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Santuario del Perpetuo Socorro

'Quiero ver el rostro de Dios y que sea un rostro amoroso, de paz y que tenga piedad y misericordia de mí'

El padre Antonio Estrella, párroco del Santuario del Perpetuo Socorro, considera que el núcleo central de la espiritualidad es el amor a Cristo Jesús y la entrega, con un dinamismo misionero de enseñanza del Evangelio

PATRICIO DE LA FUENTE

Le agradecemos al padre Antonio Estrella, quien es el superior de la Orden Redentorista, párroco del Santuario del Perpetuo Socorro y un hombre muy querido en nuestra comunidad, el haber aceptado formar parte de las Entrevistas del Centenario. Padre: muchísimas gracias por recibir a El Siglo de Torreón aquí en el santuario.

Padre Antonio: Buenas tardes, Patricio. Me da mucho gusto recibirlos, sean bienvenidos a esta su casa, a la casa de todos, es la casa de Dios, la casa de nuestro Señor Jesucristo, de la Santísima Virgen María, bajo esta bella vocación de nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Bien lo decías tú: no es una parroquia, es un santuario dedicado a la Virgen María, nuestra señora del Perpetuo Socorro.

-A ver, empezando por ahí, ¿cuál es la diferencia entre una iglesia y un santuario? ¿Qué características debe cumplir una edificación para serlo?

Nosotros somos una capellanía que pertenece a la Parroquia de Guadalupe, no somos una parroquia. Aquí no llevamos registro de libros parroquiales como libros de bautismos, de confirmaciones, de matrimonios, de todo eso que son archivos tan importantes dentro de una parroquia para la Diócesis, aquí no se llevan. Todo se tiene que gestionar en nuestra parroquia a la que nosotros pertenecemos y esa parroquia a la que pertenecemos es la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, a unas cuadras de aquí.

-Padre, ahora regresando al inicio. Antes de la entrevista hablábamos de la importancia del núcleo familiar en nuestro entorno y sobre todo de niños, de adolescentes, porque nos define. Sé que usted viene de una familia con muchos hermanos. Platíqueme de su entorno, de sus padres. 

Soy de Guanajuato, del municipio de Apaseo el Grande, un municipio que está entre Querétaro y Celaya. Mi familia es numerosa, somos muchos hermanos, todos viven, gracias a Dios, mi padre partió a la casa del Padre hace unos veinte años. Una familia unida, sencilla, trabajadora, que vive de su trabajo y, al mismo tiempo, una familia religiosa, de fe, donde crecimos y nos inculcaron la fe en nuestra religión católica.

-Eso es muy importante. Viéndolo en retrospectiva, cuando se tienen que tomar decisiones de vida trascendentales a los veinte, veintitantos años, es difícil. Recuerdo que para mí no fue fácil y eso que existía en casa la facilidad de escoger nuestro propio camino, pero si no te gustaba o no eras bueno para algo, podías recular, cambiar, sabiendo que no era tan grave. En la primera juventud se cometen errores. Padre, escoger la vida sacerdotal y acudir al llamado de Dios son palabras mayores. ¿En qué momento siente usted el llamado de Dios?

Mi historia vocacional empieza muy joven. Yo era un niño y ayudaba como acólito al párroco de mi pueblo en el municipio y ahí nació la primera inquietud y a los 12 años por invitación del padre Mauro Gutiérrez, fui al seminario de San Luis Potosí con los Misioneros Redentoristas, con los padres de la Congregación del Santísimo Redentor. Entonces, muy pequeño, creo que al inicio mueve el ideal de ser como aquel padre que va a predicar una misión a tu pueblo y de ayudar a la gente y de dar a conocer a Cristo a los demás, a dar a conocer su palabra. Sin embargo, considero que en el transcurso del crecimiento y de la maduración van surgiendo inquietudes, van surgiendo dudas, pero se va reafirmado también la opción fundamental de decir: yo quiero servir a Dios y quiero consagrar mi vida en esta congregación, en esta orden religiosa que se dedica fundamentalmente a predicar la palabra de Dios, el evangelio a los más necesitados, a los pobres, a los sencillos, a los abandonados en cualquier situación.

