
El cisne negro, metáfora de la obsesión
La danza, el perfeccionismo y la parte más oscura de la escena artística se unen en esta historia sobre represión y liberación, donde el simbolismo hace que la vida de la protagonista, Nina Sayers (Natalie Portman), se entrelace con la obra El lago de los cisnes.
Para muchos, El cisne negro (2010) pudo haber sido una introducción al cine de Darren Aronofsky y, tal vez, al cine de autor en general. Su trama abarca problemáticas que van desde la competitividad y el rendimiento hasta la búsqueda de trascendencia; todo desde una perspectiva estética atractiva y una narración redonda llena de metáforas efectivas.
El año que se estrenó el filme, Aronofsky ya contaba con una carrera sólida, con largometrajes como Pi: el orden del caos (1998), Réquiem por un sueño (2000) y El luchador (2008), un drama sobrio que gira en torno a la dedicación y el choque de los anhelospersonales con la realidad. El cisne negro continúa con esta narrativa, aunque añade componentes como el suspenso psicológico —e incluso el terror— con altas dosis alucinatorias, presentando a los monstruos de la psique de una forma cercana a la fantasía oscura.
La intención inicial del director era integrar El luchador y El cisne negro de modo que los protagonistas tuvieran una relación amorosa y que compartieran algunas escenas, pero la idea fue desechada.
PLANTEAMIENTO
Nina Sayers tiene una relación enfermiza con su madre (Barbara Hershey), quien busca vivir el sueño de ser una estrella del ballet a través de su hija. La oportunidad de ver ese deseo cumplido se consolida cuando Nina es elegida para interpretar el papel principal en El lago de los cisnes de una forma innovadora: la compañía en que trabaja ha decidido que la misma bailarina encarne tanto al cisne blanco como a su antagonista, el cisne negro.
La manipulación materna choca con los intentos de liberación de la protagonista, cuya represión se extiende a la manera en que se relaciona con todas las personas que la rodean y con el centro de su existencia: la danza. A pesar de ser sumamente virtuosa, se le dificulta dejar de lado la rigidez técnica para ceder paso a la experiencia emocional.
En este contexto, el cisne negro es utilizado para representar el descubrimiento de Nina de su sexualidad, las drogas, el placer y la fiesta, como si se tratara de una adolescencia tardía. La ruptura de su represión la ayuda a hacerse cargo no sólo del personaje, sino también de su sombra, esa parte oscura de sí misma de la que aún no es consciente.
Sin embargo, esta exploración de lo “prohibido”, a pesar de ser natural, llega en un momento en el que la personalidad de Nina ya se está resquebrajando.
En una de las escenas más icónicas de la película, la bailarina extiende sus alas literalmente, presentándose ante las luces del teatro para mostrar la liberación que tanto había deseado, pero también la integración a su vida del “cisne negro”, al que tendráque hacer frente para no disolverse en él.
LA PERSONALIDAD CREATIVA
En el libro Creatividad: el fluir y la psicología del descubrimiento y la invención (1996), el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi señala que los individuos creativos suelen combinar rasgos contradictorios: son al mismo tiempo humildes y orgullosos, disciplinados y rebeldes.
La tensión interna se amplifica en ambientes donde coexisten varias personas con estas características. Siendo el arte un ámbito sumamente competitivo y jerarquizado en la sociedad contemporánea, los abusos nacidos de esas fricciones pueden ser comunes e incluso autoinfligidos.
La compañía de danza donde trabaja Nina está inmersa en un infranqueable exceso de trabajo, pero también en el privilegio que posee Thomas Leroy (Vincent Cassel), su director, para seducir y acosar a las bailarinas. Dependiendo de cómo se relacionencon él, Leroy tiene el poder de decidir sus apariciones o acabar con sus carreras. Las personas relacionadas con las producciones de la compañía dan por hecho que es una dinámica imposible de cambiar. Se adaptan y actúan en torno a lo establecido, sin saberque podrían estar empujando la salud mental de una de sus colegas hacia un peligroso límite.
En El cisne negro las jerarquías se resquebrajan, al igual que la percepción de la realidad de la protagonista. Pero el show debe continuar. Tras bambalinas, el mundo que sostiene cada escena del ballet puede tambalearse, pero ante el público es necesario presentarse con una pulcritud y una perfección absolutas.
METAMORFOSIS QUE NACE DE LO IMPREDECIBLE
Publicado en 2007 por el investigador y financiero libanés Nassim Taleb, El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable es un libro que suma a las nociones de predicción y probabilidad. Su principal interés es analizar las consecuencias masivas de eventos sorpresivos que exceden nuestra comprensión y que solemos racionalizar erróneamente.
Taleb le llama “cisne negro” a este tipo de fenómenos, aludiendo a la antigua creencia europea donde se asumía que los cisnes blancos eran los únicos existentes. Estos constituían la normalidad hasta el descubrimiento de la variante oscura en Australia, tras lo cual se derrumbó una convicción que parecía inamovible.
Así, los cisnes negros son acontecimientos impredecibles que dinamitan la realidad construída hasta el momento. Son capaces de cambiar el rumbo de sociedades enteras y de su quehacer en cuanto a ámbitos cruciales como el científico, sanitario, de seguridad o mercantil.
Con este concepto, Taleb señala la obsesión de la humanidad por el control, por buscar la sensación de que se puede vislumbrar el futuro. Pero la impredictibilidad y lo desconocido son aspectos incómodos que forman parte ineludible e importante de este mundo.
En la película de Aronofsky, la madre de Nina se esfuerza para que todos los sucesos en la vida de ambas se apeguen a una rutina y busca, a toda costa, no perder a su hija como fuente de satisfacción, es decir, como compensación del éxito que ella misma no logróen su juventud. Trata de contenerla, de controlar su actividad y su crecimiento personal, impidiéndole con ello que alcance la libertad que todo individuo debería tener para decidir sobre su propia existencia.
Bajo la lógica del filme, el cisne negro, ese evento impredecible que lo cambia todo, modifica la dinámica entre estos dos personajes, quienes además se vuelven incapaces de interactuar de la misma manera con su pequeño mundo: la compañía de danza en torno a la que hacen girar sus vidas. El acontecimiento transformador recae en el momento en que Nina se permite explorar su propiasombra. Cualquier descubrimiento que hace sobre sí misma, principalmente sobre su sexualidad, la aparta del mundo hermético de su madre.
Aronofsky introduce en su relato una ambigüedad en la que su protagonista padece alucinaciones. No sabemos cómo va a reaccionar a ese desmoronamiento mental; es posible que Nina esté cerca de sabotear a una compañera, de colapsar víctima de su obsesión por la perfección o de cometer un asesinato, todo mientras los demás sólo ponen atención a cómo se desenvuelve la producción de El lago de los cisnes.
Cualquier cosa puede suceder mientras suena la atronadora música de Tchaikovsky y los bailarines entran y salen de la escena. En el mundo real, los espectadores esperan ver saciada su sed de entretenimiento sin saber que algo totalmente anómalo ocurrirá sobre el escenario,
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