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Descalzo por el mundo

ALEJANDRO TOVAR

Se llamaba Joseph Jefferson Jackson (1888-1951) y le apodaban “Descalzo Joe” pues en sus inicios los zapatos nuevos de pelotero le hicieron ampollas. El fue niño pobre entre los pobres y solo pudo calzarse hasta los quince años, así que alguna vez jugó solo con medias y de ahí le vino el apodo que perdura hasta la fecha, como lo que fue, un grande entre los más grandes. Ahora mismo, Joe está en el famoso restaurante Hollywood, donde ha venido a buscar a su amigo y compañero Ed Cicotte (1884-1969) fabuloso lanzador de las Medias Negras que en su carrera obtuvo 290 victorias. Edward Victor son sus nombres y se fue del beisbol con el corazón destrozado. El magnate Charles Albert Comiskey (1859-1931) le prometió un bono de diez mil dólares si ganaba 30 juegos en 1919 y cuando estaba a punto de lograrlo ordenó al mánager Kid Gleason que lo enviara al banco para evitar el pago. Eso, el maltrato del llamado “The Old Roman” y los bajos salarios, dicen, orilló a los peloteros a ceder la Serie Mundial, en el escándalo más grande que recuerde el beisbol. Fueron siete los señalados, entre ellos Descalzo y Cicotte.

¿Usted busca a alguien, señor? le ha dicho el joven mesero.

Sí, a Ed Cicotte.

¿Y cuál es su nombre?. Solo diga que Joe Jackson o para que me identifique rápido, Descalzo Joe.

¿Es el padre de Michael Jackson?

Nada de eso, jugamos beisbol juntos.

¿Quiere enviarle un recado escrito? Yo se lo hago llegar. No, sólo diga eso al hombre. Claro, Joe evitaba escribir, porque además dentro de su pobreza infantil, jamás pudo saber lo que era una escuela por dentro. Sí, nuestro héroe era analfabeto.

En el juicio, el famoso Kenesaw Landis (1866-1944) condenó a los siete a la expulsión de por vida del beisbol. Luego fue el primer comisionado del deporte. Era malvado, hay documentos que señalan que auspició la segregación racial y retrasó la integración de peloteros negros. Pese a ello fue elegido para el Salón de la Fama en 1944, en el año de su fallecimiento.

Jackson siempre se proclamó inocente, hasta su lecho de muerte. Hola, querido Eddy. Después de los abrazos, Cicotte y Descalzo están felices de verse. “Me dieron un permiso especial y he sabido que aquí asisten Comiskey, Landis y Rothestein, que nos dañaron. Quiero acabar con ellos, darles una segunda muerte para descansar tranquilo”.

No, hermano. Llegas como enviado por San Pedro, mañana jugamos con Dodgers contra Yankees y te vamos a incluir. Mira, va Pee Wee Reese en las paradas cortas, Jackie Robinson en la segunda, Duke Snider en el center, tú estarás en el jardín izquierdo, Gil Hodges en primera, Carl Furillo en el jardín derecho. Jim Gilliam en tercera, Roy Campanella es el cátcher y lanza Don Drysdale.” Yo soy el mánager. O sea, beisbol en el otro mundo, el de todos muertos pero vivos”.

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