Ahora que Cox compra Iberdrola México por 4 mil 200 millones de dólares, ¿qué va a ser de Iberdrola en el Cañón de Fernández, último tramo vivo del río Nazas, en las cuencas centrales del norte del país, donde la empresa española dedicada a la producción, distribución y comercialización de energía ha operado lavado de imagen o "greenwashing" entre los años 2019 y 2024? ¿Y qué destino va a tener el proyecto de Parque Solar de la extranjera Iberdrola en Villa León Guzmán, donde la corporación gestionó con el ayuntamiento saliente de Lerdo, Durango, 3 mil hectáreas de terreno a espaldas del Cerro de La Ballena? ¿Cox lo retomará o será cancelado?
Iberdrola, la empresa favorita del gobierno de Felipe Calderón (PAN, 2006-2012), envuelta en escándalos de corrupción que incluyeron el pago de comisiones ilegales, proyectos dañinos para el medio ambiente y obtención de contratos leoninos en detrimento de empresas estatales, llegó al Cañón de Fernández en 2019.
Tuvo ahí, hasta 2024, prácticas de lavado de imagen conocidas como "greenwashing", pintándose de verde, presentando una cara falsa o exagerada de compromiso con el medio ambiente a fin de mejorar su reputación ante consumidores preocupados por la sostenibilidad, sin realmente implementar cambios significativos en sus operaciones.
Iberdrola ha enfrentado acusaciones y preocupaciones sobre su impacto ambiental en México, especialmente en relación con la construcción y operación de parques eólicos y plantas de energía.
Estas preocupaciones incluyen la alteración del suelo, el uso excesivo de agua, la deforestación y el desplazamiento de comunidades.
Se ha señalado que la empresa no ha asumido la responsabilidad total por los daños ambientales causados, incluyendo la pérdida de biodiversidad y el impacto en comunidades locales.
En alteración del suelo y deforestación, la construcción de parques eólicos ha implicado alteración de terrenos, incluyendo tala de árboles y remoción de vegetación, lo que ha afectado ecosistemas locales.
Ejidatarios en diversos puntos del país han denunciado que Iberdrola no ha pagado por los daños causados a suelo y propiedades.
La operación de parques solares requiere grandes cantidades de agua para limpiar los paneles, lo que ha generado preocupación sobre el impacto en disponibilidad de agua para uso comunitario y agrícola.
Pobladores han señalado que el riego continuo de los paneles solares reduce el agua disponible para sus actividades diarias.
La construcción de proyectos de energía ha resultado en el desplazamiento de comunidades locales, quienes han denunciado falta de consulta previa y compensación justa por parte de la empresa.
Algunos pobladores han sido obligados a vender sus tierras a precios bajos o a arrendarlas por sumas irrisorias por periodos prolongados.
Iberdrola ha sido acusada en regiones de México de no asumir la responsabilidad por los daños ambientales causados por sus proyectos, incluyendo la pérdida de biodiversidad y el impacto en comunidades locales.
Algunos grupos han señalado que la empresa ha pagado solo por uso de la tierra pero no por los daños ambientales causados.
Se ha criticado la falta de transparencia en la operación de Iberdrola, especialmente en relación con el impacto ambiental y social de sus proyectos.
Comunidades han denunciado que no fueron consultadas adecuadamente antes de la construcción de proyectos eólicos o solares.
La trasnacional Iberdrola ha defendido su compromiso con la sostenibilidad y la reducción de emisiones, destacando sus inversiones en energías renovables.
Sin embargo, las denuncias y preocupaciones sobre su impacto ambiental en México persisten, lo que ha generado un debate sobre la responsabilidad de las empresas energéticas en la protección del medio ambiente y el bienestar de las comunidades locales.
Con esta cara sucia llegó Iberdrola al Cañón de Fernández en 2019.
El Cañón de Fernández es el último tramo vivo del río Nazas en La Laguna, con superficie de 17 mil hectáreas pobladas con 581 especies diferentes, entre ellas 25 endémicas o únicas de su territorio en aves, insectos, peces y vegetación; área de humedal de esteros permanentes, montañas y ecosistemas diversos donde el ambiente original no ha sido esencialmente alterado, desde las compuertas de la presa Francisco Zarco que contiene el agua del Nazas y representa el mayor y principal vaso alimentador de agua para la Comarca Lagunera.
Hasta ahí llegó la española Iberdrola, a la quietud de álamos, sauces, ahuehuetes, huizaches, mezquites, ocotillos y cactos, de aves como la aguililla cola roja, la aguililla gris, el pato del bosque, el águila pescadora, auras y el capiturrín.
Llegó al hábitat del zorro, el cacomixtle, el coyote, la ardilla y el conejo de cola blanca en un ambiente de reptiles como víboras de cascabel y lagartijas de collar, así como de 27 tipos de peces y el lugar de aves migratorias como el pato canadiense.
Iberdrola vio la oportunidad de lavarse ahí la cara, usando artimañas.
Con su disfraz de ecologista, entró al Cañón de Fernández con la Fundación Iberdrola por delante, y accionando de la mano de la Secretaría de Medio Ambiente del gobierno estatal corrupto de Durango de José Rosas Aispuro (PRI-AN, 2016-2022), de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), de las organizaciones "no gubernamentales" WWF -World Wildlife Fund o Fondo Mundial para la Naturaleza- y ProNatura Noreste, así como de la administración del Cañón de Fernández.
Prometió restauración "ecológica" del Cañón de Fernández, control de especies exóticas y capacitación de grupos comunitarios.
Fue su respuesta a la pregunta, ¿qué hace Iberdrola por la biodiversidad mexicana?
Estimó una inversión de 315 mil 789 dólares al Cañón hasta 2024.
En 2020 repartió 250 despensas en las comunidades de Santa Anita, El Refugio y 21 de Marzo.
Todo con narrativas que la hagan ver saludable y con sentido social: el "greenwashing".
@kardenche