Varios centenares de personas se manifestaron este martes frente al Parlamento nipón contra el vertido del agua tratada de la accidentada central nuclear de Fukushima al océano Pacífico, en la misma jornada en la que el Ejecutivo dio a conocer que comenzará el próximo jueves.
"Siento más que preocupación y creo que no se puede permitir jamás. No puedo creer para nada en lo que dice y hace TEPCO", explicó a EFE Miwako Kitamura, una mujer de 55 años y residente en Chiba, quien considera que el momento del anuncio del Gobierno japonés buscaría evitar las críticas y mayores manifestaciones.
La protesta de los ciudadanos nipones se produce coincidiendo hoy con el anuncio del inicio del vertido tras una reunión de Kishida con los ministerios involucrados en la gestión del desastre atómico.
El Gobierno y la empresa propietaria de la central, Tokyo Electric Power (TEPCO), han comprobado "la seguridad" del vertido, dijo el mandatario japonés, por lo que han decidido proceder con él.
"El agua contaminada nuclear sigue sacando su radioactividad y no se ha terminado de tratar, el vertido no puede permitirse", considera Akihiko Katano, un trabajador de 66 años residente en Tokio.
Este ciudadano piensa también que Japón buscaría con este vertido lograr una especie "aceptación de una política nuclear" que facilite al país su uso en el campo militar y lograr así una normalización de su visión en el territorio, crítico con las mismas tras el accidente y los bombardeos atómicos de los que fue víctima en 1945, pese a los que se mantiene amparado por el paraguas nuclear de Estados Unidos.
El agua que se va a verter se compone del agua contaminada durante el proceso de enfriamiento de los reactores dañados y el combustible fundido a raíz del accidente nuclear desencadenado por el terremoto y tsunami de marzo de 2011, así como de filtraciones de agua de lluvia en las instalaciones durante estos más de diez años.
Esta agua se ha estado almacenando en tanques tras someterse a un exhaustivo procesamiento para eliminar la mayoría de los elementos radiactivos, pero los recipientes y el espacio de almacenamiento físico en las instalaciones están llegando a su límite.
La comunidad pesquera del país, y en especial los pescadores locales de Fukushima, han venido mostrando su rechazo a la iniciativa, por el nuevo golpe que el vertido supondrá para la reputación de las capturas de la zona, ya lastradas por las consecuencias de la crisis nuclear.