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China y México. Se presenta un dilema

JULIO FAESLER

China es una preocupación para muchos países. Su alta productividad agrícola e industrial la ha llevado a inundar los mercados mundiales con productos y servicios de todo tipo. Las consecuencias han sido la sustitución de productos nacionales en todos los países importadores.

Hace tiempo China ha sido objeto de medidas de protección no solamente de Estados Unidos, sino también de Europa. México, por su parte, recientemente ha tomado medidas para proteger sus productos de la competencia a veces desleal. Las restricciones a la importación no son el único aspecto de la repercusión de la alta productividad China.

El otro tema bajo cuidadoso escrutinio es el de las inversiones chinas en América Latina que vienen creciendo. Su influencia se da por dos vías. Una es la explotación moderna de recursos naturales como mineras y forestales. El otro, está en la cuantiosa corriente de inversiones con que se crean empresas que transforman recursos humanos o bien educan en grandes números a los trabajadores que hacen falta en todo el mundo.

Las inversiones chinas las tenemos en Venezuela y Ecuador que han asumido deudas del orden de 20,000 y 6,500 millones de dólares que están por pagar esas cantidades a veces con recursos como petróleo. Argentina y Brasil también han visto aumentar su endeudamiento con el país asiático, a 23,700 millones de dólares y 28,500 millones de dólares, respectivamente.

La creciente deuda Latinoamericana es, sin embargo, básicamente con Europa y Estados Unidos. México, Brasil y Argentina mantienen deudas del orden de 100,000 millones de dólares cada uno con acreedores privados, con el FMI o con el Banco Mundial.

La creciente presencia de la inversión China en los países importadores de sus equipos pesados, maquinaria y artículos de consumo, está siendo cada vez más sentida e incluso constituye un atractivo para empresarios locales que esperan poder vender sus negocios a los chinos. La perspectiva de encontrarse con la pujanza arrolladora china dentro de las estructuras nacionales es real.

Existen restricciones en Estados Unidos que impiden invertir en determinados sectores de infraestructura como por ejemplo, la generación y distribución de electricidad, ferrocarriles y, desde luego, la banca y las operaciones financieras. Estas restricciones generan reacciones que para ser efectivas, deben apoyarse en instituciones y producir artículos y servicios de mejor calidad. Hay instituciones de investigación científica o de diseño que a los pequeños empresarios no les es posible financiar.

La intención de México debe mantenerse con nuestra ya sólida imbricación con el proyecto norteamericano porque forma parte de la estrategia hegemónica norteamericana extendida mundialmente.

Este compromiso hace a nuestro país participante crucial en el gran juego global de las potencias que rivalizan entre sí por retener sus hegemonías. Como país de mediana dimensión política estamos dentro de la esfera estratégica de EUA.

El texto del T-MEC contiene una restricción que nos obliga consultar con nuestros socios cualquier intención de suscribir un acuerdo con un país que no sea de economía de mercado. La restricción lleva incluso a tener que dejar de pertenecer al T-MEC.

Son visibles en los numerosos años las ventajas que para México resulta nuestra participación en este acuerdo trilateral. La importancia rebasa la mera conveniencia de mantenernos en esta alianza política. La cuestión no tiene que ver con la convicción con la que nos mantengamos en él. Hay sin embargo, la realidad de mantenernos dentro de la estrategia norteamericana para seguir siendo parte del pacto regional que nos limita.

El concepto moderno de desarrollo socio económico debe desanclarse de ideologías. Nuestro futuro depende de una participación libre de ellas para encontrar las mejores soluciones a los problemas cotidianos socioeconómicos. Nuestras próximas elecciones nos presentan varios dilemas entre los cuales está la de mantener la libertad de acción internacional que mejor convenga. El caso de nuestras relaciones con otros países no debe ser cuestionado por razones ideológicas.

juliofeliepefaesler@yahoo.com

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