A falta de tiempo, dejó la escuela e invirtió sus días al empleo que tenía en una refaccionaria. Había cumplido 18 años, pero siempre tuvo la idea de dibujar, de entregarse al grafito con sus luces y sus sombras.
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A falta de tiempo, dejó la escuela e invirtió sus días al empleo que tenía en una refaccionaria. Había cumplido 18 años, pero siempre tuvo la idea de dibujar, de entregarse al grafito con sus luces y sus sombras.