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ENTREVISTA

Brenda Lozano, maternidades y sombras genealógicas

"Yo sí creo que las heridas del pasado pueden mover los hilos del futuro y tú en el presente estás ignorándolo por completo”

Imagen: Enrique Castruita.

Imagen: Enrique Castruita.

SAÚL RODRÍGUEZ

Todo ser humano guarda historias dentro del cuerpo. Ella ha escrito una situada en los años cuarenta del siglo XX. Brenda Lozano (Ciudad de México, 1981) se inspiró en un verso de la poeta danesa Inger Christensen para titular su novela Soñar como sueñan los árboles (Alfaguara, 2024), el relato de un crimen donde enrama la vida de dos mujeres a través de la maternidad. A la autora, la época le resultó interesante: el mandato presidencial de Miguel Alemán, el esplendor en las artes, la Ciudad de México y su cielo libre de contaminación, sus abuelos disfrutando su juventud.

A Gloria Felipe le han arrebatado a su hija menor; alguien la secuestró y el crimen conmociona a la ciudad. La mujer cursa entonces un infierno al enfrentar trámites judiciales, corrupción y llamadas anónimas con datos apócrifos. Todo desde la culpa que habita yla soledad de un mar que se ha abierto dentro de ella. Mientras tanto, Nuria Valencia vive su propio drama al no poder embarazarse. Ya ha desfilado por varios tratamientos médicos sin resultado favorable. Vive la violencia ginecobstétrica. La presión social la aplasta. En medio de esa desgracia escucha en la radio sobre el secuestro de la niña.

“El tipo de relaciones, el tema de los árboles genealógicos, quién es hija de quién, el papel que también juegan las abuelas, los maridos. Me interesaba mucho explorar desde ahí a estas genealogías. Me gustaba la idea de que el título no figurara en la historia, simplemente es una metáfora de lo que ocurre. Es el sueño de ambas madres por sus hijas”. 

Inspírada en el periodismo de la nota roja, Brenda Lozano se interesó en cómo las familias se enredan en sus miedos, sus desgracias y sus anhelos. La voz narrativa, omnisciente, mujer y feminista, anda por los follajes familiares como si las raíces de lospersonajes apuntaran hacia el cielo. Al presentar a cada una de las dos protagonistas, dibuja sus respectivos árboles genealógicos. Allí el lector puede encontrar relatos del pasado que proyectan su sombra en el presente, heridas que se heredan incluso sin avisar. Se trata de una crítica hacia los mandatos de la maternidad atravesada por imágenes de agua.

La autora recuerda haber leído Alfabeto (Sexto Piso, 2014), de Inger Christensen, y quedar maravillada con un verso: “quizá quedase allí un verano, / cuando el mundo estaba blanco como una fiesta / y antes de que yo comprendiese que un soñador / tiene que soñar como sueñan los árboles / con frutas finalmente”. Apenas llevaba dos cuartillas escritas de su novela y en las líneas de la poeta danesa encontró el espíritu que daría a su narración: una metáfora sobre las familias. Los árboles también son genealogías y quizá esas frutas pudieran representar a los hijos; es decir, al futuro.

Brenda Lozano aparece en el vestíbulo de un hotel al norte de Torreón. Es un día caluroso e invadido de sol. Recién presentó Soñar como sueñan los árboles en la Feria Internacional del Libro Coahuila (FIL Coahuila). La autora toma su lugar en la mesa de la cafetería y saca una libreta de su bolso. “Yo también voy a anotar, cualquier cosa”. Mira. Escucha atenta. Hace apuntes por cada pregunta que recibe; tal vez todo cuestionamiento es la corteza de una nueva duda y las respuestas son esas hojas que caen lentamente como las estrellas en el alba, como lo imaginó Ibn-Sharaf de Berja.

Antes de iniciar con preguntas sobre la novela, me gustaría conocer qué temas te preocupan sobre la maternidad.

