El trece de abril falleció Mario Vargas Llosa, un domingo, el conocido día de descanso (como lo llaman muchos) y también en el que la soledad abraza con más fuerza, ese tipo de calor que, si no es de dos cuerpos intentando fusionarse, sólo puede ser reemplazado por la literatura. Uniendo soledades porque se escribe y, generalmente, se lee solo.
Recibí con tristeza la noticia de la partida del último miembro del boom latinoamericano y recordé con agradecimiento las Travesuras de la niña mala; cómo me identifiqué con la inocencia de Ricardo, con los caminos obscuros y desafortunados del escritor que debe apagar el romanticismo para traducir documentos absurdos, aburridos y burocráticos de aquellos que tienen dinero por corruptos, mientras la capacidad de los intelectuales se ve reducida a corregirles sus constantes metidas de pata. Cuánta realidad encontré en “Cinco esquinas”, donde Vargas Llosa describe al Perú de los noventa, con su periodismo amarillista y escandaloso, al tiempo que representa la liberación de muchos. Ya lo había hecho con “La civilización del espectáculo” una crítica a la cultura y la banalización del arte, en general, porque detectaba (el libro fue publicado en 2012) que el mayor objetivo de la sociedad contemporánea era el entretenimiento.
De eso me permito hablar hoy: ¿a dónde se fueron las palabras? Las palabras que cobraban un sentido, una emoción, un significado, un significante, una armonía, ¿dónde quedó la belleza del lenguaje y esto de “aún no comprendo este libro, tendré que esperar”? Con el afán de “aterrizar” el lenguaje haciéndolo accesible, cercano y simple para todos, me parece que lo estamos perdiendo. Así como en las aulas los jóvenes se cansan de escribir a mano, (son movimientos que ya no están en su memoria corporal), tampoco existe la necesidad de conocer las reglas de escritura, mientras el Word te corrige al instante y las historias cada vez más llenas de palabras comunes y corrientes, ¿qué movimiento literario es este?, ¿para quién escribimos? o replanteo la pregunta: ¿hay alguien que lee?
Esto vino a mi mente con el fallecimiento de uno de los escritores que más he disfrutado a través de sus obras. ¿Hacia dónde vamos?, ¿a dónde se fueron las palabras?