27 de octubre: Día en que regresan las almas peludas
La historia comienza unos días antes del Día de Muertos.
En una esquina del altar, alguien deja un collar. En otra, una foto con orejas paradas o un bigote blanco. No hay decreto ni misa que lo ordene: solo la necesidad de recordar.
El 27 de octubre, las ofrendas mexicanas reciben primero a quienes no hablan, pero amaron con todo su cuerpo: las mascotas.No es un ritual antiguo ni una costumbre impuesta; nació del afecto. En los últimos años, esta fecha se ha convertido en una pequeña ceremonia del alma: un momento para agradecerle a un perro, un gato o un ave la compañía que alguna vez ofrecieron.
Una costumbre nueva con alma vieja
Aunque suena moderna, la práctica tiene raíces mucho más profundas. Los pueblos originarios de Mesoamérica ya creían que los animales eran espíritus acompañantes, capaces de guiar a los humanos en el viaje al más allá.
Entre todos, el Xoloitzcuintle ocupaba un lugar especial: los mexicas lo consideraban guardián de los muertos, capaz de cruzar con ellos los ríos del Mictlán.

Cuando llegaron los españoles, el catolicismo envolvió esas creencias con nuevos símbolos. Las flores, el incienso y las velas cambiaron de forma, pero no de sentido: seguían marcando el reencuentro entre vivos y muertos.
Siglos después, México volvió a reinterpretar la tradición, esta vez para incluir a los animales que ya no están.
El 27: un día sin decreto, pero con sentido
Nadie decidió oficialmente que fuera esa la fecha. Surgió entre altares caseros, entre familias que quisieron darles un lugar propio a sus mascotas.

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Del 17 de octubre al 2 de noviembre, la Feria de Torreón se llena de calabazas, laberintos del terror y diversión familiar, ofreciendo experiencias que celebran la temporada otoñal y HalloweenEl 27 de octubre se coloca la primera ofrenda del ciclo del Día de Muertos: se cree que los animales son los primeros en llegar, abriendo el camino para las almas humanas que lo harán después.

Esa idea —mezcla de ternura, creencia y memoria— se ha extendido por todo el país. Y aunque no pertenece a ningún calendario litúrgico, pertenece a todos los corazones que alguna vez sintieron el silencio de una ausencia peluda.
Amor que trasciende el lenguaje
Cada plato de agua, cada vela encendida, cada juguete sobre un altar es una conversación sin palabras.
México les habla así a sus animales fallecidos: con gratitud y con flores.
Porque al final, el Día de Muertos empieza mucho antes del 1 de noviembre, cuando los espíritus que corrieron a nuestro lado regresan primero para recordarnos que el amor, incluso el que ladra o maúlla, también tiene derecho a volver.