
Ana Villar y Román Eguía. EL SIGLO DE TORREÓN / Enrique Castruita
Son dos artistas en medio de un prado de obras. Fauna y flora habitan sus piezas. Los artistas Ana Villar y Román Eguía saludan a familiares y amigos en la Galería del Teatro Isauro Martínez (TIM). Luego se toman un tiempo y conversan minutos antes de que se inaugure su exposición colaborativa Jardines en el Desierto, donde ambos proponen un diálogo entre los distintos acentos de sus lenguajes creativos.
La tarde del miércoles casi se ha convertido en noche. El reloj camina hacia las 19:00 horas cuando Román Eguía se sincera y confiesa que la exposición estuvo muy poco planeada. Da más crédito a los años de amistad sostenidos con Ana Villar y la conjugación de sus propuestas en una misma oración plástica. Tal como un jardín, floreció de forma natural.
“Tantos años de amistad y de trabajar juntos… no fue necesario que hiciéramos demasiada planeación. Simplemente checamos el espacio, vimos el tamaño, cuántas piezas y todo. Pero al momento de hacer la museografía, fuimos viendo cómo las piezas comenzaron a conectarse de manera natural. De hecho, parece intencional, algunas hasta son del mismo tamaño, empiezan a dialogar, a comunicarse. Creo que las obras de los dos apoyan una a la otra”.
En las obras de Román Eguía se acentúa la fauna, en las de Ana Villar se distingue más la flora. Su similitud traspasa dimensiones y es capaz de acercarse al espectador. Pamela Meraz Taboada escribe sobre la muestra que los jardines, más allá de sus funciones prácticas, son escenarios de historias. En el caso de los dos artistas laguneros, se trata de un jardín en medio del desierto, emergido hace 25 años cuando los dos asistían al Taller El Chanate. Asimismo, apunta Meraz Taboada, se rinde homenaje a los jardines que ya no existen, a los que resisten y a los que volverán a florecer a través de la memoria y la esperanza.
“En mi caso. Yo sí soy de la flora y me voy más a ir tocando la abstracción biomórfica, una pintura más abierta, para que la gente la termine de leer, la complete naturalmente y, bueno, como siento que la naturaleza nos recrea, estoy muy apegada a ella”, agrega Ana Villar.
PIEZA ENTRE DOS
En total, Jardines en el Desierto se conforma por 27 piezas, pero es Cadáver Exquisito la que se ha colocado al centro de la sala. Se trata de una obra conformada por dos piezas distintas, pero símiles a la vez. Una es de Ana Villar y propone un entorno abstracto, el tronco de un mezquite a la inversa. Mientras que Eguía traza la llegada de un visitante al jardín, simbolizado en un ave.
“Es una pieza que refleja la personalidad de los dos, porque son cosas muy diferentes; buscábamos ese contraste”, señala Eguía.
La exposición Jardines en el Desierto, de Román Eguía y Ana Villar, permanecerá durante un mes en la Galería de Arte Contemporáneo del TIM.