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De Política y Cosas Peores

ARMANDO CAMORRA

Todos los días leo a todos los editorialistas de Reforma. No lo hago por obligación, sino por devoción: a todos los admiro y de todos invariablemente aprendo algo. Ayer leí el artículo de Juan Villoro, y en su texto encontré las líneas que a continuación transcribo: “.En la canción ‘La casita’, Óscar Chávez retrató con ironía el enriquecimiento ilícito de nuestros políticos. Basado en la letra que Manuel José Othón escribió para Felipe Llera, Chávez hizo esta versión en 1975: ‘Que de dónde amigo vengo / De una casita que tengo / por allá en el Pedregal. / De una casita chiquita, / con jardines, alberquita / y calefacción central’. Y remata: ‘Me dirás muy asombrado / que de dónde yo he sacado / coches, dinero y mansión. / A las claras te le dice / Ese letrero que hice: / ‘Viva la Robolución’”. La cita de los versos es correcta, salvo el que dice: “que de dónde yo he sacado”, cuya versión original, sin el ripio de ésa, dice: “que de dónde habré sacado”. Otra corrección me permito hacer. Esa parodia no la hizo Óscar Chávez, como afirma el texto. La hice yo. Los versos que reproduce Villoro, uno por uno, fueron escritos por mí, lo mismo que la estrofa final que remata la canción: “Si tú quieres al momento / casa vestido y sustento / y una vida cual no hay dos, / ya no seas reaccionario: / hazte Robolucionario / y que te bendiga Dios”. Esa parodia que hice a la canción de Othón y Llera apareció por primera vez en 1967 en los periódicos que publicaban mis artículos, y está en la página 83 de mi libro “La paja en el ojo ajeno”, editado ese mismo año, en pleno sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, con un generoso prólogo de José Alvarado. No sé si fue en tal libro, o en alguno de los periódicos en que yo escribía, donde Óscar leyó la parodia que hice de los versos del poeta potosino; el caso es que me llamó por teléfono a Saltillo y me pidió autorización para grabar la canción en la versión hecha por mí. Desde luego le di esa autorización, agradecido, y el disco apareció con mi nombre como autor de la parodia. En la magnífica interpretación de Óscar la canción cobró inmediata popularidad. Fue en su momento el disco más vendido. Su éxito fue muy duradero. Años después supe que Óscar iba a dar un recital en mi ciudad. Le dije que iría a oírlo, y le pedí que en el concierto cantara “La casita”. Me dijo: “¡Pero si no puedo dejar de cantarla! En todas mis presentaciones la gente me la pide a gritos”. Con frecuencia Óscar me incitaba a ir a la Sociedad de Autores y Compositores a recoger las regalías que me tocaban como autor de la parodia. Nunca lo hice, por pura y simple negligencia. Después él compuso “La otra casita”. Me explicó sin que yo se lo pidiera: “Ya estoy hasta la madre de cantar la tuya”. De buena fe y con la mejor voluntad, con el mayor respeto y todo lo demás hago esta corrección al aludido artículo del señor Villoro. La hago para que el escritor y sus numerosísimos lectores tengan el dato correcto acerca de la autoría de esa parodia que tan brillantemente y con tan grande éxito cantó aquel inolvidable trovador que fue Óscar Chávez. Espero que las anteriores líneas no suenen a reproche. No lo son, sino sincero deseo de dar a cada quien lo suyo. Suum cuique tribuendi, postuló Ulpiano, uno de los más preclaros jurisconsultos de Roma. Aun así, procuraré disipar cualquier asomo de reclamo con una lenitiva narración. Don Cucoldo llegó a su casa y halló a su esposa en el lecho conyugal entrepernada con un desconocido. Antes de que el mitrado señor pudiera articular palabra le dijo su mujer con lamentoso acento: “Y no sólo esto, Cucú. También me vendió una enciclopedia”. FIN.

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