- Desde que usted toma la decisión, obviamente forma parte de un proceso hacia la ordenación sacerdotal. ¿Es difícil? ¿Vienen dudas?

Sí, puede haber dudas de todo, ¿verdad? Incluso a veces las mismas situaciones familiares, pero considero que con la ayuda de los formadores y de la misma familia, de los padres que te apoyan y que te sostienen en momentos de duda y en momentos de crisis y en momentos difíciles, es lo que te da la certeza de que ese es tu camino, de que todas esas dudas quedan despejadas, de que la mejor manera en que tú les puedes ayudar es precisamente rezando por ellos y no siendo, a lo mejor, un problema más para ellos.

-Sí, porque en la vida siempre tenemos que aprender a gestionar el conflicto y más en un entorno como el suyo, padre, con tantas hermanas y hermanos.   Me habla usted de apoyo. ¿Sus padres se sorprendieron?

Claro que sí. Creo que en aquel entonces el más sorprendido fue mi papá, él se oponía a que yo ingresara al seminario y de hecho mantuvo así su postura, hasta que ya cerca de mi ordenación como diácono, como presbítero, él verdaderamente mostró un apoyo incondicional hacia un servidor.

-Yo creo que la mejor manera de dejar callados a los padres, en el buen sentido, es cuando ven a un hijo feliz. Siempre va a existir  preocupación pero cuando te ven realizado, feliz, habiendo encontrado tu camino, creo que es la mejor prueba de que las cosas van a estar bien. 

Por supuesto que sí y, por supuesto, cuando ellos ven que tú eres perseverante y constante con lo que has elegido.

- ¿Hace cuánto fue su ordenación sacerdotal?

Yo me ordené un 31 de julio de 1993, hace ya más de 25 años. Yo me ordeno y en nuestra orden nos van cambiando a distintos lugares cada periodo. Antes los periodos eran de tres años, ahora son de cuatro años. Yo he estado en muchos lugares: estuve un poquito más de un año en Puebla como ayudante del formador de los chicos del seminario de Filosofía; después me cambiaron a San Luis Potosí, como director del seminario menor donde estudian la preparatoria; después de ahí estuve encargado un año también de los de Teología, los muchachos que ya están terminando sus estudios eclesiásticos; volví a San Luis Potosí un año más; y después estuve aquí en un período de seis meses, en el año 2002; de aquí me fui a la Ciudad de México como párroco y como superior a nuestra Casa Provincial y a la Parroquia del Santísimo Redentor. Luego otra vez a San Luis Potosí como superior, después fui ecónomo provincial del 2015 al 2018 y después para acá.

-Ahora, me imagino que tiene que ver con el voto de obediencia, pero, ¿por qué los cambios? Debe ser difícil, es inevitable echar raíces, uno se encariña con la comunidad, se vuelve uno parte de un sitio y de repente el cambio. Tener que despedirse no han de ser sencillo.

Sí, es un desprendimiento. Claro que es difícil, pero desde que estamos estudiando para hacer nuestros votos de pobreza, castidad y obediencia, nosotros tenemos claro que debemos  obedecer y estamos sujetos a cambios de un lugar físico a otro, de una comunidad a otra. Ahorita, en este momento, está siendo más radical ese cambio porque nuestra congregación se está reestructurando. Ya no solamente vemos nuestra congregación en México, sino de manera mundial está extendida en el mundo, se está reconfigurando. Nosotros quedamos unidos al norte, México, Estados Unidos y Canadá, a partir de hace poco tiempo, lo cual quiere decir que un día podemos estar aquí, otro día podemos estar en otro lugar de la República mexicana o en Estados Unidos o en Canadá.

-Me gustaría que nos contara un poco de la orden redentorista, que data de 1732.

