La carrera política de Manolo Jiménez, al igual que la de sus predecesores inmediatos, se construyó en Coahuila, específicamente en Saltillo. Hasta Rogelio Montemayor, los gobernadores habían procedido del centro y eran designados por el presidente de turno. Formarse en un mundo de intrigas y en los pasillos resbaladizos de la capital, como parte del gabinete o en posiciones de liderazgo en el Senado, la Cámara de Diputados o algún sector del PRI, permitía aguzar los sentidos, relacionarse con actores clave y curtir la piel. Así podían, una vez al frente de sus estados, obtener apoyos federales y lidiar mejor con las crisis.
Enrique Martínez fue el gobernador de transición entre los candidatos de Los Pinos y los surgidos del estado. En 1994 tenía todo a su favor para ser nominado, pero la carta del presidente Carlos Salinas de Gortari era Montemayor. La disciplina de Martínez se premió con un escaño en la Cámara de Diputados. Seis años después, en la misma tesitura, pudo haber seguido los pasos de Ricardo Monreal, quien se rebeló contra el dedazo presidencial, renunció al PRI y se convirtió en el primer gobernador de Zacatecas postulado PRD, dirigido entonces por Andrés Manuel López Obrador. Frente a ese riesgo, el PRI convocó la primera consulta abierta para nombrar candidato. Martínez arrasó en las elecciones.
El Gobierno martinista cumplió las expectativas en términos generales, pero su aspiración presidencial (por el frente Todos Unidos Contra Madrazo), un exceso de confianza y otras circunstancias lo distrajeron de la sucesión estatal. Cuando quiso retomar el control ya era demasiado tarde. El clan Moreira se hizo con la candidatura y ahí empezó el desastre. La hybris y unas encuestas a la medida del deseo despertaron en Humberto Moreira la ambición de ser presidente de la república. Su vinculación con Enrique Peña lo llevó a dirigir el PRI y después al precipicio. En las grandes ligas no juega cualquiera.
Con Rubén Moreira y Miguel Riquelme pasa lo mismo. Sin presencia ni enchufes fuera del estado, en la capital no trascienden, son comparsa. Riquelme y otros gobernadores del PAN y Movimiento Ciudadano formaron la Alianza Federalista para desafiar al presidente López Obrador, pero las urnas los volvieron a la realidad. En las elecciones intermedias de 2021, la coalición Morena-PT-Verde ganó 14 gubernaturas, antes en poder del PRI y el PAN, además de conservar la mayoría absoluta en el Congreso. Moreira es diputado plurinominal por tercera ocasión consecutiva. Riquelme llegó al Senado por el principio de primera minoría después de perder con Luis Fernando Salazar (Morena).
Manolo Jiménez no tiene asideros en el PRI nacional ni en el Congreso. El partido atraviesa su peor crisis de representación política y su líder, Alejandro Moreno, es objeto de investigaciones por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero. Su relación con la presidenta Claudia Sheinbaum presenta dos caras. Hay colaboración, no conflicto, pero el nombre de la mandataria sigue ausente del discurso oficial. Después de su segundo informe, Jiménez viajó a la capital para reunirse con el influyente secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch. El mismo día, su fiscal, Federico Fernández, aspirante a sucederle, se entrevistó con Ernestina Godoy, fiscal general de la república. La fotografía que más se destacó en la prensa estatal fue la segunda. ¿Señal o distractor?