Layda: secretario con brazalete
Chiapas: verde y negro
Vuelven PVEM y Velasco
Cierto es que Layda Elena Sansores San Román es uno de los más emblemáticos ejemplos de versatilidad partidista (PRI, PRD, MC, Morena), de continuidad en la nómina de cargos públicos (dos veces diputada federal, dos veces senadora, una vez alcaldesa en la Ciudad de México y ahora, luego de varios intentos fallidos, gobernadora de Campeche) y de oratoria lisonjera hacia mandos políticos superiores.
Pero ahora ha roto sus propias marcas al nombrar como secretario estatal de desarrollo económico a Jorge Luis Lavalle Maury, un personaje de raigambre panista, específicamente calderonista, y peñista, específicamente relacionada con hechos acusados de corrupción, que a la hora de ser presentado como nuevo servidor público aún llevaba el brazalete electrónico de sujeción a un proceso penal, bajo libertad condicional.
Siempre en la polémica, señalada por gastos de dinero público con tintes de irregularidad y por bajas calificaciones tanto en la alcaldía de Álvaro Obregón como ahora en Campeche, la política de rojiza capilaridad ha sostenido una guerra mediática y política con su también impugnado antecesor, Alejandro Moreno, autodenominado Alito. En esos empeños ha destacado un programa llamado El martes del Jaguar, en el que se han dado a conocer, sin consecuencias judiciales hasta ahora, estridencia sansorista, grabaciones que han mostrado el talante soez, corrupto y tramposo del mencionado Alito.
Sansores San Román es hija del difunto político priista Carlos Sansores Pérez, quien también fue diputado federal, senador y gobernador de Campeche. Además, director del ISSSTE y presidente del comité nacional del PRI. Hasta ahora ha guardado silencio respecto al escandaloso fichaje que ha hecho. Lavalle Maury incluso fue expulsado del PAN en vísperas de la trascendental elección de 2018, luego de confrontar al candidato panista, Ricardo Anaya, y apoyar al priista José Antonio Meade. La comisión panista relacionada con sanciones internas expulsó a los calderonistas Ernesto Cordero, Eufrosina Cruz y el citado Lavalle (https://goo.su/gI5oKhm) , quienes recurrieron ante el tribunal electoral federal.
El espectro de apertura a personajes otrora impresentables y combatibles se ha ensanchado tanto en el morenismo o cuatroteísmo que se multiplican los casos de "pragmatismo" extremo, como sucede en el Campeche sansorista. La presidenta de Morena, María Luisa Alcalde Luján, incluso se abstuvo de emitir una opinión política sobre un hecho tan evidente y escandaloso, al remitir el tema a los mecanismos de la burocracia partidista, en específico la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia.
Ayer reasumió la gubernatura de Chiapas la corriente del Partido Verde Ecologista de México que ahora se disfraza de morenista. Eduardo Ramírez hizo su carrera política en el partido de las cuatro mentiras, en específico bajo el mando de Manuel Velasco Coello, con quien fue secretario general de gobierno y, posteriormente, coadyuvante como líder del congreso estatal.
En las turbulencias generadas por el propio Velasco para desasociar el verdor oportunista del priismo peñista (con el que había tenido redituable negocio político, como antes con el PAN) y enrolarse en el obradorismo galopante, Ramírez pasó en 2018 al flanco guinda, como senador. Ahora releva a Rutilio Escandón, quien forma parte de una facción encabezada por el tabasqueño Adán Augusto López Hernández, incansable forjador de su inscripción entre los peores gobernadores de Chiapas (y vaya que hay competencia). Ah, Escandón, a pesar de sus muy bajas calificaciones como gobernante, recibirá protección del gobierno federal en algún cargo por designar.
Y, mientras la presidenta Sheinbaum envía a Trump un mensaje importante desde la frontera mexicana (Nuevo Laredo): " la única forma de enfrentar con éxito la competencia económica con China" es el TMEC, ¡hasta mañana!