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Del cuerpo humano y las especulaciones

MANUEL RIVERA

Tal vez ha sido observado sólo por unas cuantas personas, pero en México avanza un tipo de ceguera para el cual la ciencia médica se declara incompetente.

Aún no se ha hecho un llamado general a la población para advertirle sobre este mal, sin embargo, hay observadores que señalan que sus efectos no únicamente se registran en el sentido de la vista, sino que además se extienden a la salud mental y, por consiguiente, afectan la capacidad de juicio de las personas.

Evidencia de este amenazante mal surgió la semana pasada, cuando la presidenta Claudia Sheinbaum fue acosada en la calle.

La nueva o especialmente relevante enfermedad de impacto social, mostró en ese acontecimiento algunos de sus síntomas en la tendencia de la conversación pública focalizada en dos señalamientos: la seguridad de la mandataria y la duda acerca de la veracidad del incidente que sufrió.

Menor importancia pareció tener el tema del acoso a las mujeres en la sociedad del "despertar de las conciencias", burla citada con frecuencia en el anterior gobierno de un país donde el patriarcado está tan vivo como siempre y la igualdad de género sigue sometida por una cultura que venera a la madre y cría machos.

Considerar que el agravio contra la presidenta fue resultado de una conspiración, de una "caja china" (hecho de alto impacto con apariencia de realidad, creado con la intención de retirar o reducir la atención que la opinión pública dirige hacia otro tema o hecho) o de una falla en el equipo de seguridad de la jefa del Ejecutivo podrían ser especulaciones razonables, empero, existe un hecho tan objetivo como conocido por muchas mexicanas: la ausencia de respeto a su cuerpo. "Si esto le hacen a la presidenta, ¿pues qué va a pasar con todas las jóvenes mujeres en nuestro país?", dijo Sheinbaum al declarar que denunció el caso ante la autoridad correspondiente.

Ya sea que se asuma que es el vehículo en el cual viaja el alma o el todo físico consciente de su unidad finita, el cuerpo humano representa la esfera propia e indivisible que envuelve a cada persona, que como tal tiene plena y única potestad sobre ella.

El cuerpo de uno, propiedad que por derecho natural es inalienable o intransferible, merece el absoluto respeto del otro, no por alguna concesión o favor, sino por el cumplimiento del más estricto deber humano.

Constante en mi vida laboral en el medio de la política fue atestiguar la construcción de sofisticadas explicaciones a sucesos de origen evidente.

"En la política no hay casualidades", es una manida expresión que libera de responsabilidad a quien asume que existe un guion en el universo para que desempeñe en su vida un papel previamente asignado, pasando por alto la libertad para equivocarse y hasta la razón para discernir rumbos.

Empero, esa frase hecha, de cómoda y popular aceptación, pues dispensa la autocrítica, permite también que algunos comunicadores nos pongamos la bata de científicos para esconder la bola mágica que nos acredita como adivinos.

Por supuesto que en mi labor para llenar la despensa encontré más de un complot, pero también innumerables intrigas maquinadas por enemigos muchas veces existentes sólo en la imaginación. Recuerdo, no sé si con pesar o alegría, romper las ilusiones de un gobernador que mostraba su molestia por la "influencia" de sus adversarios en el mal trato que le daban los periódicos, diciéndole que más que lamentarse debería agradecer la superficialidad con la que eran cubiertas las equivocaciones de su administración. Sobra decir que cuando dejé su gobierno no me extrañó.

Si lo real puede causar dolor, ¿por qué no optar por la ilusión que gratifica cuando boceta la realidad anhelada? Mientras pensar enfrenta con las imperfecciones de la naturaleza humana, evitar la razón acerca el sueño de suponerse dios.

El cuerpo de una mujer, presidenta o no, de ninguna manera debe estar sujeto a la decisión de alguien ajeno a ella. Ninguna debería ser tocada sin su consentimiento, recuerda el incidente padecido por la mandataria.

Y esto último es conclusión objetiva y cierta, no especulación sobre lo que podría ser posible.

PD Antes de mi desencanto por la "Cuarta Transformación", está mi convicción acerca de la necesidad de acabar con las agresiones hacia las mujeres, asignatura pendiente en un país donde se seguirá escuchando incongruente el discurso del cambio, si antes no desaparece el machismo de ayer y hoy.

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