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En tres patadas

DIEGO PETERSEN FARAH

La forma en que el gobierno de la Ciudad de México y el propio presidente de la República reaccionaron frente a la denuncia de Ceci Flores, la madre buscadora de Sonora, quien dijo tener información sobre un crematorio en la ciudad de México, es de una prepotencia y falta de empatía digna de un caso de estudio.

No extraña que el presidente se ponga en el centro y vuelva a ser la víctima, la primera y única víctima de la nación. Tampoco que Martí Batres, jefe de Gobierno de la Ciudad de México sustituto, haya ido a la Mañanera a hablar de un tema de la ciudad; la abyección es infinita. Menos aún que la Fiscalía de la capital y su encargado de despacho, Ulises Lara, hayan procesado las pruebas periciales en un tiempo récord solo para quitarse el golpe.

Hubo un enorme esfuerzo de la fiscalía y de los gobiernos de la ciudad y el federal para desmentir a la madre buscadora. El Estado movilizado para, dicen ellos, evidenciar un montaje. ¿Por qué no hay el mismo esfuerzo y agilidad cuando se trata de buscar? Si efectivamente la Fiscalía de la Cdmx tiene razón y lo que hay ahí son resto de animales, es sin duda una buena noticia. Las preguntas, sin embargo, siguen siendo las mismas: ¿dónde están y quién está buscando a las miles de personas desaparecidas en todo el país?

Se puede estar o no de acuerdo con los métodos de Ceci Flores, aunque no deja de ser paradójico que sean políticos quienes la acusen de protagónica, como si los únicos que tuvieran derecho al reflector fueran ellos. Lo que no se puede poner en duda es su derecho a exigir a las autoridades que cumplan con su obligación de buscar a todos y cada uno de los desaparecidos, mucho menos el derecho de las madres a exigir que sus hijas e hijos se les haga justicia, que quien los desapareció pague por ello.

Ojalá y la Fiscalía tenga razón y que el punto donde se encontraron los restos sea solo un horno crematorio clandestino para animales. El trabajo, sin embargo, no termina ahí. Hay, tan solo durante este sexenio, más de 4,500 personas desaparecidas en Ciudad de México y otras 60 mil en todo el país; 120 mil casos acumulados por resolver con igual número de familias que esperan una respuesta de las autoridades y no un montaje en la Mañanera diciendo que según su metodología ya encontraron a 20 mil, aunque no saben dónde están. 120 mil familias que esperan un poco de empatía de parte de los poderosos y no frases descalificadoras a un trabajo que nadie, absolutamente nadie en este país, debería estar haciendo: arañar la tierra en busca de una hija o un hijo; cavar la roca para darle paz a un dolor que nunca termina.

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