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Julio Faesler

Día para el recuerdo

JULIO FAESLER

Así lo quiero recordar, como el día en que nos lanzamos a trabajar para que a la Patria le fuera mejor. Eran los tiempos en que las elecciones no importaban porque el gobierno todo lo tenía controlado, al grado que nos decía quiénes iban a ganar. Eran los tiempos en que nos subíamos al cerro del Coronel a media noche para borrar el nombre del candidato a Presidente de la República, digo, del siguiente Presidente de la República, escrito con piedras blancas para que todo Chihuahua lo viera y se enterara.

Largos años por delante en que los pocos fieles a la meta vivíamos en la certeza de que las cosas cambiarían para bien de la Democracia, lejana aún en el horizonte, que por fin se vería si lucháramos bastante.

Las sesiones de la Comisión Federal Electoral eran la farsa instituida, insensible a la espléndida oratoria de la oposición. Un día amaneció y empezamos a ver como por goteo, algunos bravos campeones llegaban y hubo nuevos diputados al Congreso de la Unión. El número fue creciendo hasta que el peso de los cruzados hizo mella en el invencible y sentimos que el escenario se movía aunque sólo ligeramente.

La confiada Patria puso lo suyo y millones de convencidos trasformaron la ilusión en realidad. La puerta de Los Pinos se abrió y en Palacio Nacional hubo dos que retomarían el hilo de aquella tan recordada transformación inicial. La dictadura estabilizadora quedaba atrás.

Pero no bastaba la fé. Fuerte en propósitos pero endeble en medios, la quebradiza nueva vida no resistió la revancha de los que no saben perder. La guerra sí resultaba, después de todo, la de eternidades. Sísifo los consoló. Hubo quienes se acomodaron. Otros, tercos, siguieron en la brega. Un curtido campeón local salió de bambalinas y acaparó las filas y rústico, entró al palacial bastión.

Este año el altar de muertos está repleto de calaveras en algarabía y la confusión es el tono del momento. No se reconocen entre sí las calaveras. Desde su lápida cada cada una se entretiene viendo intenciones y adivinando trampas. Los que inventen nuevas estrategias alcanzarán a los que parecen delanteros y en las elecciones del 2027 los que repitan su propio guión se quedarán.

El camposanto se renovó desde 2018. Algunos contendientes han desaparecido. Algunos noticieros han cambiado de estrellas, mientras otros han ascendido a comentaristas. El ambiente en el panteón está más revuelto que cuando eran menos los actores que importaban. Somos menos los que cómodamente medimos tres o aún cuatro sexenios y podemos mencionar a los presidentes más formales como Miguel Alemán y Ruiz Cortínes y los que tomaron a "chamba" el cargo como López Portillo. Algunas calaveras las vemos más gastadas que otras como la de Díaz Ordaz. En el panteón están figuras jóvenes como López Mateos y Miguel de la Madrid. Comparten cuartel oradores modelo como Gómez Morin, Vicente Lombardo, Colosio, Juan de Dios Castro y Clouthier.

Tantos otros que dejaron su huella en el servicio público como vocación y a los que hoy que nos acercamos con reconocimiento de su aporte, desde todos los ángulos de ideas para que la sociedad mexicana viva en la tranquilidad de que sus aspiraciones para el bien personal y el de sus familias, sean el objeto de un gobierno que de verdad los atienda.

Este año nuestro altar de muertos se nos revela más confiado que nunca en que todas las fuerzas que desde ella nos visitan seguirán impulsándonos hacia una sociedad justa y generosa pues sin duda que con voluntad y esperanza férrea finalmente su aliento alcanzaremos.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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