Acuden a San Judas Tadeo cuando todo parece perdido
San Judas Tadeo, el santo patrono de las causas difíciles y desesperadas, recibe a cientos de fieles laguneros que arriban a su templo; la Parroquia que lleva su nombre se ubica en la colonia Residencial Las Torres, en Torreón.
Desde temprana hora de este 28 de octubre, en su día, los creyentes acuden para darle gracias al santo por los milagros recibidos. Su devoción representa la esperanza y la fe en momentos de mayor necesidad, cuando todo parece perdido.
Cada año se realiza esta fiesta espiritual que reúne la efervescencia de todas las almas, que con la fe tatuada en su corazón deambulan en el templo con imágenes, figuras y estandartes del santo, algunos incluso con el hábito verde y blanco característico.
En la parroquia se vive durante todo el día una celebración popular; hay verbena, tómbola, venta de antojitos y rezos entrelazados con música de banda. En medio del bullicio, el sonido de los cohetes es solo una muestra mas de la fiesta en su honor y la devoción que no conoce el cansancio.
Para una gran parte de los laguneros, este 28 de octubre no es cualquier día. La preparación para esta fecha se nota en las calles y en los rostros; hay familias que llegan con playeras estampadas con la imagen del santo, otros caminan de rodillas hasta el altar que ya luce atiborrado de veladoras encendidas. Cada llama es una historia, un ruego o un agradecimiento por el favor recibido.
Devota hace 30 años
Entre los cientos de fieles que se congregaron, doña Amelia López de Miguez sostiene en sus manos una imagen del santo. Con voz suave cuenta que su devoción tiene más de tres décadas.
"A mí me detectaron un tumor en el pecho (recuerda) y yo le prometí a San Judas que si me sanaba, vendría cada año a las mañanitas. Desde entonces, no he faltado ni una vez. Él me escuchó y me dio la salud".
Amelia visita la parroquia de San Judas Tadeo cada 28 de octubre y se suma al agradecimiento masivo por las favores recibidos.
"Es el santo de las causas imposibles, y cuando uno cree de verdad, él intercede. Yo lo sé porque lo viví", dice Amelia con una sonrisa serena mientras muestra con orgullo su playera estampada con la imagen del santo y asiente a posar para la foto.
A cumplir una manda
A unos pasos del atrio, un mujer sostiene una veladora blanca y mira al cielo antes de hablar. Prefiere mantener su nombre en el anonimato pero su fe es evidente.
"Vengo a cumplir una manda. Le tengo mucha devoción a San Judas por mi hijo, porque poco a poco ha dejado el vicio. Este es el primer año que vengo, pero quiero seguir viniendo para darle gracias y pedirle que lo mantenga por el buen camino".
Su mirada se humedece, se hinca. Su hijo, que trae el hábito, camina junto ella con unas flores en la mano. Antes él -comenta- estaba en la oscuridad del vicio, pero hoy se dirige hacia la luz, no la de las veladoras sino a una luz más profunda, interna, la que ofrece la devoción y la esperanza.
Tradición y fe
Cecilia Ramírez, quien se dispone a cruzar la entrada del templo, se abre paso con una imagen pequeña del santo entre las manos. Ella tiene 30 años, pero su fe nació antes que ella misma.
"Mi papá empezó con la tradición, luego la siguió mi mamá, y ahora me toca a mí continuarla... Para mí San Judas es esperanza. Le agradezco mucho, sobre todo por el milagro que hizo con mi mamá, que tenía glaucoma. Dios y San Judas la ayudaron a salir adelante después de la operación", aseguró.
Cecilia acude cada año acompañada de una amiga cercana de su madre, quien ahora viene en representación de la familia.
"Mi mamá ya no puede venir, pero seguimos orando y pidiendo por ella. Es una forma de mantener viva la fe que nos enseñó".
Así, entre las lágrimas de los que creen y que ofrendan flores se teje el espíritu de esta fiesta religiosa que une a chicos y grandes. En cada promesa, en cada canto, en cada rezo, y en cada paso dado hacia el altar, se enciende la chispa de la fe lagunera que se no se apaga.
San Judas, el santo que hace posible lo imposible, durante todo el día recibe a los fieles, representando siempre el refugio de quienes buscan consuelo en medio de la adversidad.
A los pies del altar, a través de las velas y del espíritu de cada uno de los fieles se mantiene encendida la fe, ahí las almas agradecidas se reúnen en la Parroquia San Judas Tadeo; la casa del santo de las causas difíciles y desesperadas.