Es muy buena pregunta, porque entendida conceptualmente, creo que es muy complejo cómo se opina de los cuerpos de las mujeres y cuándo deben o no ejercer la maternidad, bajo qué condiciones. Es muy fácil que se juzgue. Y a mí, en todos los amplísimos espectros y situaciones en los que una mujer puede decidir no ser madre, que tenga libre decisión sobre su cuerpo y que pueda optar por el aborto, por ejemplo, me parece tan importante como el que sí ejerza su maternidad. Creo que, en el caso más extremo, donde entran estas opiniones es en el tema de los vientres subrogados. Ahí entran muchas otras complejidades, como el hecho de que no está regulado para que haya condiciones justas, sobre todo para la mujer que lleva el trabajo del vientre subrogado. Son temas siempre complejos, el aborto, los vientres subrogados…. hacia cualquiera de las direcciones a las que vaya, creo que siempre, teniendo los derechos humanos presentes, si hay condiciones de libertad de decisión para las mujeres, yo voy a estar a favor. La maternidad entra en ese muy vulnerable lugar donde la gente opina en qué condiciones se debe ejercer. Yo estaría más del lado de la libertad de elección de las mujeres. 

Imagen: Enrique Castruita.
Imagen: Enrique Castruita.

En la época donde se desarrolla Soñar cómo sueñan los árboles, que son los años cuarenta del siglo XX, ¿cómo entran los puntos de vista sociales, políticos y médicos respecto a la maternidad donde retratas a tus personajes? 

Claro. Muy buena pregunta. Sí, a pesar de que esa época pareciera muy lejana hoy, en muchos sentidos, en realidad, todavía se discute políticamente sobre el cuerpo de las mujeres como si fueran territorios en los que se pueden tomar decisiones y ejercer violencia. Pareciera muy distante, pero en realidad hay muchas coincidencias en las problemáticas; son temas no resueltos, por ejemplo, desde las violencias ginecobstetras que hoy en día siguen ocurriendo. Pareciera que está muy lejano también el tema del derecho al voto, este 1 de junio las mujeres vamos a las urnas y eso era algo inconcebible en esa época a finales de los cuarenta. Aunque en los cincuenta ya fue posible para las mujeres ir a las urnas. Y pese a que pareciera otro siglo, otra época muy distante, porque hoy hay una mujer en el máximo poder ejecutivo de este país y, en ese sentido, pareciera que son tiempos en blanco y negro, lejanísimos, en algunas cosas no lo son tanto. Por ejemplo, el machismo en la sociedad, en los prejuicios en torno a que una mujer esté en ese poder; eso se expande a todo. Y en términos de violencias ginecobstetras también. Hay muchos prejuicios, mandatos, que se ejercen en torno a los cuerpos de las mujeres, como el que un grupo de hombres legislen este tipo de leyes… ¡uy!, es que es un enramado y no sólo es el tema del ser mujer, sino de cómo se cruza con el racismo, clasismo y pueblos originarios; hay muchas capas de complejidad. Y te digo, pareciera que estamos bien lejos, pero a ver, pongamos el caso de una mujer purépecha que llega a una clínica estatal. ¿Qué trato va a tener? Entonces, por eso, creo que cuando hablamos de derechos de las mujeres, o que pareciera una época muy lejana, en realidad hay mucho qué hacer al respecto, qué cuestionar y qué legislar para que las mujeres podamos decidir en todos los espectros de esta sociedad inmensamente plural.

Un enramado… como un árbol.

Totalmente, con muchísimas ramas. Nada más para dimensionar un poco, se hablan 68 lenguas indígenas en este país. Y dice Walter Benjamin que una lengua es un mundo. Entonces, para rebotarlo con el mashup de Benjamin y los zapatistas... una lengua donde quepan muchos mundos, en un aspecto no sólo lingüístico, sino también enel término legal y de cómo se legislan los temas de género.

¿Qué aflora en ti al momento de leer en Alfabeto el verso de Inger Christensen que da título a tu novela?

Muchas gracias por esta pregunta. Justo este poema fue como un amuleto para una novela de la que apenas tenía un par de páginas escritas, pero necesitaba nombrarla para que existiera. Me sirven mucho las supersticiones y los amuletos. En este caso, este poema fue para mí un amuleto y “soñar como sueñan los árboles / con frutas finalmente” era para mí una metáfora muy bella de las familias;desde lo coloquial, los árboles genealógicos, el decir cuáles son tus raíces, un montón de expresiones que se han asociado a las genealogías y los árboles… perdón, pensaba que quería escribir una historia sobre esas familias en una situación muy límite, que es el secuestro de esta niña de dos años, y qué pasa con todo ese enramado: la culpa de la madre a quien le roban a la niña. Hay una historia paralela donde una mujer desea ser madre y no lo consigue, un enredo burocrático tremendo en torno a las adopciones, en un sistema médico dominado por hombres y en una épocadonde ellos decían: “tú puedes ser madre, tú no”; la paternidad presente y ausente, la relación violenta que tiene con su marido la abuela de esta niña. Me interesaba mucho ese enramado y cómo se van enredando esas historias que, como en un accidente, como en un choque, de pronto dos personas que nunca se habían topado, se ven en una situación de mucha adrenalina y quizá también de tragedia se ven orilladas a enredar sus historias y a cruzar esas líneas que normalmente no cruzamos con desconocidos.

