@@GOOGLE@@

Swallow

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

La pica, o síndrome de pica,  es un trastorno de conducta alimenticio en el que una persona ingiere compulsivamente cosas que no se consideran alimentos. Pueden ser objetos o substancias, como tierra, pegamento, pintura, papel o hasta restos fecales y el deseo es tan grande que parece incontrolable, se consume compulsiva y obsesivamente. La enfermedad se presenta sobre todo en niños y adolescentes pero también en mujeres embarazadas. Los pacientes con este síndrome disfrutan sentir cierta textura en la boca, al lamer o tragar cosas, aunque también puede ser para cubrir deficiencias alimenticias o en el caso de mujeres embarazadas, insuficiencias de calcio y hierro.

Las razones que lo provocan no son totalmente claras; puede ocurrir por ambientes o contextos poco favorables durante la infancia, como violencia doméstica, por deficiencia de ciertos nutrientes en el organismo o por ansiedad y estrés permanente, en cuyo caso la pica se convierte en un medio de escape o mecanismo de defensa.

Esto es por lo que atraviesa la protagonista de la película Swallow (EUA-Francia, 2019), escrita y dirigida por Carlo Mirabella-Davis y protagonizada por Haley Bennett, Austin Stowell, Elizabeth Marvel, David Rasche y Denis O'Hare. La historia sigue a Hunter, una joven recién casada que hace todo por complacer a su esposo Richie, sin embargo, la relación no es particularmente afectiva, solidaria, equitativa ni empática. Hunter pronto comienza a verse y sentirse como un objeto, cuyo papel o función es únicamente obedecer, cuidar del hogar y acatar sumisamente, sin libertad propia o posibilidades de crecer como persona.

El mundo de Hunter se reduce a las cuatro paredes de su casa. A Richie no le interesa lo que ella piense, opine o necesite; si ella quiere platicar, por ejemplo, él prefiere mirar su celular. Con el tiempo lo que Hunter recibe no es más que indiferencia y críticas pasivo-agresivas, tanto de su esposo como de su familia política, acostumbrados a las banalidades y apariencias de la indiferencia social narcisista en la que viven. 

La rutina de Hunter rápidamente se limita a su rol de esposa abnegada, hasta que no queda nada que sea suyo propio; no tiene pasatiempos, no se cree apta para hacer o lograr cualquier cosa, por ende, tampoco se traza metas o propósitos y su círculo social no va más allá de la presencia de Richie y los padres o amigos de éste.

A pesar de encontrarse en una prisión de cristal, la monotonía aparentemente la complace, precisamente porque no tiene planes ni objetivos, ni motivaciones ni expectativas; para ella hacer nada es bueno y la simpleza de su existencia es suficiente, o al menos así parece que es. Las cosas cambian cuando se entera que está embarazada y esto se convierte en un detonante que hace evidente que ha estado viviendo a la deriva, negligente hasta consigo misma. Es entonces que comienza a tragar objetos compulsivamente (de ahí el título de la película); lo hace porque puede, porque quiere, pero sobre todo porque es algo que puede controlar o sobre lo que, cree, al menos, puede tener el control; algo suyo que decide ya no en función de los demás, sino propio y libre de cualquier influencia de Richie y su familia.

Lo primero que se traga es una canica y el acto le parece tan inofensivo como infantil, intrépido y valiente, que hasta se felicita a sí misma, siguiendo las sugerencias de un libro de autoayuda que le dice: “haz algo inesperado”. La hace sentir bien porque la hace sentir diferente, o al menos capaz, espontánea, libre, audaz y, como mínimo, algo más que sólo la esposa de alguien. Lo hace también porque es un medio de escape, especialmente ante la indiferencia y desacreditación de su nueva  familia, o como alternativa para lidiar con la banalidad de su existencia y de su vida al lado de Richie. 

Pero, ¿qué tanto se conoce a sí misma? Ni ella está segura, en parte porque tragar cosas es una forma de ponerse a prueba y ver hasta dónde es capaz de llegar, qué tan lejos puede ir soportando dolor, y más que nada, qué tanto, muy subconscientemente, cree que merece ser castigada o sometida al dolor implícito, una vez que a la canica le sigue una tachuela, un segurito, una pila y muchos más objetos que eventualmente, al menos una porción, tienen luego que ser removidos por cirugía.

