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Prosa de vida

ALEJANDRO TOVAR MEDINA

Como los viejos pilotos de F1 se conservan con el solo deseo de hacer lo mejor posible su recorrido e irse a casa, los viejos jugadores ya no están pendientes de la respiración de las masas en torno suyo, porque saben que la fama es efímera y va quedando como camisa de largo uso; los hombres como Javier Güémez (33) más, cuando va completando quince años en primera.

Javier no quiso ser shortstop, sino jugador de futbol, y en esos afanes, debutó con Dorados en 2010 y resaltó por ser local, el muchacho de Culiacán (Soy del mero Sinaloa, donde se rompen las olas y busco una que ande sola y no tenga marido) fue pasando por América, Querétaro, Tijuana, Toluca, San Luis y llegó a Santos, experimentado. Todos le dicen el negro, un negro pero con suerte.

A este roble del medio campo, con poder de marca y timing para tocar y distribuir. se le admira su tesón y voluntad.

Hace diez años, en la plenitud de su juventud y su futbol, siendo jugador de selección nacional y líder del medio campo en América, Javier Cortés, ex santista, en ese tiempo de UNAM, le fracturó la tibia con entrada alevosa. Güémez se fue al olvido y dejó ir por esa desgracia, la oportunidad de jugar con América el Mundial de Clubes.

El domingo apenas en Zacatecas, después de otra derrota en torneos previos (Chivas y Cruz Azul) ya caminaban todos al final mirando al piso, cuando Barticcioto se desprendió del grupo y algo discutió con Javier, que lo alcanzó corriendo.

Hablan de golpes que no se ven del video, sólo forcejeo y todos separando, lo cual no deja de ser triste y preocupante, por más que se diga que son calenturas de la cancha. Lo cierto es que tenemos un grupo que detona su gran ansiedad, al saber que no pueden competir y se preparan, todos, para sufrir junto con su gente.

Barti es un muchacho que apenas comienza a conocer la depresión de sus fans y Javier es el veterano que conoce que los humanos sólo aprendemos a vivir después de que la vida se nos va pasando. Y es la realidad de todos, Santos Laguna se asoma al siguiente episodio de liga con la misma gente. Trajo al antes desechado Ocejo y hablan de un joven Balanta que viene prestado, porque está claro que no hay para más para volver a buscar entre los restos del tiempo.

Los videos son como un cuchillo detonante de la memoria. Por un lado, exhibe las viejas glorias y los astros que se fueron dejando el gran dinero pero también a los actuales, cuya identidad conocemos y en la cual confían Aleco y Don Braulio, con extranjeros que no han dado el grado apetecido y que siguen dejando dudas, porque hoy mismo, el futuro inmediato es incierto y nuestra gente quisiera traducir la vida en palabras con visión de la realidad y su interpretación.

Nadie puede revelar los hilos invisibles de la vida, ni de los sueños, emociones y obsesiones en bruto que tienen los fans, porque ellos se mueven al compás que le dictan sus corazones y a veces suelen sentir que se ahorcan con su propia cuerda al comprobar la potencia de su frustración, cual herramienta para acceder al tiempo y las defensas que la mente ha sepultado.

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Escrito en: Al Larguero columnas Deportes Alejandro Tovar Medina

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