El presidente José López Portillo. (MEDIATECA INAH/ESPECIAL)
El fin de la Guerra Sucia en México, narra la historiadora Adela Cedillo, llegó cuando se logró la desmovilización de los guerrilleros y los sobrevivientes de la represión se replegaron, volviéndose clandestinos.
La académica de la Universidad de Houston apunta que, en las campañas militares contra las guerrillas el Ejército tuvo que erradicar a comunidades enteras.
Llegado el fin de los conflictos los militares no pueden celebrar el vencer a los militantes y en cambio optan por “pasar página”.
Y es que la Guerra Sucia, un periodo que se extendió desde la década de los 60s hasta la de los 80s, describe “es uno de los episodios más negros y vergonzosos de la historia del Ejército Mexicano y no son tan cínicos como para ponerse monumentos por la gente que cometió estas atrocidades”.
Como en las partes anteriores de la entrevista se ha planteado, durante la época se lanzó gente al mar, hubo violaciones, desapariciones, homicidios y tortura contra sectores vulnerables de distintas regiones del país que intentaron organizarse tanto por la vía civil como la armada y en respuesta el Estado desplegó todo su poder represor.
Reformas a la Ley
El gobierno del presidente José López Portillo (1976-1982) promulgó la Reforma Política del año 77 y la Ley de Amnistía del año 79 con las que tenía interés en darle una salida política al conflicto.
La Dra. Cedillo describe que López Portillo tuvo una política “ un poco esquizofrénica” porque a unos les ofrece la amnistía, la incorporación a la lucha civil, política y electoral; pero a los que no aceptan estos términos los siguen desapareciendo y tirando al mar.
Plantea que el Ejército pudo haber rebasado al presidente “porque López Portillo era un político débil, no era un carnicero como Echeverría, Echeverría era un tipo de mano dura, igual que Díaz Ordaz, ellos venían de muchos años de controlar la seguridad nacional. Definitivamente gobernaron con puño de hierro”.
Agrega que López Portillo no venía del aparato de seguridad nacional, con lo que él y el secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, querían una salida política.
Sentencia que pese a estos intentos, la Guerra Sucia finalmente acabó cuando se da la alianza del aparato de seguridad nacional, principalmente la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la Policía Judicial Federal y el Ejército con el crimen organizado.
“Empieza a haber muchos escándalos de corrupción, especialmente con agentes de la DFS que se vuelven narcotraficantes y (el presidente) Miguel de la Madrid se da cuenta, que ya la DFS es insostenible, es un nido de narcotraficantes, asesinos y demás; entonces disuelve la Dirección Federal de Seguridad, pero para el tiempo que la disuelve, en 1985, ya prácticamente no había guerrillas en el país o eran mínimas las organizaciones”.
Visión del guerrillero hoy
La doctora en Historia Latinoamericana apunta que para construir la visión moderna del guerrillero se conjugaron varios factores, el primero fue el contexto global de anticomunismo promovido en Occidente y del que México pese a su posición semi-colonial es parte.
También está el anticomunismo local, representado por el PRI, que desde su fundación marcó una distancia muy clara con la ideología a pesar de algunos de sus miembros simpatizaran con la Unión Soviética.
El tercero fue la “histeria” desencadenada por la Revolución Cubana, que hace que se vea con temor al guerrillero, entonces se ve demonizado, estigmatizado, deshumanizado y bestializado.
Cedillo señala que el odio público contra el guerrillero se promovió con campañas de guerra psicológica, donde constantemente se le estaba generando temor a la ciudadanía, al punto de no llamarlos guerrilleros, sino etiquetarlos como terroristas, lo que ya generaba un rechazo.
Menciona que en México no había contrapesos a la prensa estatista, entonces el gobierno "tenía las de ganar" al estar controlada por el Estado.
La investigadora plantea que la guerra psicológica fue tan “persistente, penetrante y exitosa” que 50 años después aún te encuentres a personas diciendo que ‘lo que hizo el gobierno estuvo bien, que tuvieron su merecido’ y no entienden que lo que hizo el Estado es abominable y criminal.
Agrega que como parte de la guerra psicológica hubo un “borramiento” de la memoria de los guerrilleros a los que no se les reconoce como luchadores sociales o agentes de cambio, “gente que la hubiera pasado mejor si no se hubiera politizado y radicalizado”.
La académica extiende que desde una forma muy principista, ellos (los integrantes de los movimientos) decidieron participar en algo para cambiar al país, sin pensar en el beneficio personal y al contrario arriesgar sus vidas y las de sus familias por promover un cambio social.
Lamentó la indiferencia con la que han sido recibidas las noticias de los “Vuelos de la muerte”, la última y por la que se dio la entrevista fue por la revelación de una lista con los posibles nombres de 183 víctimas de esta práctica.
La académica manifiesta que debe haber un cambio en la educación “porque tampoco se trata de hacer un nuevo panteón de héroes, se trata de explicar la verdad histórica de lo que fue este periodo, con el objetivo de que estos crímenes de guerra y de lesa humanidad nunca vuelvan a repetirse.
Agregados
La Dra. Cedillo manifestó que prepara un libro sobre el cruce de la Guerra Sucia y la guerra contra las drogas en el noroeste mexicano en los años 70s y otro que se va a llamar “Historia mínima de la Guerra Sucia”.