Tras de la operación quirúrgica y en espera de que Hunter sea de nuevo sumisa, desinteresada y obediente, la familia de Richie acuerda, entiéndase decide por ella, contratar a un enfermero para que, más que velar por su salud, la siga y vigile 24 horas al día, para evitar que la compulsión continúe y, aún más importante para ellos, que esto ponga en riesgo el embarazo. 

Al verse aislada, controlada, vigilada y hasta objetizada, despojada de toda sensación de control o poder que pudo encontrar en su pequeña aunque destructiva libertad, Hunter termina viviendo una inexistencia que de alguna manera había modificado al momento de comenzar a ingerir objetos. ¿Qué le queda, cuando todo gira siempre en torno a alguien más pero nunca hacia sí misma?

“¿Eres feliz o finges serlo?”, le pregunta su suegra a Hunter, aparentemente de la manera más inocente pero revelando una intención aleccionadora, sugiriendo que Hunter debería estar agradecida por la vida que le ‘ofrecen’ u ‘otorgan’, de privilegios, lujos y riqueza, en la que aparentemente no le falta nada, si bien entendiendo las críticas como una clara desaprobación, casi como condicionando la situación: o acata obediente el rol que se impone y espera de ella, o se hace efectiva la afirmación de que nadie es indispensable, reafirmando en efecto que ni Richie ni sus padres ven a Hunter como alguien especial, a quien amar, apreciar y valorar, sino a alguien que sirve para sus particulares intereses.

La realidad es que Hunter no es feliz y se ha cansado de fingir serlo, porque su voz y sentimientos  importan, aunque la gente a su alrededor actúe como si no. Eso es lo que le han dicho toda su vida y la opulencia que ahora le rodea tampoco llena el vacío de una existencia marcada por profundas heridas emocionales. Tragar cosas es un intento por ‘sentir algo’, pero también uno por combatir su soledad. Así se hace evidente que Hunter constantemente pasa de un estado de autodestrucción a otro y que ha sido así toda su vida, que si aceptó casarse con Richie, más allá del afecto que pueda tenerle, fue porque lo vio como alguien que podría proveerla, cuidarla y hacerse cargo, creyendo que eso la podría hacer feliz. Sin embargo, nada es nunca tan sencillo, Hunter no va a encontrar bienestar siendo lo que los demás quieren que sea, más bien lo hará cuando se libere de todas esas ataduras, simbólicas y representativas, a las que se ha afianzado creyendo que son salvavidas, cuando en realidad son anclas.

Siendo alguien que nunca ha tenido poder o control sobre nada, tragar cosas se convierte en el pequeño acto de rebeldía que le permite finalmente conseguirlo. Qué hay detrás de todo es mucho más complejo, ya que Hunter arrastra otro tipo de asuntos pendientes, heridas, resentimientos, amarguras y dolor, que finalmente revela al confesar que nació producto de una violación y que su madre siempre la rechazó por esto, al verse forzada a dar a luz dadas las creencias fanáticamente religiosas de su familia, que se negó a que abortara.

Desde entonces Hunter siempre se ha sentido rechazada, indeseada, insignificante e insegura. Casarse con Richie parecía una nueva vía de escape, un nuevo comienzo, la llegada a una nueva familia que pudiera valorarla, aceptarla y quererla por quien es. En su lugar se encontró en un nuevo círculo familiar donde seguía siendo invisible, intrascendente para aquellos a su alrededor, incapaces de ver que, el que Hunter ingiriera compulsivamente objetos, era un llamado de ayuda, un grito de auxilio, una clara evidencia de que algo estaba mal con su situación emocional. El asunto es que la familia de Richie lo percibe como un inconveniente, un bache en sus propios planes, prioridades y necesidades.

Hunter misma no se valora, por eso permite que la gente le dicte qué hacer, acostumbrada ya a ser así: complaciente, callada, sumisa, obediente, incapaz de defenderse para no alterar a nadie, al punto que prefiere dañarse que alzar la voz. Lo único que decide por sí misma es lo que poco a poco la está matando, una especie de autoflagelación o autodestrucción de la que tiene que entender su origen para poder cambiarla. ¿Qué es lo que realmente la lleva a sentirse como se siente? Quienes la conocen no se interesan por ella, pero ¿por qué ella no se interesa por si misma? ¿Qué ha afectado tanto su autoestima que su vida no gira más que en torno al anhelo de ‘ser vista’?, simbólicamente hablando, al grado que haría cualquier cosa con tal de conseguirlo.