Su fundador es san Alfonso María de Ligorio, nace un 27 de septiembre de 1696. Es un relevante estudioso, a los 16 años de edad ya era doctor en derecho civil y en derecho canónico. Él es doctor de la Iglesia, de los pocos doctores de la Iglesia que han aportado una gran enseñanza. Además de ser doctor de la Iglesia, que son contados, también fue declarado patrono de confesores y moralistas, bueno, son palabras mayores dentro de la Iglesia. Aunque no sea tan conocido, aunque no sea un santo tan popular como por ejemplo otros: san Martín de Porres, san Gerardo, san María Mayela; san Alfonso es un pilar de la iglesia en la cuestión moral.

Él funda la congregación el 9 de noviembre de 1732 para atender a la gente más sencilla, a la gente del campo, a través de misiones populares; está ahí un tiempo, y renovar la vida espiritual, la vida cristiana, la vida de fe, una actividad que hasta la fecha seguimos llevando a cabo. Seguimos predicando misiones, precisamente estamos aquí porque aquí se predicó una misión. En las dos parroquias primeras que existieron en Torreón, que fue Guadalupe y El Carmen, y a raíz de ahí el obispo les pidió a los misioneros redentoristas que fundaran aquí. Nuestro fundador así fundó la congregación en el sur de Italia, en Scala, en 1732.

-¿Es correcto afirmar que por sus creencias la orden fue perseguida en algunos momentos?

Sí. Creo que en distintos momentos la orden, como otras ordenes, fue perseguida, por ejemplo, en España. En España tenemos varios beatos mártires que fueron perseguidos. Uno de ellos estuvo aquí en México, se fue precisamente huyendo de la persecución religiosa de aquí y sin embargo allá le tocó morir.

-Un hombre perseguido durante la Guerra Cristera

Sí, él se llama Ciriaco, beato redentorista español. Él vivió en México, tuvo que salir huyendo por la persecución religiosa de México, se escapó de aquí pero en España ya no pudo escaparse.

-La historia de la orden redentorista es fascinante. Me encontré con algunos decálogos, guías para ser un buen misionero redentorista. Para usted, ¿cuáles son, además de los votos, las características que hacen a un buen misionero redentorista?

Nosotros, en nuestra orden, no solamente somos sacerdotes. También admitimos a hermanos coadjutores, hermanos religiosos, no está conformada únicamente por sacerdotes, no es una orden solamente clerical, es una orden que admite a hermanos coadjutores y también ellos son misioneros, también ellos son hermanos del mismo nivel del sacerdote, predican misiones.

Creo que lo más fundamental, como bien lo dice san Alfonso, es la práctica del amor al sufrimiento de Jesucristo nuestro señor, eso es lo fundamental, el núcleo central de nuestra espiritualidad: el amor a Cristo Jesús nuestro señor y la entrega, con un dinamismo misionero de enseñanza del Evangelio. San Alfonso decía, con un lenguaje sencillo, entendible a la gente, que las personas puedan comprender, no demasiado teológico o elevado que le sea incomprensible a las personas, entender el mensaje del Evangelio para después poder llevar a la práctica en su vida de cada día.

-Padre, llega usted de vuelta a Torreón, se topa con el Santuario del Perpetuo Socorro y emprende un gran proyecto de restauración. Se trata, además, de un edificio catalogado, y eso observa cierto grado de dificultad. La restauración de un inmueble catalogado ya sea por el INAH o el INBA, implica que se respeten ciertas normas para que los inmuebles conserven su esencia original.

Debo confesar que cuando yo llegué aquí y vi el templo, tanto exterior como interior, sentí un reto, un desafío. Decir: "tenemos que hacer algo para restaurar el templo", se estaban cayendo las cornisas de las torres con el peligro de que se le pudieran caer a una persona que pasara por la calle. Al principio no sabía cómo y le hablé a una persona que trabaja en el periodismo y ella me dijo: "vamos a hablarle al del Centro Histórico", hablamos con él y la gran sorpresa es que inmediatamente se dejó venir. En ese momento me dice: "¿en cuánto tiempo me recibes?", fue algo providencial. Ahí se empezó a gestionar un proyecto de restauración de las torres, de la fachada del templo, en un concurso de una institución dependiente de la Secretaría de Cultura que se llama Foremoba. Empezamos a hacer la gestión, a presentar la documentación, el proyecto, a definir qué iba a abarcar. Después venía la licitación y gracias a Dios el proyecto fue aprobado, entonces se destinaron recursos tanto federales como recursos municipales y también un poquito de recursos de la orden: una participación tripartita. Así empezó la restauración de afuera; coincidieron los trabajos de esa obra exterior con lo más duro de la pandemia, de tal manera que se pudo trabajar cuando estaba cerrado el templo sin ninguna dificultad.