Al inicio de cada historia, compartes un árbol genealógico de cada protagonista, ¿los árboles genealógicos en nuestro interior nos llegan a dar sombra? 

Imagen: Enrique Castruita.
Imagen: Enrique Castruita.

Claro, claro. Yo te diría en abstracto que toda luz arroja una sombra; entre más luminosa, una mayor sombra se proyecta. Al mismo tiempo, la intensidad de una luz se puede medir mediante la luminosidad proyectada en esos objetos. Esto lo digo en abstracto, para hablar de relaciones humanas, de familias, de genealogías y de cómo esa luz puede voltearse en contra. Claro que una luz o una figura muy dominante en una familia puede hacerle sombra a alguien y, al mismo tiempo, ese alguien carga con toda esa guía, todo ese ejemplo. Ahí no hay matemática ni ningún algoritmo que te pueda decir qué va a pasar con esa persona. Ahí hay muchas historias. En este tipo de combinaciones de luz y sombra pueden darse un montón de formas. Una película entera puede salir de un minúsculo cambio entre esa proyección.

¿Y qué tanto nos pesan los ramajes de nuestros árboles genealógicos?

Pues totalmente. Luego ni te das cuenta y están poniendo en escena cosas que vivieron tus abuelos o tus bisabuelos. Es muy raro. Dos cosas me parecen muy fascinantes. Una, dentro del cuerpo tenemos historias que, a la hora de soñar, se proyectan en esta pequeña sala de cine del inconsciente. Y, dos, cómo eso, a su vez, puede movernos los hilos como si fuésemos títeresde personas que no conocimos o no llegamos a conocer. Por ejemplo, tuve la gran fortuna de conocer a mi bisabuela, pero no a mis tatarabuelas. Y es increíble cómo a veces, incluso sin conocer tu árbol genealógico, es interesante, a veces aterrador y en otroscasos muy chido, cómo ponemos en escena historias o momentos de vida que vienen de esas genealogías. Dicen que la manzana no cae muy lejos del árbol y algo tendrá de razón ese dicho.

¿Cuál es la violencia que enfrentan las protagonistas de tu novela?

Tanto en el aspecto médico como en el judicial. La historia está dividida en tres partes. La primera es la crónica de este tiempo donde la niña es robada o secuestrada, un lapso de ocho o nueve meses. La segunda parte son los relatos judiciales de cuatro personas involucradas en este caso. Y la última parte ocurre en el penal de Lecumberri, que es la resolución de la historia y se revela cómo y por qué fue cometido el crimen. Más o menos esa es la estructura. Y hay dos historias que se van siguiendo en toda la novela, que son la de la familia de la niña y, paralelamente, la de esta otra familia que ha buscado desesperadamente tener un hijo y que les es imposible. En ambos casos hay un montón de violencias que aún existen en nuestra sociedad. Para mí, esta historia situada en el pasado, era una manera de hablar del presente. Por ejemplo, en el caso de Nuria (la mujer que busca ser madre), hay un montón de violencias ginecobstetras que le dicen que ella no puede ser madre. Y luego toda la violencia en el aparato judicial ymédico, cómo la sociedad va orillándola a que tiene que ser esposa, tiene que ser madre. Y todas estas cosas son expectativas que siguen ocurriendo; es un peso también sobre las mujeres. Si estás soltera, si no eres madre, y si eres madre, ¿por qué eres madre trabajadora? Hay toda una cantidad de juicios en torno a cómo ser mujer. Te decía, por el lado de Nuria, son muchas de esas violencias que me interesaba explorar con una ficción. Más adelante está el tema de las mujeres en los penales; si una mujer y un hombre cometieron el mismo crimen, la mujer recibe más años de sentencia. Entonces, por donde le veas, hay temas de violencia de género en varias capas.

Imagen: Enrique Castruita.
Imagen: Enrique Castruita.

