La selección mexicana empató a cero ante su similar de Uruguay, este sábado en el estadio Corona de la Comarca Lagunera, un resultado que no deja satisfecho a nadie, fuera del círculo íntimo de la escuadra nacional, que siempre encuentra la manera de justificar su poca productividad.
El resultado, que es bastante discreto, pero puede parecer aceptable si consideramos que logra ante un rival de jerarquía como Uruguay, pero debemos tener también en consideración que jugabas en casa y ante una versión charrúa un tanto cuanto disminuida comparada con la que calificó al próximo mundial en la cuarta posición de la eliminatoria sudamericana, por encima de Brasil inclusive, y que además, tuvo dos grandes ausencias: Darwin Núñez y Federico Valverde, tal vez sus dos mejores referentes, y que estuvo integrada por varios jugadores que militan en la liga mexicana, y que por lo tanto, ya se les conocen sus capacidades y como contrarrestarlas; por lo que la dimensión del encuentro le favorecía al conjunto mexicano, entonces se debe tener una mayor exigencia y aspirar a un resultado diferente, y ese debió ser ganar el partido.
En ese círculo íntimo de la selección, formado por cuerpo técnico y jugadores, y si me apuran un poco, hasta directivos integrantes de la comisión de selecciones, se piensa a conveniencia propia, que se hizo un buen partido, el técnico nacional Javier Aguirre, por ejemplo, dice que lo que él puede controlar de un partido se ejecutó bien, pero luego está lo que no puedes controlar y sobre eso no se puede hacer mucho; pero si algo no tiene el Vasco, es un pelo de tonto, y se sabe manejarse muy bien en las ruedas de prensa, en las que se muestra muy afable y casi siempre evita entrar en dimes y diretes, y más cuando el resultado no ha sido el esperado; y por ese estilo están los jugadores, Montes resaltó que un empate es un punto en un mundial, y tiene razón, pero con empates difícilmente llegas lejos un torneo y menos jugando en una copa del mundo.
Que la selección mostró cierta mejoría es cierto, fue más sólida en defensa, pues no recibió gol después de que no lo había podido evitar en los últimos partidos; sin embargo, en generación ofensiva y resolución al frente sigue estancada, por más que Aguirre y sus jugadores quieran ver otra cosa, no hay avance real y sensible.
Más allá de lo rocoso e incómodo que pueda ser el seleccionado uruguayo, que ciertamente se preocupó más por no perder que por ganar, aunque sin dejar de intentarlo cuando tuvo oportunidad; la inoperancia ofensiva del tricolor azteca viene de tiempo atrás, y no es que no haya hombres gol disponibles, sino que no hay generación ofensiva que produzca opciones para éstos, cualquiera que sea el nombre y apellido del eje de ataque de la escuadra nacional.
Surge, entonces, una pregunta lapidante para Aguirre, que debería de contestar con toda sinceridad y sin ambages, sin capotear la cuestión: Vasco… ¿te gusta como juega tu selección? Porque que a nadie le convence lo que hoy muestra la escuadra azteca a menos de siete meses del arranque del mundial, en este futbol nuestro de cada día