-Se respetan ciertos lineamientos que pueden ser tediosos, pero que tienen una razón de ser. ¿A qué atribuye el abandono en el que se encontraba el Santuario?

Todo redunda, lamentablemente, en lo económico, en que no se tienen los recursos. Gracias a Dios aquí hemos tenido el apoyo providencial. Nosotros hemos tocado puertas, se han abierto puertas y hemos conseguido recursos para seguir. Cuando se terminó afuera, adentro se veía mal, entonces fue cuando empezamos a tocar puertas de muchos lados para que nos ayudaran con algo, y también los feligreses, desde el que nos daba un peso al que nos ayudaba en especie incluso, eso lo debo reconocer. Debo reconocer que en ese sentido Torreón, la Comarca Lagunera, porque aquí vienen personas no solamente de Torreón sino de Lerdo y de Gómez, y todos aportaron para que se siguiera realizando la obra.

-¿Qué sigue? 

Estamos proyectando, en colaboración con la Universidad La Salle, que se haga un proyecto visible de lo que ya está y a partir de ahí, lo que queremos hacer. ¿Qué es lo que queremos hacer? En todos los techos y en las molduras, ponerle hoja de oro, se vería desde el retablo que ya tiene. Estos capiteles de las columnas, entonces hay que seguirle para arriba, que no se quede aquí, y darle su conjunto a todo, y entonces sería realmente un templo hermoso, un templo bello, estéticamente hablando, un templo decoroso y digno para el culto divino, para el culto de Dios y la celebración de los fieles y de su fe, eso es muy importante.

-Usted tiene ya una gran experiencia, sabemos que le gusta la restauración, padre, que posee una visión arquitectónica muy clara. 

En otros he hecho yo, en otros templos donde he pasado, en San Luis Potosí o la Ciudad de México que es donde más he estado, les he hecho algunas mejoras nada más. Aquí es donde, de alguna manera, ha sido más extensa la conservación, pero sí me gusta que las cosas se hagan bien, que se hagan decorosas y que se apeguen de alguna manera a lo original del templo. Y que si se le va a poner algo, como por ejemplo, al retablo o al cancel de la entrada, que sea para mejora y para realzar ese espacio que al final es sagrado, que es de Dios, que se va a dedicar a lo más grande que es lo sagrado y el culto divino.

-Háblenos un poco del entorno. Este retablo quedó impresionante. La señora Marcela González de Gramillo ha sido una pieza fundamental en el proceso de restauración al hablar con empresarios, en interesar a la comunidad en temas de recaudación de fondos. Por cierto, la comunidad sabe que ha sido un proyecto totalmente transparente por parte del Gobierno a sus tres niveles, del empresariado y los mismos fieles. Por ello, un medio de comunicación debe ser el megáfono que visualice el consenso a favor de un gran proyecto como este. 

Yo estoy muy agradecido con la señora Marcela, ella ha sido la que más ha tocado puertas de empresarios que a lo mejor yo ni siquiera conozco directamente. Yo conozco a las personas que aquí vienen y a lo mejor dan su donativo de manera anónima y pequeña, pero hay otros que a través de la señora Marcela han dado su donativo y todos son importantes: desde el que da mucho hasta el que da poquito, mi gratitud para todos ellos. Desde aquí yo oro y pido todos los días por todos ellos. Que Dios los llene de bendiciones, que Dios sea misericordioso y providente con ellos, desde los que están trabajando más activamente hasta los que trabajan, a lo mejor, como albañiles o carpinteros, a todos les estoy sumamente agradecidos. Abro aquí el espacio para decirles a personas que quisieran ayudarnos en este proyecto, que ojalá se pueda ya ver visualizado qué es lo que sigue, a través de la ayuda de la Universidad La Salle, se animen y que nos ayuden a seguir embelleciendo este templo que es emblemático para la ciudad de Torreón.