Cuando la familia de Richie finalmente intenta internarla en un hospital psiquiátrico, destruyendo toda sensación de autonomía que Hunter aún pudiera sentir, se ve obligada a preguntarse si el fin último es en efecto ayudarla o sólo facilitar el medio para cumplir con un objetivo: quedarse con su bebé, dado que lo único que parece interesarle a esta familia es un ‘heredero’.

Así que Hunter huye y aunque inicialmente esto pareciera un intento por escapar nuevamente de su realidad, eventualmente se convierte en el empuje necesario para confrontar su pasado y en cierta manera hacer lo mismo con su forma de ser y actuar. La negativa de Richie por entenderla o al menos tenerle un poco de comprensión y empatía, más el rechazo de su propia madre, quien no acepta que la visite, sabiendo incluso que su hija explícitamente le está pidiendo apoyo <un comportamiento de repudio y alejamiento que ha sido constante entre Hunter y su madre>, la lleva a darse cuenta que ha tocado fondo, que no hay otra forma de avanzar que no sea sanando el pasado que la aprisiona en sus propios pensamientos negativos, demonios, manías y trastornos. Ese pasado es su padre biológico, a quien resiente, demoniza y odia, por todo lo que representa.

Sólo dialogando con él, no para perdonarlo sino para perdonarse a sí misma, Hunter será capaz de salir de su estancamiento, algo que hasta ahora no ha conseguido, resolviendo que sus constantes autolesiones y menosprecio mucho tienen que ver con la percepción equivocada que tiene de su persona, prefiriendo siempre que los demás la definan en lugar de hacerlo por sí sola, porque si estuviera en sus manos, todo sería distante, indiferente, impersonal y banal, como son y han sido siempre aquellos a su alrededor.

Comportándose como si todo estuviera bien, aunque por dentro esté desmoronándose, demuestra con claridad todo lo que Hunter reprime al extremo. No es sólo que nunca haya tenido control sobre sí misma, es que, sobre todo, nunca ha tenido control sobre su cuerpo, evidentemente desde que fue concebida, razonándolo como un embarazo no deseado de su madre; y claramente tampoco ahora, tratada por Richie y sus padres como alguien que sólo les ‘sirve’ para dar a luz, especialmente una vez que su enfermedad es diagnosticada. 

Ellos la tratan como si tuviera que ser perfecta para ganarse una vacante en esta vida idílica; bien vestida, peinada y portada, aunque ello signifique sacrificarse, o como si la única forma de encontrar realización fuera a través de otros o la percepción de otros; arreglarse para otros, vestirse para otros, decir lo que los otros quieren oír y mantener la careta siempre a la mano para no derribar esa apariencia de perfección.

En ese sentido muchas mujeres viven un escenario parecido al de Hunter, a pesar de que la liberación y revolución femenina lleva tanto tiempo clamando por autonomía y equidad, para romper moldes, pero sobre todo, para dejar de asociar a la mujer con abnegación y sacrificio. En el mundo real, diversas personas (como Hunter), sociedades y círculos sociales esperan que las mujeres luchen sus batallas en privado y en secreto; entre más discreto, mejor, como si su sola existencia, dudas, pensamientos, opiniones, recorridos, reclamos, exigencias, sugerencias y reflexiones no sólo no fueran dignas, sino que, en caso de suceder no sea nunca en la superficie, no de manera abierta y no alzando la voz, como para evitar que sus palabras e ideas tengan eco.

Si Hunter ha pasado toda su vida luchando entre las sombras es porque el poder y la autoridad sobre ella la hacen sentir que así es como debe comportarse. Cuando deja de hacerlo, rompe el esquema; el peligro es que lo hace de la manera más autodestructiva imaginable. Su única salida es cambiar la percepción que tiene de sí y comenzar a cubrir sus necesidades emocionales por encima de las de los demás, trabajando en su autoestima, autoconfianza, autocuidado y amor propio.

Aunque suene trillado, la única forma de salir del hoyo metafórico, es haciéndolo por cuenta propia. Y aunque parezca evidente decirlo, para algunas personas es más difícil que para otras, especialmente en aquellos grupos constantemente incomprendidos, marginados, desechados, menospreciados o relegados; entre ellos, todavía hoy día, las mujeres.

Ficha técnica: Swallow

Fotos más vistas en 15 días

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok