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La genialidad heredada de los askenazis

¿El grupo étnico más inteligente del mundo?

La genialidad heredada de los askenazis

La genialidad heredada de los askenazis

ANA SOFÍA MENDOZA

Hasta el año 2023, el 22 por ciento de los 965 premios Nobel que se habían entregado en la historia de la premiación, fueron ganados por judíos. El número es sorprendente considerando que apenas el 0.2 por ciento de la población pertenece a este grupo étnico. ¿Cómo se explica la discrepancia en estos porcentajes? 

La pregunta da pie a teorías conspirativas, como aquella que asegura que los integrantes del Proyecto Manhattan, aquel que produjo la bomba atómica, eran descendientes de extraterrestres que habían aterrizado en Hungría y se habían reproducido con mujeres humanas. Sólo así la gente se explicaba que hubiera tantos genios nacidos en una ciudad tan pequeña: Budapest. En la lista destacan Leo Szilard, Edward Teller, Eugene Wigner y John von Neumann, todos ellos judíos. 

Pero, aunque en menor proporción, en el proyecto también había bastantes miembros de esta religión provenientes de otros países, como Alemania, Austria, Polonia, Francia e Italia. El común denominador parece de origen étnico más que geográfico. ¿Entonces los extraterrestres buscaron a mujeres judías para reproducirse? La realidad es que, una vez que se tienen suficientes antecedentes, no es necesario recurrir a los aliens para explicar la inteligencia humana; aunque sí es importante echar un vistazo a los genes.

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UNAS POR OTRAS

Los judíos, específicamente los askenazis —aquellos cuyo origen se ubica en Europa Central—, poseen una marcada propensión a ciertos padecimientos hereditarios, como la enfermedad de Gaucher o la distonía. Según la literatura médica, ambas suelen favorecer un incremento en el coeficiente intelectual (IQ). 

Este tipo de mutaciones se da como resultado de una selección natural rápida, es decir, transcurrida en  siglos o algunos pocos miles de años, contrario a los millones que toma la evolución de las especies. Un ejemplo es el desarrollo de la drepanocitosis en los africanos, que provoca anemia, pero también protege de los efectos de la malaria, un mal común en ese continente desde hace aproximadamente un milenio. 

Esa dinámica lleva a preguntarse cómo es que la selección natural propició las enfermedades hereditarias en los judíos de Europa Central. El estudio Historia natural de la inteligencia askenazi da varias pistas al respecto. Una de ellas es que este grupo, debido a su condición de desplazamiento constante, se enfrentó a diversas presiones que exigían cierto nivel de inteligencia para superarlas. Por ejemplo, les era prácticamente imposible dedicarse a la agricultura, porque para ello tendrían que haberse establecido definitivamente en un sitio y el antisemitismo del que eran objeto no lo hubiera permitido. Así, del siglo IX al XVIII, los judíos terminaron dedicándose principalmente a trabajos más intelectuales que físicos, como aquellos de la rama financiera o comercial. Eventualmente, eso favoreció su situación económica muy por encima de los campesinos, que aún eran mayoría en aquella época.

Desde esos tiempos la holgura monetaria significaba un mayor éxito reproductivo, por lo que los askenazis podían permitirse tener más hijos que el promedio de la población. Además, el antisemitismo y la propia estructura del judaísmo —cuya feligresía es por nacimiento y no por decisión—, permitieron un bajo flujo génico, es decir, muy poca combinación de genes con otras etnias. En pocas palabras, quienes tenían un IQ más alto podían sobrevivir más fácilmente al dedicarse exitosamente a labores de alta complejidad intelectual; eso les aseguraba también una mejor economía y, por lo tanto, mayores probabilidades reproductivas. De ese modo, el nivel de inteligencia se heredaba generación tras generación. 

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ERA DORADA DE LA FÍSICA

Scott Alexander, en su ensayo The atomic bomb considered as hungarian high school science fair project (La bomba atómica considerada como proyecto científico de una escuela secundaria húngara), profundiza más al respecto, pero en la historia reciente.A inicios del siglo XX, los judíos habían logrado establecerse en ciertas regiones donde había amainado la feroz persecución contra ellos. Mientras en lugares como Rusia todavía eran relativamente comunes los pogromos —masacres de grupos étnicos promovidas por el poder—, países como Alemania o Hungría no sólo ofrecían seguridad, sino grandes oportunidades de prosperidad. No es de extrañarse, entonces, que el 25 por ciento de la población húngara fuera judía, y que además estuviera a cargo del 90 por ciento de la industria en el país, dados sus antecedentes intelectuales.

Alexander explica que esas condiciones permitieron que las personas con alto IQ alcanzaran su potencial, cuando en las circunstancias difíciles del pasado tal vez habían podido tener éxito, mas no llegar al grado de la genialidad, como ocurrió en las primeras décadas de los 1900. 

A esa generación pertenecen los físicos Albert Einstein, quien desarrolló la teoría de la relatividad; Niels Bohr, estudioso de la estructura atómica; Erwin Schrödinger, que hizo grandes aportaciones a la mecánica cuántica; Max Born, mentor de nueve ganadores del Nobel; George Gamow, pionero de la teoría del Big Bang, entre muchos otros. 

Si bien la ciencia no deja de progresar, la realidad es que hubo una época dorada en aquellos años. “Me pregunto acerca de esto por un sentimiento que escucho mucho, de gente que sabe más de física que yo, de que simplemente ya no tenemos a gente como John von Neumann o Leo Szilard. Que hubo una rara productividad mágica a inicios del siglo XX, especialmente en Europa Central y entre los inmigrantes de Europa Central a los Estados Unidos, que realmente no hemos podido igualar”, puntualiza Alexander. 

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¿IQ PERDIDO?

Es evidente que un lamentable hecho histórico pudo haber sido la principal causa de que se detuviera esta proliferación de genios judíos: el holocausto. Sin embargo, la población de askenazis se ha recuperado en su mayor parte desde aquel genocidio, y aun así parece que no estamos nuevamente en una era de genios —aunque sin duda hay muchísimo talento realizando avances científicos—. 

El historiador Sander Gilman aborda este fenómeno en su artículo Are Jews Smarter Than Everyone Else? (¿Son los judíos más listos que todos los demás?), donde explica que la inteligencia “‘declina’ mientras la presión para ser excelente en cualquier grupo identificable disminuye y el grupo deja de necesitar ‘héroes’”. Esto esclarece por qué, actualmente, los judíos que viven en Estados Unidos toman sus decisiones laborales más basados en su estatus clasemediero que en una apremiante necesidad de compensar la discriminación antisemita. También revela por qué los asiático-americanos se decantan por profesiones de alta demanda cognitiva: esta generación todavía carga con la presión de sus padres para destacar en el continente americano ante la falta de oportunidades en sus países de origen. 

De lo expuesto en este texto se pueden obtener dos conclusiones: primero, que el ser humano tiene una increíble capacidad para adaptarse a su entorno y enfrentarse a las dificultados; segundo, que sea cual sea el motivo por el cual un grupo étnico destaca en ciertos aspectos, lo cierto es que esa ventaja puede dejar grandes aportaciones para el mundo. 

Cabe cerrar con las palabras del columnista Bret Stephens, de The New York Times: “Occidente puede honrar el principio del pluralismo racial, religioso y étnico, no como una aceptación de mala gana hacia los foráneos, sino como una afirmación de su propia identidad diversa”.

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Escrito en: judíos Israel askenazis

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