Es un templo, yo escucho a las personas que han venido aquí, que ha traído de visita la señora Marcela Gramillo, todos dicen: "es que yo aquí venía de chico, yo aquí hice mi primera comunión, yo aquí me casé, yo aquí venía a ofrecer flores a la Virgen, yo aquí venía a ver a san Gerardo, vine a ver al Señor de los Afligidos, yo soy devota del Señor de los Afligidos, yo soy devota de la Madre", entonces todo eso es importantísimo. Quiero invitar a todos a que nos sigan apoyando para que en este templo todos nos sintamos contentos y que sea un espacio de encuentro de fe. Lo importante es que haya un movimiento de vida cristiana, de vida de fe aquí. No tiene sentido tener un espacio tan grande, tan espacioso, bonito, hermoso, si no hay vida cristiana, no tiene ningún sentido. El sentido lo tiene, que esto se esté embelleciendo, el que las personas se comprometan a vivir la vida cristiana del Evangelio, que hoy es tan importante en nuestra sociedad, en nuestro mundo y en nuestras familias, porque va corriendo, por un lado, la vida de fe, y por otro lado la vida humana, la vida profesional, como si fueran separadas en carriles distintos. Voy a misa, pero después allá afuera no me comporto como un verdadero católico, como un verdadero hijo de Dios, como un verdadero cristiano. No podemos separar la fe de la vida, no puedo yo venir aquí a celebrar un sacramento y después no vivirlo.

Eso es lo que está pasando en nuestra sociedad y eso es motivo de muchos conflictos, de muchas divisiones, de muchos problemas. A eso le deben dar los papás demasiada importancia; hoy los papás se preocupan porque sus hijos tengan la mejor educación, la mejor carrera, la mejor preparación para un trabajo, que ganen bien, lo cual no está mal, es excelente, pero así como se preocupan de eso, deben preocuparse también de la vida espiritual, de la vida interior, de la vida religiosa de sus hijos, que sean persona de principios, de valores, honestos, justos, que vivan la vida del Evangelio, la vida de la enseñanza de nuestro señor Jesucristo.

-Nos ha pasado, padre, y es recurrente en la historia, usted lo sabe. Cuando nos desviamos de ciertos valores, de ciertas conductas. Tenemos muchos lectores que no son católicos, pero aquí hablamos de códigos universales de ética y valores, de los cuales quizá nos desviamos. Parece que la pandemia nos hizo rescatar lo importante, entre ello recordar a Dios, al que parece solo acudimos en momentos de tribulación o desgracia. 

Esta pandemia puso al descubierto la pobreza, no solamente material que vive nuestra sociedad, que vive nuestro mundo, sino también la pobreza espiritual que vivimos. La pandemia alejó a la gente de su práctica religiosa, de su práctica de fe presencial, la gente que más fe tiene, que estaba más arraigada en sus principios religiosos, es la que mejor ha llevado la pandemia y este tránsito. Hay personas que quedaron completamente alejadas de lo poquito que tenían de sus principios de fe, y son personas que viven realmente en la pobreza espiritual. Tenemos ante ello, la Iglesia, y quienes formamos parte de ella, un gran desafío, un gran reto, y el reto es otra vez volver a hacer presente a Cristo Jesús en todas aquellas personas que están alejadas de él. Mi esperanza es que esto vaya pasando y que otra vez volvamos a retomar nuestro camino y que volvamos otra vez a ir construyendo, a ir edificando la comunidad, a ir edificando a la persona que está dañada, que está herida, enferma, irla edificando en el espíritu de Cristo, con valores cristianos, con valores de fe, con valores religiosos, con valores humanos. Que sea una persona que no solamente se acuerde de Dios cuando hay momentos difíciles, sino que sea una persona que tenga presente a Dios siempre en su vida, no solamente cuando lo necesita o como se dice: cuando el agua le llega al cuello. Dios no es un salvavidas, Dios debe estar presente en la vida de la persona en los momentos de alegría, en los momentos de gozo, en los momentos de triunfo y también en los momentos difíciles, en los momentos adversos.

