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Juan Villoro

Juan Villoro guía en 'La tierra de la gran promesa'

Acompañado de Vicente Alfonso, el escritor presentó su nueva novela en los 100 años de El Siglo de Torreón

SAÚL RODRÍGUEZ

Como un orgulloso colaborador de El Siglo de Torreón, Juan Villoro presentó este jueves el corazón de su reciente novela La tierra de la gran promesa (Literatura Random House, 2021). El escritor y periodista fue acompañado por el también literato lagunero Vicente Alfonso en las instalaciones del diario, como uno de los eventos que engalanan los festejos por el centenario de esta casa editora.

La nueva obra de Villoro ha captado la atención de los principales críticos del país. Una de sus definiciones acuña la frase "una metáfora del México contemporáneo". En 408 páginas, el también cronista crea un mundo capaz de atrapar al lector entre sus letras y se desborda en llamaradas de reflexiones sobre el manejo de la información y la realidad.

Tras las intervenciones de Patricia González-Karg de Juambelz, presidenta del Consejo, y Daniela Cervantes, editora de la revista Siglo Nuevo, el escritor Vicente Alfonso tomó el micrófono e introdujo hacia el libro de Villoro, donde el también miembro de El Colegio Nacional ha empleado el rubro cinematográfico para construir su historia.

Génesis

El origen de La tierra de la gran promesa, responde al entorno nebuloso que para el autor tiene toda novela. Todo inició a raíz de un relato encargado por el cineasta brasileño Felipe Hirsch para una serie de televisión. El único requisito radicaba en que el protagonista durmiera y despertara en algún momento.

"Y yo escribí la historia de un documentalista, que habla dormido, que está casado con una sonidista y ella puede captar lo que él dice y establecer el discurso involuntario que su marido está comunicando. Sus sueños son confesiones que él no ha querido hacer y que ignora que las hace, porque quien habla dormido no tiene idea de lo que está diciendo. Ella, siendo sonidista puede grabarlo y poco a poco las palabras dispersas se integran en un discurso".

Bajo esta consigna, Villoro considera que escribir una novela es realizar una especie de expedición en el bosque. El autor se extravía en medio de los árboles, busca un camino del que desconoce su existencia. Cuando menos lo espera, encuentra el sendero en la montaña que lo conduce a un paisaje inesperado. Esa era la ruta que secretamente buscaba sin saberlo.

"Cuando empiezas a escribir una novela que es un libro, que te vas a tardar cuatro años escribiendo, tienes una idea inicial, pero es difícil que sepas de antemano todos los derroteros que va a tener esa novela".

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El relato no tuvo proyección en pantalla. Entonces, Villoro comenzó a reflexionar sobre el protagonista. Tenía claro cuál era su discurso nocturno, habría que generar una contraparte y definir las acciones que el documentalista efectúa durante el día con los ojos abiertos, las cuales por su oficio versarían en registrar la realidad.

"El personaje, queriendo controlar el mundo del cine, donde él trata de ser un espejo objetivo de la realidad y decir las cosas tal y como ocurren (como lo haría cualquier buen periodista), en ese mundo del documental y en una situación tan compleja como la de México, descubre que tiene tan poco control sobre la realidad como el que tiene sobre sus propios sueños".

El protagonista confronta voluntades ajenas que lo orillan a filmar un documental en una zona de alto riesgo. El factor del narcotráfico aparece y condiciona su trabajo. Surge el dilema de la obtención y manejo de la información, de las consecuencias a las que se atiene un documentalista en países como México. Gracias a esta historia, Villoro entra a la piel de una profesión ajena a la suya, pero que es compatible en aspectos como el acudir al lugar del hecho y ser cercano a la gente.

"Comencé a pensar qué tipo de documentalista es. ¿Algo cercano a mí, de mi generación? ¿Cuál fue el acontecimiento que lo marcó de joven? Por supuesto, el incendio de la Cineteca Nacional en 1982".

Durante ese incendio se consumieron más de seis mil películas, algunas de ellas sin copias de respaldo. Fue una tragedia para el patrimonio cinematográfico de la nación. La ironía alumbró en que, en ese momento, se proyectaba la película La tierra de la gran promesa (1975), filme dirigido por Andrzej Wajda, cuyos fotogramas reflejan las ilusiones de un exitoso empresario polaco que no asegura su fábrica contra incendios. De ahí el título de la novela. 

Reflexiones

El escritor comentó que actualmente se vive un momento preocupante respecto a la interpretación de la realidad. Existe una fuerte crisis del entendimiento que esta más allá de sus complejidades. Ante la situación, a los ciudadanos no les queda más remedio que afrontar la época sosteniendo su esperanza.

"La esperanza no es algo que uno tenga por azar, creo que la esperanza es una obligación. Es una obligación de todos nosotros pensar que las cosas deben y pueden cambiar".

Temática. La obtención y manejo de la información, así como la visión de la realidad, se desarrollan desde el cine documentalista. 

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