El presidente Xi Jinping, el líder de China más poderoso en décadas, reforzó su posición de dominio al recibir otro mandato a la cabeza del Partido Comunista, que gobierna el país. El nombramiento rompía con la tradición e iba acompañado de ascensos a aliados que apoyan su visión de un control más estrecho sobre la sociedad y la economía.