-Padre, contamos con varias audiencias. Muchas personas, gracias a un gran equipo, nos van a estar viendo a través de Siglo TV, pero también la estarán leyendo. Para esa gente que quizá no se mete al video, pero que nos lee desde la edición impresa o digital, me encantaría que nos narrara lo que aquí ocurre. Nos encontramos platicando abajo del altar y ante un maravilloso retablo. ¿Quiénes son toda esta serie de santos y de vírgenes que nos acompañan?

Litúrgicamente, quien preside siempre un altar mayor es Cristo Jesús, él es el centro, aquí está nuestro Señor Jesucristo. Él es el que da sentido a todo. Y después, arriba, tenemos la imagen de la vocación que lleva precisamente nuestro santuario, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Este es un ícono, un ícono no es una pintura cualquiera, es como un libro abierto de enseñanza. El que pintó el ícono antes del año 1500, 1490, aproximadamente, en la isla de Creta, es un autor anónimo. Su interés no era promocionarse, el interés es que la persona que se pusiera a meditar arrodillada ante el ícono descubriera todo el amor y toda la belleza de Dios. En este ícono no sale sobrando nada, cualquier detallito que tú veas tiene una razón de ser: al lado hay unos angelitos que son el Arcángel Gabriel y el Arcángel Miguel; ellos le enseñan los instrumentos de la pasión, es decir, donde va a morir y sufrir nuestro señor Jesucristo. Uno le enseña la cruz y los clavos, otro le enseña la lanza que traspasó su costado y la vara, la esponja en la que le dieron a beber vinagre y el jarrito donde estaba el vinagre. 

El Niño Jesús, al contemplar su futuro y lo que le viene hacia adelante, se espanta, claro que se espanta al ver lo que le espera y entonces él se aferra a los brazos de su madre santísima e incluso entrelaza los piecitos y por eso vemos una de sus sandalias, uno de sus huarachitos, suelto. Entonces, la Virgen santísima lo abraza y le da protección, le da socorro, le da seguridad, es su refugio, y eso es lo principal que el artista quería transmitir. El que nos está mirando es un socorro porque constata quién viene con su aflicción, con su problema o una situación difícil a platicarle a la Virgen, a dialogar con ella, de tal manera que quien lo hace con verdadera devoción y con verdadera fe en Dios nuestro señor y en la Virgen, no sale sin ese consuelo y sin ese socorro y salimos reconfortados y en paz. Vuelvo a insistir, por ejemplo, en el detalle de la sandalia: muchos niños se preguntan por qué a la imagen del niñito se le está cayendo el huarache, y desde las imágenes que están ahí, las iniciales de arriba a los lados de la cabeza de la Santísima Virgen María, quieren decir Madre de Dios.

Las iniciales que están a la altura del Niño Jesús quieren decir su nombre, Jesucristo, hijo de Dios; las iniciales que están pintadas en los angelitos quieren decir "Oh, Arcángel Miguel, Oh, Arcángel Gabriel". Para nosotros es un mandato papal, el dar a conocer la devoción a la Virgen del Perpetuo Socorro y la historia la sabemos de "pe a pa", no podemos no dejar de hablar de ella y no podemos dejar de hablar de quienes son nuestros fundadores que están aquí: san Alfonso, nuestro fundador, un amante de la Virgen del Perpetuo Socorro; su espiritualidad está centrada en tres ejes fundamentales de la vida: la encarnación de Dios en el Niño Jesús, en todo lo que es la encarnación. Él escribió muchísimo sobre la encarnación, sobre el nacimiento de Jesús, compuso, fue músico y fue también pintor, compuso un villancico a nuestro señor Jesucristo: "Tú desciendes de la altura, desciendes de las estrellas", en italiano. San Alfonso, que era de una familia noble en el reino de Nápoles, su papá fue capitán de las galeras reales, se dedicó a los más necesitados y dejó todo para irse a vivir entre los pobres de Scala. Puso todos sus talentos, todas sus capacidades, para atender y servir a la gente necesitada.Tenemos también a otro gran santo contemporáneo de san Alfonso, que no es sacerdote pero que es de una gran popularidad, un santo que yo admiro tanto porque siempre he creído que es un santo de alma pura, un alma angelical, que es san Gerardo María Mayela.

