“Las cuotas que los bancos le pagan al IPAB son para el seguro de depósito. Para pagar el rescate bancario el gobierno destina recursos del presupuesto a través del ramo 34”. Mario di Costanzo
El viernes pasado la presidenta Sheinbaum dijo en su mañanera: "¿Recuerdan el Fobaproa?... ¿Cómo se llama ahora?, el IPAB. Bueno, esa deuda que era privada, que se convirtió en deuda pública, hay una parte pequeña que aportan los bancos, pues, no lo van a creer, se deduce de impuestos. Pues ya no la van a deducir, a partir del próximo año. Esa es parte del paquete que vamos a presentar". De esta manera la presidenta adelantó una medida fiscal que, además de injusta, revela una grave ignorancia sobre la banca y el rescate bancario.
Para empezar, el Fobaproa y el IPAB no son lo mismo. El Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) se creó en 1990 y quebró en 1995, junto con la mayor parte de la banca mexicana, debido a la crisis financiera de ese año. El gobierno rescató el Fobaproa, pero no para ayudar a los dueños de los bancos, que perdieron su capital, sino los ahorros de los depositantes. El Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB) se creó en 1999; es un nuevo seguro que se nutre de aportaciones de los bancos y busca garantizar los ahorros, aunque quiebren los bancos.
En todo el mundo hay seguros bancarios. Se consideran indispensables porque la banca es una actividad de alto riesgo. Las aportaciones son deducibles de impuestos porque no solo son un gasto legítimo sino necesario. Su principio fundamental es que el seguro no protege a los accionistas, sino a los ahorradores, porque entre un 80 y un 90 por ciento del capital que prestan los bancos no es de los accionistas sino de los depositantes. Si un banco quiebra, cosa bastante común, los ahorradores pierden sus ahorros, a menos de que tengan un seguro bancario.
Es falso que los bancos actuales estén cubriendo una parte de la deuda del Fobaproa con sus pagos al IPAB; la deuda del Fobaproa la pagan los contribuyentes. Los bancos aportan recursos al seguro bancario. Si se les impide deducir los pagos, tendrán que reflejar el alza en sus costos y estos en el precio de sus servicios; así, subirán las tasas del crédito, aumentarán las comisiones y bajarán los réditos a los ahorradores. Los bancos no pueden dejar de pagar las aportaciones, aunque no sean deducibles, porque la ley los obliga, pero también porque pondrían en peligro los ahorros.
El IPAB protege los depósitos hasta por 400 mil UDIs, unos 3.4 millones de pesos. Si un banco quiebra, los ahorradores recuperarán esta cantidad del IPAB. El seguro es insuficiente, sin embargo, para cubrir una quiebra generalizada como la de 1995. Al cierre de 2024 el saldo total del seguro era de 106,294 millones de pesos. Nada más Intercam, un banco pequeño intervenido por el gobierno en este 2025, tenía una captación tradicional de 40,045 millones de pesos al cierre de 2024. El BBVA registró ese año una captación tradicional de un billón 540,914 millones de pesos, 15 veces más que el saldo del seguro bancario. La quiebra de un solo banco importante ocasionaría un colapso del IPAB. Más que debilitar el seguro, habría que fortalecerlo.
Eliminar la deducibilidad de las aportaciones al IPAB revela una inquietante falta de conocimiento. El Fobaproa no rescató a los dueños de los bancos sino a los depositantes, que habrían perdido sus ahorros de otra manera. Los pagos de los bancos al IPAB no son para cubrir la deuda del Fobaproa, sino para un seguro bancario indispensable. Eliminar la deducción aumentará los costos de la banca, los cuales se endosarán a los usuarios. Sería una medida muy destructiva.
HUACHICOL
"Hemos podido prácticamente eliminar esta actividad delictiva", declaró López Obrador sobre el huachicol el 1 de septiembre de 2019. Varias veces repitió la afirmación, pero el huachicol no solo permaneció, sino que se agravó. ¿No supo o no quiso actuar?
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