Ambiental (PASA) y que ahora el costo del mismo es de más de treinta millones de pesos mensuales.

Quizá el señalamiento no tuvo el eco deseado por diferentes causas. El fragor de las campañas electorales de quienes buscan la presidencia de la república, una curul o un escaño y en el caso local de Coahuila una alcaldía, regiduría o sindicatura pudo ser un motivo.

Otra razón tal vez es que hoy las cosas en Torreón son claras en materia de la reelección o no del presidente municipal Román Alberto Román Cepeda: el establishment considera que más vale que Cepeda González repita antes de dejar entrar por acá la opción de Morena, por lo que tal parece que Román marcha en caballo de hacienda para obtener un segundo trienio al frente del ayuntamiento que hoy encabeza. Anecdótico será saber quién quedará en tercer sitio detrás del propio Román y de Shamir Fernández, si el aspirante del Acción Nacional, Sergio Lara; el candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Torres Bernal, o el representante del Partido Verde, Ignacio Corona.

Un tercer motivo podría ser que al propio establishment no le convenga hacer muchas olas sobre el tema, y por ello pase un tanto de noche. También debo reconocer que cabe la posibilidad que quien esto escribe tuvo una torpe idea de señalar que valdría la pena evaluar el contrato de PASA y por ello no tuvo seguimiento alguno.

Dentro de esta última hipótesis de que resulta inútil la idea de señalar lo conveniente de escudriñar en el contrato de concesión en lo que respecta a la recolección de basura y limpia de la ciudad, tal vez ni caso tenga toca el tema de la concesión de alumbrado público que también está vigente en Torreón y que curiosamente ni a Gómez Palacio ni a Lerdo lo tienen; tampoco a las capitales estatales de Coahuila y Durango, Saltillo y la ciudad Durango cuenten con ese esquema concesionado.

Así las cosas cabría suponer que el alcalde Román Cepeda con su equipo de trabajo y asesores determinó que así convenía más a los intereses municipales seguir manejado con concesiones, lo cual para bien o para mal será rasgo de su gobierno.

Igualmente, será rasgo de su gobierno municipal haber permitido llenar las calles de la ciudad de boyas reductoras de velocidad en grado superlativo, llegando incluso a colocarlas en bulevares y avenidas donde el límite de velocidad es de 65 kilómetros por hora y se puede topar cualquier conductor con las dichosas que lastiman sensiblemente la suspensión de los vehículos que no reducen casi a 0 la velocidad para transitarlas.

Cuando se trata de sectores residenciales de mayor poder económico, en vez de boyas se han colocado reductores de velocidad de concreto, conocidos popularmente con bordos, que cuando son bien construidos si bien obligan a la reducción de velocidad, no lastiman con las mentadas boyas las unidades automotrices.

Hoy en Torreón hay más bordos en las colonias de gente acomodada que nunca, es notable como es fácil deducir que cualquier ciudadano que tiene un cierto grado de influencia económica, social o simplemente de relación, ordena colocar un bordo alrededor de su casa. Sobran ejemplos en este tipo de colonias. Allí Román Cepeda que marcha franco a su reelección, podrá decir que en su sexenio (comprendido por dos trienios) las concesiones y los bordos lo acompañaron en el gobierno de la ciudad.

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