Él murió a los 29 años, desde su sencillez, desde su humildad, se dedicó a los trabajos más sencillos, más humildes, a ser sacristán, a ser portero, a ser sastre, cocinero, a pedir limosna cuando había necesidad en el convento, a repartir víveres a gente pobre cuando había escasez en la ciudad, de tal manera que san Gerardo se identifica con la gente más sencilla. Él es considerado como protector de los niños, de las niñas y de las mamás embarazadas. Es por eso que aquí cada día 16 hay una misa especial a las 12 del mediodía en la cual vienen niños y vienen mamás y matrimonios por San Gerardo.

El día de su fiesta que es el 16 de octubre, aquí está lleno de niños. Aun en la pandemia no se dejó de celebrar esta fiesta, es curioso cómo él mismo se hace su fiesta con los niños. Arriba tenemos a san José, que ya sabemos que es el patriarca, el último de los patriarcas, él cuidó a la Sagrada Familia y también es el patrono de toda la Iglesia, el que cuida a la Iglesia, así como cuidó a su hijo del rey Herodes, nos cuida también a todos nosotros que somos familia. Y del otro lado tenemos a san Clemente, que también fue contemporáneo de san Alfonso, -san Alfonso puso en él muchas esperanzas- porque era la manera de salir de los estados pontificios, de salir de Roma y llevar la congregación a otras partes de Europa y de ahí a América. San Clemente es considerado un segundo fundador porque fue quien realmente expandió la congregación fuera de Roma, y de ahí por consiguiente al mundo entero.

-El Señor de los Afligidos. Todas las personas creyentes con las que he platicado me hablan de la impresionante cantidad de milagros que concede. 

Para los que somos creyentes o católicos es la fe, una fe cimentada también en lo humano. El Señor de los Afligidos de alguna manera representa todas las situaciones de aflicción que vive la humanidad, que vive cada ser humano. Todos, sin excepción, tenemos momentos de aflicción, momentos de dificultad, de crisis, dolorosos. Ver a una imagen de Jesús que además es una imagen muy antigua, ver una imagen de Cristo sufrir, porque es el momento en que ya ha sido flagelado, humillado, se han burlado de él, lo han escupido, está Jesús en ese momento de dolor, en ese momento crucial de su vida. La imagen es un Cristo pensante en la redención del género humano, un cristo que ha sufrido. Creo que todos nos identificamos con esta imagen porque de alguna manera todos pasamos por momentos difíciles. ¿Cómo no encontrar en él una respuesta a nuestro problema? ¿Cómo no va a entender nuestras aflicciones, problemas y dificultades? Claro que los entiende. Él conoce de aflicciones y nos dice: "vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, yo los aliviaré y encontrarán en mí descanso.

Creo que de ahí surge esta devoción tan grande al Señor de los Afligidos y yo quisiera aprovechar esta oportunidad, no dejarla pasar, para invitarlos a que lo visiten porque ahí de alguna manera nos vemos retratados todos. 

-Padre: cuando llegue usted al cielo, toque la puerta y le abra Dios, ¿qué cree que le va a decir?

Me pones una pregunta difícil, yo creo que para todos. Quiero ver el rostro de Dios, el rostro de nuestro Señor y que sea un rostro amoroso, de paz, y que tenga piedad y misericordia de mí. Que sea un padre comprensivo conmigo a pesar de mis múltiples errores. Yo no puedo decir que he sido una persona perfecta, pero quiero encontrarme con el rostro de mi padre y que me abrace y que me diga: "tienes que trabajar en esto que no trabajaste allá en la Tierra, lo tienes que trabajar aquí pero bienvenido".

(ERICK SOTOMAYOR/EL SIGLO DE TORREÓN)

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Escrito en: Santuario del Perpetuo Socorro Padre Antonio Estrella

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