Daniel tiene 21 años y durante más de la mitad de su vida, ha estado inmerso en el mundo de las drogas. Primero fue el cigarrillo, después la mota o marihuana y finalmente el cristal. Hoy tiene tres semanas limpio y trata de mantenerse así por su propia salud, pero sobre todo por su pequeña de cuatro años de edad.
A solicitud del entrevistado, su nombre se cambió y se omitirán ciertos detalles.
Desde el lugar donde busca rehabilitarse, compartió en entrevista que fue cuando tenía 10 años de edad, que comenzó a experimentar. Primero con ayuda de una hoja de su cuaderno, le metía hojas secas de árboles para después prendarlas y fumar. Después, junto con sus "amigos" de la cuadra, compraban cigarros de a peso.
"Íbamos a la tienda y no nos los vendían porque éramos menores, y mandábamos a alguien más grande a comprar la cajetilla. Entre toda la bola juntábamos el dinero", compartió.
Para él era algo normal ver en casa fumando a sus hermanos mayores, pues es el menor de tres hijos.
Recordó que, a la edad de dos años, su padre cruzó a los Estados Unidos "para ofrecernos una vida mejor". Años más tarde lo siguió su madre, dejándolos al cuidado de sus abuelos.
Fue entonces que, a la edad de 15 años, Daniel probó por primera vez, la mota.
"Con un camarada que vivía en la esquina de donde vivía yo, él ya tenía como 18 años. En la cuadra antes jugábamos al fut y cada que terminaban se ponían a forjar (hacer cigarrillos) y pues dije 'dame' y le di un toque y empecé a fumar".
La primera sensación no fue la mejor, pues se sintió mareado y "con los ojos bien chiquitos", y todo le causaba risa.
Y así empezó a fumar más y más.
Debido a su adicción, solo logró terminar la Primaria y medio año de Secundaria.
"Estábamos a cargo de mis abuelos. Ellos se fueron para darnos una vida bien, y pues nosotros no supimos valorar todo el esfuerzo que ellos hicieron", reconoció el joven padre.
Cuando sus padres regresaron a casa, Daniel ya tenía 20 años, pero todo el tiempo se la vivía drogado.
"Volvieron, pero le dimos en su madre por la forma en la que andábamos, el mayor, el mediano y yo. 'Pedos', drogados... llegaron y era problema tras problema. No sentía nada en ese momento, yo drogado era otra persona, todo intolerante, me llamaban la atención y les contestaba mal", dijo triste.
Y es que, para entonces, apenas amanecía y Daniel buscaba drogarse nuevamente.
DEL CRISTAL
Fue a sus 17 años, que tuvo su primer contacto con el cristal. Fue un primo el que lo introdujo a ese vicio, en el cual estuvo "atrapado" los últimos 5 años.
La curiosidad fue la que lo llevó a probar. Su primo llegó a su casa con una "cebolla", que es como se camufla a esta metanfetamina.
"La verdad no sabía el efecto", después de explicar cómo es que preparó la droga para poder fumarla, dijo que sin pensarlo, lo hizo.
Los efectos fueron completamente diferentes a los que le provocaba la marihuana.
"Me alteró, me daba por limpiar, por hacer limpieza, veía una esquinera sucia y la limpiaba, quería dejar todo limpio… Era mucha la diferencia porque con la mota te da hambre y sueño, pero con el cristal de amargas", reconoció.
Pero antes de llegar a esos efectos, dijo que el consumo del cristal le quitaba el hambre, el cansancio y finalmente le quitó a su familia. Y es que también su esposa, cayó víctima del consumo de esta droga, por lo que tuvieron que llevar a su pequeña, con los papás de la madre, para sus cuidados.
El estar con ellos era un peligro. Mientras él dejaba a su pequeña viendo la televisión o cualquier otra cosa, se la pasaba drogado en otro cuarto sin importar el riesgo.
Engancharse al cristal es fácil. Para evitar la llamada "malilla" o efectos secundarios, como cuerpo cortado y cansancio en extremo, es necesario fumar nuevamente para estar al 100.
"Me iba a trabajar drogado y el corazón todo acelerado. Sentía la adrenalina"; pero para cortar el efecto del cristal, fumaba marihuana, y después cristal y así era todo el día.
CAMBIO
Su vida se iba apagando su vida, hasta que cansados, sus familiares decidieron internarlo en un centro de rehabilitación en Torreón, en donde solo duró cuatro meses. La recaída fue de un año, "y fue peor".
Hace unas tres semanas, personal del centro de rehabilitación, lo buscó por todos lados hasta que lo encontró. Desde entonces, se encuentra en recuperación, esperando que esta vez sea la última.
"Quiero salir, cambiar y estarme con ella", dijo con seguridad e incluso, aseguró que tratará de darle la vuelta a sus viejas amistades, para evitar caer de nuevo en las "garras de las drogas".
Durante cinco años, Daniel estuvo 'preso' del cristal, droga que consumía día y noche; hoy se encuentra en rehabilitación. (VAYRON INFANTE / EL SIGLO DE TORREÓN)
