El añorado maestro Fernando Marcos (1913-2000) hubiese cumplido el domingo anterior 112 años y se siente su ausencia aún.
Abogado de profesión, en el futbol fue de todo: jugador, entrenador, árbitro, periodista, comentarista, locutor de noticieros de cine, radio y tv. Fue DT de la selección nacional y le enorgullecía haber dirigido al América. En una larga plática de café con piquete, mientras llovía a cántaros, frente a Televisa hace algunos años, recordó algo que involucra a él mismo, al América y desde luego, por ser el rival más reciente, al Monterrey de los sesenta.
“Salió una pelota y la tomé. Los Rayados estaban perdiendo y el Capi Lama (1937- 2021) vino por ella presuroso. Se la negué y algo dijo. Le dí un bofetada. Luego nos quedamos paralizados ambos: yo de vergüenza y Angel de control total del impulso natural. Fueron sólo segundos. Tomó la pelota y se fue a jugar. Se lo agradecí siempre, porque era un tipo de casi dos metros y gran fortaleza. Si no se detiene, me liquida”. Años después con Fernando Villarreal (f) de por medio, a pregunta expresa, Lama lo dijo: “Siempre lo respeté y aguanté. Yo era el capitán rayado, no un pelafustán” El sábado anterior, los americanistas querían tomar la calle, gritar y echarse a correr, sabedores que el futbol de su equipo es sostenido por la incertidumbre. Todos habían visto que Torrent quería comerse la vida a mordiscos cuando expulsaron a Corcho en la décima patada que daba. Lo que siguió fue emotivo, pues quitó a Erik Gutiérrez que estaba sufriendo y puso a Rica Chávez que es como un piloto de F1, mientras Jardine tenía dolor y angustia incluídos y en esa evocación de pasiones, Ricardo salió como Verstappen en Qatar dejando sólo el polvo de su imagen. Levantó la vista mientras Berteram iba del centro a la izquierda, donde no estaban los mastines y donde Erik quizá pensando en su nueva conquista, no cerró, como debe hacerlo todo lateral, menos él, claro.
Para entonces, la gente de Televisa se veía en el hall de la gloria y los gritos del narrador parecían un patrimonio espiritual de ideas, sentimientos y miedos. El remate de Germán fusilando a Malagón nos hizo pensar, ¿y ahora cómo sobrevivir en un mundo de cínicos? porque muchos parecen interconectados con el ego y las medias verdades, y hasta profundamente ausentes.
En el futbol hay escritores que tienen ojos de poeta y manos de narrador, y cuando ese mundo se sumerge en silencio por desventuras, uno descubre que en cada página del tránsito de un hombre se nota que hay sombras que entran y salen de su vida y de su casa, pues para coexistir con la desgracia es necesario hacer nuestro propio juego, es decir, una velocidad diferente en cada zona. O bien, convencerse uno que a veces necesita de máscaras para adaptare a los demás.
El futuro era promesa y hoy es lugar del miedo para muchos. Piden la cabeza de Chicharito ¿y eso borra sus éxitos y gran trayectoria? Igual de Jardine ¿y su tricampeonato, se olvidó? El tiempo nos devuelve nuestra sombra y volvemos al camino de la conciencia y de la memoria, porque muchas veces el mismo futbol enfrenta el idealismo de la gente, ese viejo amigo sonriente que conduce al engaño, a la derrota y a la melancolía.