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ALEJANDRO TOVAR

Albert Camus (1913-1960) periodista, escritor y filósofo argelino-francés, influenciado por geniales como Sartre y Kafka, deshojaba la vida con la nitidez de su inteligencia y decía: “En lo profundo del invierno, he aprendido finalmente, que había un verano invencible en mí”. Dicho esto porque el presente es una jaula inevitable, donde el pasado es solo eso y el futuro es nada, así que los comunes vamos desfilando con el trauma del apego, que tal vez sea el que más daña.

Ese apego llenó el TSM con fans delirantes que ejercieron de combustible pera su equipo en la noche sabatina y que no aprobó su uniforme, tal vez modernista, pero de un gris apático cubriendo corazones vibrantes. ¿Quién ordena que se desplace el hermoso atuendo original de Santos? pues de local debe tener sus casacas clásicas, aunque tal vez se impone la casta poderosa que nos domina a través del dinero. Todo equipo de local, debe lucir sus colores que son la raíz.

Mientras se disparaban las inquietudes, cuando regresaron algunas escenas perturbadoras, de esas que se clavan en la retina, apareció el valor personal de su DT Ambriz, que dejó en el banco a supuestos estelares como Fagúndez y Sordo, extranjeros que no logran rendir lo que se pretende y envió a los Carrillo, Stephano de 18 años y Jordan de 22, ambos hechuras del club.

En la cancha, fueron mostrando que hay más mundos posibles e incluso mejores, solo hay que soñarlos. Con ese optimismo militante, los chicos de Nacho, sacudieron un modo de vida muy establecido. En el primer tiempo, todos ellos le dijeron a la gente que se trata de creer que se puede crear el futuro que deseamos ver. El gol fue un contragolpe de perfección, con Jordan, nuestro moderno George Best con sus medias caídas, evidenció que tiene en su mochila un catálogo variado de regates y en una, filtró el pase entre los dos centrales para Stepahno que fue recto como un Panzer y aguantó la desesperada barrida de Luis Fuentes y la salida de Malagón para marcar con clase de mayor. Fue un contra con dos chicos que avanzaron con frialdad hacia el valle de las sombras.

Este equipo es un espejo de su técnico y Ambriz tiene todos los focos sobre él. Ejerce sin quejarse, trabaja con lo que tiene, que no es mucho y se apodera de una ilusión en el aire para enviarla con fé al graderío, a puro golpe de gestión emocional. Aguantó el segundo tiempo con su capitán volando de poste a poste, salvándonos. Como un pájaro moderno que pertenece a ese muy selecto grupo de jugadores capaces de crear espacios de belleza. Carlos supera lesiones con valor espartano y se planta como valor y símbolo, como desbordante dueño de su zona.

El futbol es como un gran río navegable, como el Guadalquivir en España, como el Magdalena en Colombia. Con el TSM repleto uno tiene que aplaudir a su gente, porque paga entradas como si fuera el Barnabeu y luego muestra su pasión sin recato. Lo que demerita al gran escenario es su sonido local, con voces, tono y estilo parecido a los vendedores de medicina mágica en las calles y una información tardía de cambios, con gente que nos dice “tiro de esquina para el equipo visitante” (todos lo estamos viendo). Un profesional, diría al nombre del ejecutor. Bueno, tal vez no sea fácil encontrarlos. Siempre será bueno buscar luces sobre nuestra propia oscuridad.

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