En su sillón frailero, frente al gran ventanal, Don Juan contempla la llegada de la noche. Es como si mirara su propio atardecer.
La principal ocupación del caballero es ahora recordar. No lo hace con tristeza, sino con una nostalgia suave que no lo lastima, sino antes bien parece acariciarlo.
Recuerda Don Juan, recuerda, Y todos sus recuerdos son de mujeres.
Doña Inés.Doña Elvira.Doña Sol.Doña Lucía.Doña Ana.
¿Cuántas fueron? Jamás llevó la cuenta. Fueron muchas. O a lo mejor fueron muy pocas. Todas las damas a las que amó Don Juan, y que quizá lo amaron, son ahora sombras.
Don Juan esboza una leve sonrisa y piensa:
-Pero ¡qué hermosas sombras!
¡Hasta mañana!...