Es como tu cuestionamiento al concepto de madre soltera, porque “madre” no es un estado civil.

Exacto, pero bueno, obviamente ahora hay términos que actualizan eso, como “madre autónoma”. La realidad es que podemos nombrarla aquí, en corto, pero para las personas, en general, lo normal no es llamarlas “madres autónomas”; popularmente se conocen como “madres solteras”, pero el simple hecho de que eso sea nombrado así es un buen termómetro de cómo está la situación. Y si te clavas un poco, ¿por qué se le llama “madre soltera” generalmente sólo a la madre? El padre ahí está y él decide dónde y cómo quiere estar, pero la mujer no. Bueno, eso te mete en un montón de expresiones, de formas de nombrarlo en la vida cotidiana, que creo que al final te habla de un termómetro de esa violencia de género que, de tantos niveles y de tantas formas, existe en nuestra sociedad.

Ana María, la abuela, hace lo imposible para recuperar a su nieta y va con una bruja. La chamana le hace ver a sus gemelos muertos y el lector puede ligar esa pérdida con la nieta secuestrada. ¿Cómo enramas esas heridas del pasado con las del presente?

Muy buena pregunta. Yo sí creo que las heridas del pasado pueden mover los hilos del futuro y tú en el presente estás ignorándolo por completo. De eso se trata la obra de todos los griegos, ¿no? Las tragedias griegas comienzan con un oráculo, diciéndote exactamente qué va a pasar. Y yo creo que ese oráculo no es más que el pasado; es decir, muchas veces, si ya sabes exactamente qué va a pasar, ¿cómo se cumple esa premonición? El pasado nos deja ver como: “ah, mira, muy probablemente esta mujer vaya a cometer este crimen”. Y muchas veces está ya cantado ese porvenir. ¿Cómo hacemos para evitarlo? No lo sé. ¿Cómo hacemos para asumirlo? También es una buena pregunta. Sabes que la historia va a acabarahí, ¿qué puedes hacer para asumirlo como tal? Me dejaste más bien filosofando. No sé muy bien qué responder, pero creo que ahí es interesante el lugar que tienen las brujas. Como figura clásica en lo europeo o en la cultura precolombina, creo que es bien interesante. Y eso me gusta, porque pareciera que algunas historias tienen que resolverse de manera racional y lógica, pero la figura que puede jugar una bruja, una chamana… y Shakespeare también está lleno de esta figura oracular. Es interesante en qué momento aparece; muchas veces resuelve la historia.

En tu novela hilvanas imágenes de agua. La última vez que hablamos me dijiste que esas imágenes estaban ligadas históricamente a la maternidad.

El agua es un elemento y un arquetipo ligado a las maternidades: “Se le rompió la fuente”. Todo lo femenino está muy ligado al agua. Por supuesto las emociones están muy ligadas a lo femenino; en un sistema machista, los hombres no son capaces de expresarlas. Mucho del simbolismo que hay, por ejemplo, “la gota que derramó el vaso”, “está atormentada”, estas expresiones están relacionadas a lo emocional y, por lo tanto, también a lo femenino. Desde cómo se alinean los ciclos lunares, la luna, el agua... las afectaciones que tiene la luna sobre el océano. Arquetípicamente, el agua está muy ligada y me interesaba que en esa historia tuviera una presencia muy explícita desde lo más coloquial; arranca y cierra con una lluvia, como si fuera un paréntesisde agua y en el intermedio pasara la historia de un crimen. Y cómo cambia… porque los símbolos estánpara resignificarse, nunca son estáticos y creo que eso hacen las historias; un bonche de símbolos, los mezclas y te dan una historia bien distinta, como caen los dados azarosamente.

¿Y en realidad crees que el amor está hecho de temores?

¡Ah! Esa es una frase muy chida que viene en las Heroidas de Ovidio. Y sí, es una idea muy bella y muy clásica, desde los griegos hasta Peso Pluma y Karol G. Esta línea cruza casi todas las historias de amor. El amor necesariamenteestá lleno de temores y creo que en este caso extremo, en el que se encuentran estas mujeres, donde sus maternidades, su seguridad, su porvenir, sus parejas, todo está en juego, como en un límite. Creo que ahí es donde quedan descubiertosestos temores y la condición humana es bien interesante para mirar de cerca.

srodriguez@elsiglo.mx

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