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Mariangel Coghlan y sus hogares sonoros
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Mariangel Coghlan y sus hogares sonoros

La arquitecta Mariangel Coghlan percibe los espacios habitables desde los principios de la música

SAÚL RODRÍGUEZ

La arquitecta Mariangel Coghlan percibe los espacios habitables desde los principios de la música. Es un diálogo que ha entablado con su esposo, el músico Gabriel Pliego. Para ella, los espacios son tridimensionales, pero también exigen la participación de todos los sentidos humanos. Para percibir un lugar, además de la vista y el tacto, se emplea el olfato y la audición.

“Uno entiende y aprende a través de lo que entra por los oídos. Sí, el primer impacto del diseño es lo visual, cómo lo ves y cómo lo sientes, pero para hablar de sensaciones y emociones, tienen que relacionarse los cinco sentidos”.

Reconocida también a nivel nacional por su trabajo como diseñadora de interiores, Coghlan ha publicado recientemente su tercer libro titulado ‘HOGARES, ambientes sonoros’, donde su pasión por el diseño forma un profundo vínculo con el mundo musical.

“Esto es un experimento y son las conclusiones que he ido sacando a lo largo de los años. Lo que hice fue analizar siete criterios musicales y les hice su paralelo en diseño o en el proceso de creación de un espacio”.

La experiencia es el pilar de su investigación. Mariangel Coghlan, quien se muestra en su estudio a través de una videollamada, tiene más de 25 años trabajando en el interiorismo: 80 por ciento en el mercado residencial y 20 por ciento en el corporativo. Su firma realiza alrededor de 35 proyectos al año y el primer paso a dar siempre lo coloca en la observación. Hay que analizar para entender qué sucede en el espacio.

“Lo segundo es mi vida acompañando a un músico, con el que he tenido la fortuna de asistir a un montón de conciertos sinfónicos. Y cada que voy a un concierto, empiezo a hacer este análisis. Para mí, la música, el diseño y la creación de un espacio, son actividades humanas. Tienen el fin de conmover, de llegar a otra persona. La música cobra sentido cuando se escucha y el diseño cobra sentido cuando es habitado”.

Para la arquitecta, ambas disciplinas artísticas tienen la finalidad de compartir belleza. En el diseño se buscan espacios armónicos, donde quien los habite experimente felicidad y pueda mejorar su vida. Coghlan está convencida de que la vida es mejor si se encuentra rodeada de belleza, por eso cita al escritor ruso Fiódor Dostoyevski: “La belleza salvará al mundo”.

“Cuando uno está rodeado de belleza, se predispone al día y a la bondad. Es más fácil que una persona sea más productiva, sea más feliz, sea más sana físicamente, emocionalmente, en un espacio donde hay armonía, donde te sientes contento”.

En ‘HOGARES, ambientes sonoros’, Coghlan analiza los espacios desde siete criterios musicales. Comienza con la melodía, que para ella supone el concepto, la idea rectora de cualquier proyecto. Al transformar un espacio, debe ser el primer elemento en abordarse.

“Tener una idea rectora, saber hacia dónde voy, cuál es esta palabra clave a partir de la que voy a diseñar y a distribuir un espacio”.

Después, Coghlan aborda el ritmo, un concepto al que considera abstracto, pero que también tiene la posibilidad de ser medido, una consecución de sonidos que, ordenados de cierta forma, permiten la repetición de elemento.

“En cualquier diseño debe haber un ritmo y una secuencia que va a partir del concepto que estás haciendo”.

En tercer lugar, se encuentra su elemento favorito: la armonía. Se trata de algo esencial y que la arquitecta siempre ha buscado en cualquier espacio que diseña. La entiende como una relación entre las cosas, cómo se conjugan unas a otras, entre texturas, materiales, colores.

Los elementos restantes se distribuyen entre matiz, contrapunto, expresión y el timbre.

“El timbre es importantísimo. Hablar de timbre es hablar de la coloratura de la música y es uno de mis temas favoritos. En el libro, el color juega un papel muy importante, porque cada proyecto está acompañado por fotos tomadas por mí. Me encanta tomar fotos, y siempre que tomo me voy fijando en los colores, en el encuadre, los trato de armonizar en cada proyecto para que acabe de contar la historia”.

Cabe señalar que en cada uno de estos capítulos, Mariangel Coghlan ejemplifica su postura a través de alguna obra de música de concierto y coloca un proyecto realizado por su firma.

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