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El futuro del T-MEC

JULIO FAESLER

La revisión en puerta del T-MEC tendrá por objetivo asegurar la mayor eficacia de este instrumento para asegurar a través de las negociaciones económicas, ofrecer las mejores oportunidades de equidad en sus acuerdos comerciales y con ello, mejorar las condiciones de vida de cada uno de sus 500 millones de habitantes.

El renovado Tratado también debe mejorar sus normas y reglamentos para atender las preocupaciones comunes en materia de derechos humanos y de equidad que son elementos sustantivos de los dinámicos procesos de desarrollo que se definen en el área de Norteamérica en las negociaciones con otros países, asociaciones regionales y entidades internacionales.

Consecuente con lo anterior, el renovado T-MEC debe reconocer la máxima participación posible de productores, comerciantes y trabajadores en un democrático ejercicio efectivo e igualitario que entienda la función rectora que corresponde a los gobiernos en cuestiones de desarrollo socioeconómico.

En los años transcurridos desde el inicio de T-MEC, han llevado a México a cambios fundamentales en las actitudes frente comercio exterior. Desde que éramos simples maquiladores armando ajeno en los años cincuenta, esforzándonos por atraer inversiones de ensamblajes y maquila de calidad y competitividad internacional en plantas de avanzada tecnología. Al crearse el Instituto Mexicano de Comercio Exterior las exportaciones representaban apenas el 13% del PNB. Se incubaba la consciencia de comercio exterior que hoy día rebasa el 80% del PNB.

El T-MEC en vigor ha ido modificando algunos elementos de las políticas de los tres miembros. Ideado y promovido principalmente por México, a nosotros nos toca hacer esa evaluación para comprobar en qué medida el acuerdo nos beneficia.

Con el paso del tiempo los tres países norteamericanos han cambiado sus circunstancias y características como resultado de evolución política con efectos económicos y sociales en nuestras respectivas comunidades.

En lo que a Estados Unidos se refiere, destacan las fuerzas de transformación social que afectan el manejo de políticas internas que a su vez determinan medidas proteccionistas de comercio exterior. Aunque exagerado el uso de aranceles arbitrarios, utilizado como arma de presión en las negociaciones de toda índole del Presidente Trump, han convertido su política internacional con el slogan vulgar de "America First", donde antes no se pasaba de la doctrina Monroe de "América para los Americanos".

El que por ahora Trump no haya incluido a México en los aumentos tarifarios que desestabilizan los intercambios del resto del mundo, no asegura que deje de sernos aplicado ese golpe tarifario además de los aranceles que están en vigor en nuestras exportaciones de acero y aluminio. La relación con Estados Unidos será inevitablemente de imbricación a su gigantesco aparato hegemónico económico y militar, por lo que el acuerdo tripartito será para nosotros el mejor muro en cualquiera eventualidad.

Ahora los tiempos llaman a competir con China quien, al igual que nosotros, aportamos cada uno alrededor de un 15% de las importaciones a Estados Unidos. Hay que tomar en cuenta que la misma China, con su conocido historial de cambios radicales en sus sucesivos gobiernos, está sufriendo cambios en su fisonomía socioeconómica que podrá alterar su competitividad en el mercado norteamericano que, por ahora compartimos, pero que podríamos por nuestra cercanía, ser permanentes abastecedores.

Las estrategias convencionales que buscan atraer inversiones instalando plantas industriales en países de bajo salario están siendo superadas por las de buscar cercanía a los mercados de mayor consumo. El "nearshoring" le gana al "offshoring" original marcando por una parte, el fin de muchas proveedoras clásicas y consolidando a México como socio insustituible en el proyecto "North America" como potencia internacional en el ajedrez económico mundial. El precio que ya empezamos a pagar es el de ser siempre, al lado de Canadá, un engranaje del gran plan norteamericano.

El rey Carlos III de Inglaterra acaba de visitar Canadá para refrendarle su solidaridad como miembro de la Comunidad Británica de Naciones, expresando que el territorio canadiense "enfrenta desafíos sin precedentes en un mundo más peligroso que nunca", insistiendo en la necesidad de defender su soberanía, haciendo con esto una clara respuesta a la audaz invitación que Trump le hizo a Canadá de incorporarse como el 51° estado de la Unión.

Nuestra mira hacia el futuro contempla la perspectiva de transformarnos en un capitalismo social de alta tecnología, centrado en una administración fiscal que reparte equitativamente los presupuestos anuales conforme a las necesidades democráticamente identificadas. Esperemos que así sea el futuro para el T-MEC.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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