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En México, es común ver cómo las personas consumen a diario productos ultraprocesados sin considerar los efectos que estos pueden tener no sólo en su salud física, sino también en su bienestar mental. Las cifras de la Secretaría de Salud muestran que el 75.2 por ciento de la población adulta sufre de sobrepeso u obesidad, y este problema no es meramente físico. La relación con nuestro cuerpo está profundamente influenciada por la dieta, afectando cómo nos sentimos con respecto a la imagen propia.
Los estudios sugieren que la alimentación tiene un impacto profundo en nuestras emociones, energía, salud mental y percepción corporal. El consumo de productos ultraprocesados puede llevar a una distorsión de la autoimagen, mientras que una alimentación consciente y nutritiva tiene el poder de transformar la salud y la manera en que nos vemos a nosotros mismos.
Poco a poco, este conocimiento se va propagando en la sociedad, favoreciendo un cambio de hábitos nutritivos en el mundo. Los análisis de Mintel, una firma global de investigaciones de mercado, muestran una tendencia hacia el consumo de dietas saludables. Por ejemplo, el 68 por ciento de los británicos y el 74 por ciento de los canadienses buscan comer sanamente. En nuestro país, según una investigación de la plataforma Statista, únicamente el 15.8 por ciento de la población se alimenta de forma sana más de cuatro días a la semana. Todavía falta mucho por avanzar, pero la difusión de estilos de vida benéficos para la salud sigue su camino.
ADICCIÓN A ALIMENTOS ULTRAPROCESADOS
Los ingredientes en este tipo de alimentos están diseñados para enganchar. Los Doritos, por ejemplo, contienen glutamato monosódico (GMS), que altera los niveles de dopamina en el cerebro, generando satisfacción inmediata y provocando que los consumidores quieran más. Es fácil caer en la tentación de una bolsa de papas fritas o una soda al salir del trabajo, buscando alivio temporal al estrés, pero esto sólo perpetúa una dependencia dañina, generando un ciclo del que es difícil salir.
Investigadores como el doctor Benjamín Boutrel, especializado en neurobiología de la adicción, han concluido que el consumo frecuente de estos alimentos altera los circuitos de recompensa del cerebro, haciéndonos más propensos a desarrollar ansiedad, depresión y otras afecciones psicológicas.
Los estudios de neurobiología han demostrado que ingredientes como los azúcares añadidos y las grasas trans no sólo dañan el cuerpo, sino que desestabilizan el equilibrio emocional. La ingesta constante de azúcares afecta la química cerebral, aumentando el riesgo de desarrollar trastornos emocionales.
Este ciclo de consumo puede generar un vínculo dañino con nuestro cuerpo, donde la falta de bienestar físico se refleja en una percepción distorsionada de la autoimagen. Sin embargo, al sustituir estos alimentos por opciones más naturales y nutritivas, comenzamos a ver y sentir cambios positivos en el organismo y la relación que tenemos con él.
Los alimentos de poder, ricos en nutrientes, antioxidantes y vitaminas esenciales, son grandes aliados para mejorar la salud física y mental, así como para promover una autoimagen corporal más positiva. Al integrar ingredientes como las espinacas, las zarzamoras, los garbanzos y el cacao natural en la dieta diaria, podemos empezar a sentirnos mejor con nosotros mismos, tanto por dentro como por fuera. Estos alimentos, al nutrirnos de manera equilibrada, mejoran la energía, regulan las emociones y ayudan a mantener una percepción más saludable y realista de nuestro cuerpo.
LA MICROBIOTA
Un aspecto que también juega un papel crucial en la autopercepción es la salud de nuestra microbiota intestinal —el conjunto de microorganismos que viven en el tracto digestivo y que lo protegen, ayudan a la digestión y benefician al sistema inmunológico—. Investigaciones han demostrado que un desequilibrio en la microbiota puede influir en las emociones y energía de una persona.
La doctora Marian Rojas Estapé ha destacado que una dieta que integra lo natural, como frutas, verduras y granos enteros, ayuda a mantener una microbiota balanceada, lo que es esencial para la regulación de emociones. Al consumir alimentos ricos en fibra y antioxidantes, como las zarzamoras y los garbanzos, no sólo mejoramos nuestra salud intestinal, sino que también promovemos un mejor estado de ánimo.
La conexión entre lo que comemos y cómo nos sentimos es más fuerte de lo que imaginamos, y esto también incluye cómo nos percibimos físicamente. A través de una alimentación balanceada y rica en alimentos de poder, podemos prevenir y reducir los efectos de la ansiedad, el estrés, la depresión y la insatisfacción corporal. Al tomar decisiones más conscientes sobre la dieta, mejoramos la relación con nosotros mismos.
La activista Dore Castillo, comprometida con la promoción de una vida saludable, afirma que “la alimentación es un acto de amor propio”. Castillo, quien ha trabajado en iniciativas para mejorar la nutrición y el bienestar en comunidades vulnerables, destaca la importancia de tomar decisiones alimenticias conscientes no sólo por el impacto físico, sino también por el beneficio emocional y psicológico que estas generan. Según Castillo, “cada alimento que elegimos puede ser una expresión de autocuidado y respeto hacia nuestro cuerpo”. Su mensaje invita a reflexionar sobre cómo nuestras elecciones diarias en la mesa son fundamentales para cultivar una autoimagen positiva y una vida plena.
Hoy tienes la oportunidad de empezar a nutrir tu mente y mejorar tu autoimagen desde el plato. Incorporar alimentos de poder a la dieta es un paso hacia una vida más saludable, equilibrada y feliz, donde cuerpo, mente y autoestima trabajan en armonía.