
Educar para el futuro
Nelson Mandela lo entendía muy bien: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Julia Gillard, quien fue primera ministra de Nueva Zelanda, lo explicaba de otra manera: “Nuestro crecimiento futuro depende de la competitividad e innovación, de las habilidades y la producción… y estas a su vez dependen de la educación de nuestra gente”.
No sorprende que los países con mejores sistemas educativos sean también los más prósperos. El US News and World Report considera que las naciones con sistemas de educación pública más desarrollados son Dinamarca, Suecia, Reino Unido, Finlandia, Alemania, Canadá, Noruega, Japón, Suiza y Australia. Sí, todos países ricos. Unos no tanto, pero sus buenos desempeños académicos explican por qué han venido creciendo en los últimos años. Las pruebas de PISA de la OCDE, que miden el desempeño de alumnos de 15 años en educación media, dan los mejores resultados a Singapur, China, Taiwán, Corea del Sur, Hong Kong, Estonia, Canadá, Irlanda y Suiza. Esto explica por qué especialmente los de la región Asia Pacífico han incrementado su desarrollo a pasos acelerados.
Singapur es el país más rico de Asia, y Suiza el de Europa. Sin embargo, ser potencia económica no es suficiente. Estados Unidos es el país más próspero de América, pero su sistema educativo, aunque muy bueno en las universidades de élite, es mediocre en primarias y secundarias.
A los mexicanos debería preocuparnos que no estamos avanzando. El estudio del INEGI sobre la pobreza multidimensional que se dio a conocer el pasado 13 de agosto arrojó un buen resultado en la disminución de la pobreza, pero registró un “rezago educativo” de 18.6 por ciento en 2024, casi el mismo que el de 19 por ciento de 2018. Ese rezago sólo mide un aspecto limitado del problema. Se trata de la situación de una persona de 15 años o más que no ha terminado la educación básica (primaria y secundaria), sin embargo, no mide la calidad de la educación, y en México mucha gente termina formalmente la secundaria sin aprender realmente a leer y escribir o a realizar operaciones aritméticas básicas.
En la prueba de PISA que organiza la OCDE, México ocupa el tercer lugar en calificaciones más bajas y el peor en ciencias. Si bien entre 2003 y 2009 tuvo avances, ha registrado una caída importante desde entonces en las tres áreas que considera: comprensión de lectura, matemáticas y ciencias. Lo peor es que al gobierno no le interesa mejorar la calidad de la educación. La llamada NuevaEscuela Mexicana que ha impulsado está hecha para promover un adoctrinamiento político, pero no para elevar el nivel de instrucción. El espacio que dedica a las ciencias y el conocimiento técnico es cada vez menor.
Esta filosofía tendrá con el tiempo un costo muy elevado para el país. En todo el mundo vemos la estrecha relación entre educación y prosperidad. Más aún, encontramos que en las naciones que han logrado salir de la pobreza el énfasis en la excelencia académica ha sido enorme. En el México de hoy, empero, los políticos consideran que la educación de calidad es “clasista”. Max Arriaga, uno de los arquitectos de la Nueva Escuela Mexicana, ha escrito que “la educación del Estado forma ciudadanía crítica, no mano de obra barata”. No le interesa generar un mayor conocimiento para que los jóvenes trabajen y construyan prosperidad; quiere un sistema educativo que los politice.
Twitter: @SergioSarmiento