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ALEJANDRO TOVAR

No hay nadie menos afortunado que la persona a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba. De eso, los hombres y mujeres de esta tierra, sí sabemos, por el clima del semidesierto, por tanta limitante que padecemos y por vivir como en un frente de guerra, al que le hemos ganado terreno. Ante eso, pocas cosas nos asustan. Estamos bien curtidos.

Todo fluye. Unión Laguna hermanó a su gente y no tuvo que hacer malabares narrativos para ilusionarla, como libidinoso que tiene palabras románticas y halagos con mujeres vulnerables. Buen arranque con llenazos y luego para después embarcarse al norte, de donde ha regresado como la barca de Guaymas, con pena, sin vela y sin anclas, pues de cinco juegos, sucumbió en cuatro.

Es claro que las penas son el único lugar donde todos somos iguales, por eso vimos que nuestra gente caminaba despacio el domingo, soportando el peso del fracaso santista en un sábado negro, proporcionado a domicilio por el conocido Almada, pues desde que lo cesaron, Santos no puede levantar. Y eso lo saben Alejandro, Elizalde y todos. No hay forma de evitarlo.

Como aún no llegamos a tener una sociedad automatizada, plagada de robots, debemos detenernos en el dato de que se debe acelerar la forma de restaurar brazos de ancianos que fueron estelares, porque el buen pitcheo no abunda y quien lo tiene, no lo suelta. Qué diera UL por tener en su cueva a Pollorena, Horacio Piña, Enrique y Vicente Romo, Jaime Orozco, Miguel Sotelo.

Pero no, todos son solo sueños, los lanzadores guindas parecen hoy como peces entre tiburones. Tenemos culto por el heroísmo, por eso Borgetti, Pollorena, Pony, Lupe Salinas, Benjamín Galindo, Ramón Ramírez y Rommel Canada fueron idolatrados por la gente local y como dijo Sigmund Freud (1856-1939) “Para vivir plenamente es requisito imprescindible aceptar la muerte”. Claro, no ir tan lejos como la teoría del padre del psicoanálisis pues no estamos en el cadalso, solo debemos dejar que todo fluya. Como vino el verano, también conocemos la crudeza del invierno.

La literatura siempre convoca al conocimiento personal y a la superación pero también es como una estocada perpendicular hecha por Manolete que nos va desangrando, pues nos hace escépticos, nos impide disfrutar sin enjuiciar y cuando el mundo corre hacia tercera, uno desearía hasta llevar una existencia distinta a la que tiene, comenzando por el beisbol. Primero por UL y luego por los Yankees, cuyos pitchers enemigos tienen embrujado a Judge con ponches y burlas.

Una solución puede ser salir a la calle para dar y recibir abrazos consoladores, porque abundan los candidatos que los reparten ahora mismo y además con una sonrisa, lo cual divierte y mitiga penas pero la literatura, ¡otra vez! aprovecha la recta con René Descartes (1596.1650) “Parece que poder engañar es indicativo de inteligencia. Sin embargo, quienes engañan, es indudablemente indicativo de maldad o debilidad”. Ya cada quien sabrá si cree las promesas. El sábado vimos que confluyeron en el TSM dos factores hermanados.

Una baja y triste asistencia, con un espectáculo mínimo y un equipo limitado que parece en formación, que comete errores primarios como el de Núñez entregando la pelota al rival y con laterales sin marca. Menos mal que el domingo el deporte nos muestra otra cara y ver el derby español es un deleite, con jugadores que actúan a dos toques y nos reinstalan como seguidores por convicción del show.

Igual cambio de canal para ver al fenómeno Juan Soto con la casaca de Yankees. 25 jits en 20 juegos con cinco jonrones y 20 producidas. Tal vez, entre todo lo que pasa, sería prudente ir, considerando la idea de adherirnos al famoso club de las segundas oportunidades.

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