El expresidente colombiano Álvaro Uribe y otras figuras políticas están pidiendo una intervención militar en Venezuela tras la fraudulenta jura del dictador Nicolás Maduro para un tercer mandato.
Pero la gran pregunta es si Donald Trump apoyará una acción militar para derrocar a Maduro.
Curioso por saber qué hará Trump, llamé al ex enviado especial de Estados Unidos a Venezuela e Irán durante la primera administración de Trump, Elliott Abrams.
Abrams, que también ocupó altos puestos en administraciones republicanas anteriores, me dijo que duda que Trump ordene el uso de la fuerza en Venezuela. Pero rápidamente agregó que esto podría cambiar si Maduro hace algo que enfurezca al presidente entrante de Estados Unidos.
"No lo creo", me dijo Abrams cuando le pregunté si cree que Trump ordenara una intervención militar contra Maduro. A menos que haya nuevas acciones de Maduro, como aliarse con Cuba o con Irán en algo que pueda significar una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos, no es probable que eso ocurra, agregó.
Trump se ha jactado muchas veces de que Estados Unidos no inició ninguna guerra durante su primer mandato. Una intervención armada estadounidense en Venezuela iría a contramano de su propia narrativa, me señaló Abrams.
Además, hay dos puntos de vista opuestos dentro de la órbita de Trump. Por un lado, están los partidarios de la línea dura contra Maduro, como el secretario de Estado designado Marco Rubio, un senador cubano- americano de Florida.
En ese bando también están el asesor de seguridad nacional nombrado por Trump, Mike Waltz, un congresista de Florida que recientemente copatrocinó la Ley Bolívar para endurecer las sanciones estadounidenses a Venezuela, y el enviado especial para las Américas designado por Trump, Mauricio Claver Carone.
Por otro lado, hay partidarios de Trump como el senador republicano Bernie Moreno, lobistas petroleros cercanos al nuevo presidente y comentaristas de extrema derecha como Tucker Carlson que podrían oponerse a una intervención militar estadounidense en Venezuela.
La mayoría de ellos sostienen que la primera prioridad de Estados Unidos debe ser detener la inmigración ilegal. Dicen que Trump debería llegar a un acuerdo con Maduro por el cual Venezuela detendría a los migrantes a cambio de que Washington flexibilice las sanciones petroleras estadounidenses.
Abrams me dijo que no está seguro de cuál de los dos bandos prevalecerá. Su intuición le dice que, al menos por ahora, Rubio, Waltz y otros funcionarios de línea dura podrán convencer a Trump de no hacer un acuerdo con Venezuela que no implique la salida de Maduro. "Pero eso no es 100% seguro", añadió rápidamente Abrams.
Cuando le pregunté qué cree hará Trump sobre Venezuela, Abrams me dijo que probablemente aumentará las sanciones económicas estadounidenses y tal vez intensifique las presiones diplomáticas sobre los países latinoamericanos y europeos para que hagan lo mismo.
Otras fuentes diplomáticas de Washington con quienes hablé en los últimos días, coinciden en que todavía no está claro si Trump se pondrá del lado de sus asesores de línea dura, o de los que quieren un acuerdo con Maduro.
Una de las preguntas clave es hasta qué punto Trump apoyará a Edmundo González Urrutia, quien recientemente fue reconocido por el presidente saliente Joe Biden como el "presidente electo" de Venezuela. González Urrutia ganó las elecciones venezolanas del 28 de julio por una abrumadora mayoría, según las actas de votación consideradas auténticas por la mayoría de las democracias occidentales.
Trump causó preocupación dentro de la oposición venezolana cuando no recibió a González Urrutia durante la reciente visita del líder político venezolano a Estados Unidos.
Varios días después de la partida de González Urrutia, Trump envió un mensaje de apoyo a la oposición venezolana en sus redes sociales en el que también reconoció a González Urrutia como "presidente electo".
Pero al momento de escribir estas líneas, González Urrutia aún no ha sido invitado a la toma de posesión de Trump el 20 de enero.
A menos que eso ocurra, y a menos que Trump hable específicamente de Venezuela en su discurso inaugural, sería una señal desalentadora que aumentar la presión económica y diplomática sobre Maduro no será una prioridad de la política exterior de Estados Unidos.
¡Debería serlo!