
‘Cada aria es un nuevo viaje’, la mezzosoprano Elina Garanca conversa sobre su próximo concierto en Saltillo
Hay pasajes y momentos de la actuación operística donde vira hacia su interior. Sueña despierta, pero no en el sentido de extraviarse en la fantasía. Se aleja del exterior y escucha. Se escucha así misma y a la orquesta. Deja que las imágenes le ayuden a dar con la expresión o el color adecuado para la entonación. Entonces, la música, las partituras y el director la traen de vuelta, como en una sacudida. Previo a su próximo concierto en Saltillo, la mezzosoprano letona Elina Garanca afirma que “la ensoñación está anclada por la realidad”.
Será el próximo 9 de octubre en punto de las 20:30 horas, cuando la cantante se presente en un escenario al aire libre y de manera gratuita en la Plaza de Armas de la capital coahuilense. Bajo el título ‘Elina Garanca le canta a Saltillo’, la acompañarán el director de orquesta Constantine Orbelian y la Orquesta Filarmónica del Desierto Coahuila (OFDC). También se contará con la participación de la Compañía de Ópera de México y la Compañía de Ópera de Saltillo. Más de 70 instrumentistas y 40 coristas se contemplan en escena, en un evento organizado por el Gobierno del Estado de Coahuila, el Municipio de Saltillo y el Patronato de Arte y Cultura de Coahuila.
Es el regreso de Elina Garanca a la entidad, luego de que en enero de 2017 ofreciera un concierto en Torreón. En aquella noche conquistó el Teatro Isauro Martínez junto a Camerata de Coahuila. Ella lo tiene presente y lo comparte en esta entrevista exclusiva con El Siglo: cada retorno implica un reencuentro y un descubrimiento.
“Es como abrir una puerta familiar a un paisaje a la vez escarpado y lleno de calidez. Regresar ahora es para mí un reencuentro y un descubrimiento. Cada presentación es un nuevo diálogo con la ciudad y su gente, y tocar en un lugar tan único me recuerda cómo la música puede florecer en cualquier lugar. Cantar en Saltillo, con la Filarmónica del Desierto, ofrece otra oportunidad para compartir ese espíritu desbordante de vida, dejando que la música se extienda por el vasto horizonte y nos una más allá de las fronteras y las palabras”.
El programa implica una selección de arias y piezas operísticas que abarcan repertorios de la música italiana, francesa y española: “Lo son l’umile ancella”, de Cilea (1902), de Adriana Lecouvreur; “Mon cœur s’ouvre à ta voix”, de Samson et Dalila (1877), de Saint-Saëns; “Himno de Pascua”, de Cavalleria rusticana (1890), de Pietro Mascagni; “Canción de Paloma”, de Barbieri y “Cuando está tan honda”, de Chapí.
“Estas obras me permiten explorar una amplia gama de personajes y emociones, desde momentos íntimos y líricos hasta poderosas expresiones dramáticas. Cada aria es un nuevo viaje, y espero compartir este variado repertorio con el público de Saltillo”.
Celebra trabajar con el maestro Constantine Orbelian. Considera que cada que ambos suben juntos a un escenario es una auténtica conversación musical. El director estadounidense sabe escuchar y responder intuitivamente, lo que le permite moldear la orquesta con gesto sensible. Estos aspectos abren campo para que Elina Garanca encuentre libertad y expresión en la música.
“Constantine posee un notable sentido del equilibrio entre la orquesta y la voz. Sabe cuándo dar espacio, cuándo liberar la tensión y cómo crear momentos de intimidad o grandeza. Con él al mando, nunca me siento abandonada en el escenario, y el diálogo entre la voz y la orquesta fluye con soltura, sin restricciones técnicas, lo que permite llegar al público con mucha más facilidad”.
Voces como Rolando Villazón o Lilia Downs le han permitido escuchar a México. La música de este país la toma desde su riqueza y pasión desbordante. Cada vez que pisa un escenario mexicano, la considerada la mejor mezzosoprano del mundo recuerda que no se debe temer a la historia y a las raíces, algo que ha aprendido tras visitar más de diez veces este país.
“Amo a México por su espíritu tan puro y auténtico. Tiene una cualidad elemental: natural, directo, profundo y sencillo a la vez. Hay algo esencial ahí, una conexión muy genuina entre las personas. Actuar para el público mexicano significa experimentar esa autenticidad y energía de primera mano”.
UN CANTO PARA EL MUNDO
Nacida en Riga, Letonia, en el seno de una familia apasionada a la música, Elina Garanca se abrió camino en el arte como mezzosoprano, pero el camino no fue fácil. Al principio de su carrera tuvo muchas dudas y presiones. Pasó por el teatro y por instrumentos como el piano. Intentó escribir. Hasta que decidió intentarlo con el canto, auxiliada por su madre. En su novela El amor el mar, el escritor francés Pascal Quignard plasma: “¿Qué músico no ama a los pájaros, al menos cuando inician sus cantos al final de la noche?”.
“Para mí, cantar siempre se ha sentido como el primer canto de un ave antes del amanecer, como un despertar. Crecí rodeada de música, pero mi camino no siempre fue fácil. Como otros, me enfrenté a dificultades y dudé de mí misma, pero la necesidad de cantar me atrajo una y otra vez. Cada aria todavía se siente como un pequeño vuelo hacia arriba, donde las preocupaciones cotidianas se desvanecen y sólo existen el sonido, el texto y el latido de la música”.
Uno de sus papeles más aclamados ha sido el protagónico de Carmen, la ópera de Georges Bizet. Su presentación en el MET Opera de Nueva York supera más de 35 millones de reproducciones en YouTube.
Ese personaje le enseñó a abrazar lo imprevisible y mantener la vida. Por eso refiere que la vigencia de la ópera radica en la propia naturaleza humana, pues es maestra y espejo. La cantante tampoco duda en afirmar que cada vez que sube a un escenario, escribe una autobiografía.
“Sí. Cada actuación revela una parte de quién soy, dónde estoy ahora, lo que he pasado, mis emociones, experiencias, esperanzas y elecciones, por lo que el escenario se convierte en una autobiografía viva y en desarrollo que puedes presenciar conmigo”.