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Aire acondicionado: ¿solución o amenaza silenciosa?

Aire acondicionado: ¿solución o amenaza silenciosa?

Aire acondicionado: ¿solución o amenaza silenciosa?

FABIOLA P. CANEDO

En medio de temperaturas cada vez más extremas, el aire acondicionado se ha convertido en un refugio indispensable para millones de personas. Sin embargo, detrás de ese alivio inmediato se esconde una problemática creciente que afecta no sólo al medio ambiente, sino también a la estabilidad energética y a la salud pública.

Las olas de calor, intensificadas por el cambio climático, han disparado la demanda de sistemas de enfriamiento en hogares, oficinas y comercios. En México, se estima que existen alrededor de 11 millones de equipos de aire acondicionado en funcionamiento, con un crecimiento anual cercano al millón de unidades. Este aumento representa ya el 10 por ciento del total de energía eléctrica generada en el país, de acuerdo al Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (FIDE).

Pero el problema va más allá del consumo. La mayoría de estos equipos operan de forma intermitente, lo que genera picos de demanda eléctrica durante las horas más calurosas del día. Esta variabilidad no sólo pone en riesgo la estabilidad de las redes de transmisión, sino que puede provocar interrupciones en el suministro, afectando directamente a comunidades vulnerables, hospitales, escuelas y centros de trabajo.

El uso intensivo de aire acondicionado contribuye al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), alimentando el mismo fenómeno que lo hace necesario. Según el Plan de Acción en Enfriamiento para México, entre el 10 y el 12 por ciento de las emisiones totales del país provienen del uso de estos sistemas, lo que equivale a unos 85 millones de toneladas de CO2 equivalente. De ese total, 75 millones provienen del consumo eléctrico y 10 millones de fugas de refrigerantes.

Si no se toman medidas, se proyecta que para 2030 estas emisiones alcancen los 88 millones de toneladas. Y para 2040, se espera que el porcentaje de la población con acceso a aire acondicionado se duplique, lo que podría agravar aún más la crisis climática.

Más allá del impacto ambiental, el uso irracional del aire acondicionado tiene efectos directos en la salud y la productividad. Un estudio del FIDE reveló que en México, la temperatura promedio en oficinas y centros de trabajo es de 19 grados centígrados, muy por debajo de las recomendaciones internacionales que sugieren un rango entre 25 y 28 durante el verano.

Cada grado por debajo de ese umbral representa un aumento del 10 por ciento en el consumo energético. Es decir, un recinto aclimatado a 19 grados consume hasta 40 por ciento más energía que uno ajustado a 23.

México aún no cuenta con una normativa clara sobre el uso racional de los sistemas de aire acondicionado. No existe una regulación que establezca límites mínimos de temperatura para su operación ni incentivos para la calibración y mantenimiento eficiente de los equipos.

La falta de políticas públicas en este ámbito deja en manos de los usuarios la responsabilidad de decidir cómo y cuándo utilizar sus sistemas de enfriamiento, lo que perpetúa el círculo vicioso de más calor, más consumo y más emisiones.

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