El periodista J. Jesús Lemus denuncia los vicios del Poder Judicial en su nuevo libro
Al periodista J. Jesús Lemus (Moroleón, 1966) no le tiembla la pluma al momento de afirmar que el Poder Judicial en México está convertido en un cártel. Su postura es firme, porque declara con la experiencia de un inocente que ha pisado la prisión. Hace 16 años fue ingresado al penal de máxima seguridad de Puente Grande, en Jalisco, acusado por Genaro García Luna de ser uno de los líderes de la Familia Michoacana. Entre los muros oscuros de la impunidad vivió mil 100 días de terror, hasta que un juez determinó que no había elementos suficientes para retenerlo.
Ni en la cárcel dejó de ser periodista, por eso está convencido de que la palabra es su trinchera. Autor de distintos libros de investigación, ha escrito El Cártel Judicial. Radiografía de un poder fallido (Grijalbo, 2024), que recién presentó en la última edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). En estas páginas, Lemus señala los vicios, las lagunas, los huecos burocráticos por donde la justicia suele escurrirse en México.
“Hablando como un afectado de la mala aplicación de la justicia, lo que encuentro es que el grave problema del Poder Judicial en México, no es la riqueza, pueden ganar lo que ganan y mucho más. El problema de ellos, de los jueces, magistrados y ministros, es que nunca vieron realmente el tema de la impartición de justicia, solamente la administraban, y administrar es dar lo necesario para equilibrar. No era impartir, porque cuando impartes, cuando das, das indiscriminadamente”.
Estos vicios responden al enriquecimiento ilícito, relaciones de poder o la venta de la justicia al mejor postor. Pero el análisis de Lemus va más allá y pone el dedo en la llaga de la prevaricación, es decir, cuando una autoridad dicta a sabiendas una resolución injusta, consciente del dolo.
“Yo mismo fui víctima de la prevaricación de un juez. Yo no tenía ni siquiera la más mínima sospecha de que judicialmente fuera procesado penalmente por ser narcotraficante. Y un juez dijo: ‘Eres narcotraficante’. Oye, ¿pero bajo qué pruebas? ¿Nada más porque lo dice el tipo que me está acusando, que es el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna? Esa prevaricación me hizo pensar en qué tan podrido estaba el poder”.
En su libro, Lemus revela los nexos de corrupción de 600 jueces mexicanos, quienes han realizado hechos delictivos en una supuesta aplicación de la justicia. Aunque el periodista se detiene un momento para aclarar que sí está de acuerdo en que debe haber una reforma al Poder Judicial, pero no la que se presentó y aprobó durante el sexenio del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
“Este libro es el inicio para empezar a reflexionar por qué sí debe haber una reforma al Poder Judicial, pero conforme lo vas leyendo, también explica por qué no debe ser la reforma judicial que propone la Cuarta Transformación”.
J. Jesús Lemus cree que en México la justicia se ha convertido en una utopía. No divisa la posibilidad de que el país cuente con un poder judicial autónomo capaz de aplicar la justicia, como la pide la ciudadanía, menos con la reforma recién aprobada.
“¿La gente cómo quiere que se aplique la justicia? Primero, es algo bien elemental: el procesado o el justiciable, tiene derecho a ser escuchado, a conocer a su juzgador. Es lo más elemental, estar cara a cara con el juzgador. ¿Y qué propone esa reforma? ¡Propone jueces sin rostro! ¿Tú crees que eso va a ser un acercamiento a la posibilidad de tener justicia? No, eso nos va a alejar más. Porque si así, con estas condiciones que tenemos actualmente, no se da la posibilidad de que el justiciable conozca a su juzgador, ¡imagínate! Menos con una situación donde la ley permite que el juzgador no se asome, que tú como justiciable nunca sepas quién te sentenció”.
Desde la perspectiva de Lemus, a diferencia de los delincuentes de calle, quienes delinquen en el Poder Judicial suelen estar preparados, tener licenciaturas, maestrías, incluso doctorados. Ese conocimiento los hace más hábiles, más peligrosos al momento de quebrantar la ley desde las entrañas de los juzgados.
“Eso es más peligroso, porque no es lo mismo un sujeto con un AK-47 que no tiene más que la primaria básica, que incluso su propia formación intelectual le impide distinguir entre el bien y el mal. Pero un letrado, alguien que tiene conocimiento de las leyes, de filosofía, de todo, y que le queda precisamente muy claro cuál es el bien y cuál es el mal, tiene más que recriminarse. Ellos son peligrosísimos por ese nivel de conocimiento”.
Si bien Lemus asegura en su libro que el 80 por ciento de los jueces se encuentran coludidos o en el fango de la corrupción, hay un 20 por ciento de jueces y de magistrados que vale la pena rescatar, reconocer y aplaudir.