El impacto de las celebridades en el voto ciudadano

En 2024, en el contexto de las campañas presidenciales de Estados Unidos, Taylor Swift compartió en su cuenta de Instagram un enlace personalizado que llevaba al sitio web del registro de votantes (vote.gov), acompañado del siguiente mensaje: “Voto por @kamalaharris porque ella lucha por los derechos y las causas que creo que necesitan una guerrera que los defienda”. En las siguientes 24 horas, la página había recibido 340 mil visitantes provenientes del enlace creado por la cantante. 

Esta fue la primera muestra de apoyo pública de Swift hacia la candidata demócrata. Hasta ese momento no había manifestado ningún posicionamiento respecto a la carrera presidencial, pero —según explica un artículo de la BBC— decidió hacerlo luego de que apareciera, en el sitio web oficial de Donald Trump, una imagen generada con inteligencia artificial en que ella respaldaba al candidato republicano. 

No era la primera vez que el silencio político de la artista se aprovechaba para utilizar su figura en movimientos con los que no concordaba. En 2017 inició acciones legales luego de que un blog de supremacistas blancos la retratara como una de sus líderes. 

Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿qué tanto impacto puede tener lo que diga una celebridad en la política? Si bien no es un fenómeno del que se tenga suficiente evidencia, en Estados Unidos, tierra de Hollywood y de las mayores estrellas pop, se han llevado a cabo algunos estudios al respecto.

ALCANCES Y LÍMITES DE LAS OPINIONES PÚBLICAS

Uno de cada diez estadounidenses admite que la opinión de alguien famoso los ha hecho reconsiderar su voto durante las campañas electorales, revela una encuesta de YouGov realizada el año pasado. Los números coinciden con otra investigación hecha por Hill-HarrisX en 2019, donde el 11 por ciento de los participantes afirma que el respaldo de una personalidad del espectáculo hacia un candidato los ha hecho votar por él. 

Pero hay que tomar en cuenta que no todas las celebridades tienen el mismo peso, y hay algunas cuyo alcance puede ser avasallador. Por ejemplo, en la contienda presidencial entre John McCain y Barack Obama en 2007, Oprah Winfrey apoyó abiertamente a este último. Según un estudio de Pew Research, dos terceras partes de la población estadounidense llegaron a enterarse de dicho posicionamiento. Además, el 28 por ciento de los afroamericanos guiarían su elección considerando lo que dijera la presentadora de televisión. De hecho, varias investigaciones concluyen que gracias a ella, Obama obtuvo al menos un millón de votos adicionales.

Por otra parte, por supuesto, el poder de la farándula en este aspecto también tiene sus límites. Volviendo a la encuesta de Hill-HarrisX, el 65 por ciento de los entrevistados respondió que ninguna celebridad de Hollywood tendría efecto alguno en sus decisiones electorales. No es de extrañarse; después de todo, se trata de millonarios cuya vida está muy alejada de las necesidades que tiene la gente común en su día a día. ¿Por qué su opinión debería tener más peso que la de cualquier ciudadano que, muy probablemente, experimenta más de cerca —incluso en carne propia— las fallas sistémicas del país que habita? 

Tal vez por eso la postura política de las estrellas del cine, la televisión y los escenarios es un arma de doble filo. En la misma encuesta, el 24 por ciento de los participantes aseguró que, al conocer el candidato preferido de algún famoso, sentirían incluso menos deseos de votar por él.

REPUTACIÓN EN RIESGO

Además, el expresar públicamente sus ideologías también puede ser contraproducente para la celebridad en cuestión. Poco más de la mitad de los adultos estadounidenses se han formado una opinión desfavorable de alguna figura del espectáculo luego de enterarse de lo que pensaba respecto a algún asunto sociopolítico, indica un estudio de YouGov.

Esto podría incluso afectar trayectorias profesionales y frenar el ascenso al estrellato de quien tiene el atrevimiento de usar su acceso a plataformas mediáticas como un medio para dar a conocer sus ideales. Es lo que pasó con Dixie Chicks, una agrupación de country que, en 2003, condenó la Guerra de Irak durante un concierto en el que también dijeron que les daba “vergüenza que el presidente de Estados Unidos (en ese entonces George W. Bush) fuera de Texas (de donde ellas eran originarias)”

Aunque siguen en activo, tras esas declaraciones perdieron muchos seguidores, quienes incluso las tacharon de “traidoras”, y lo que parecía una carrera muy prometedora terminó, hasta cierto punto, estancándose. Y es que, según reveló el analista de datos Carson Taylor, los escuchas de country suelen pertenecer a estados más conservadores, como Texas, Tennessee y Georgia. Es decir, aquellos cuyos habitantes —al menos en su mayoría— probablemente apoyaban a Bush.

PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA

Tal pareciera que las celebridades harían bien en limitarse a lo suyo, pues no sólo existe la posibilidad de que afecten de manera negativa a los candidatos que respaldan públicamente, sino que también es una forma de poner en riesgo su imagen. 

Sin embargo, existe una instancia en que de verdad podrían beneficiar a la democracia sin manchar su reputación: cuando invitan a la participación ciudadana sin revelar sus propias tendencias políticas ni intentar influir en las de los demás.

En 2020, Kylie Jenner urgió a sus seguidores a registrarse para votar a través de un enlace que compartió en su cuenta de Instagram. El tráfico en el sitio se elevó en mil 500 por ciento en comparación con el día anterior a su llamado a la acción.

De acuerdo con un estudio de la Universidad de Harvard, cuando las celebridades fomentan el compromiso ciudadano, no sólo aumenta su asistencia a las urnas, sino que se multiplican los debates políticos en medios masivos e incrementa el interés de la población hacia los derechos cívicos. Por ejemplo, la investigación encontró que cuando la actriz Kerry Washington y otras estrellas de Hollywood hicieron un esfuerzo por impulsar el voto entre sus fanáticos, se generó el equivalente a 32 millones de dólares en cobertura mediática, pero de forma orgánica, es decir, simplemente porque a los usuarios de redes sociales les nacía compartir sus puntos de vista e interactuar con las publicaciones relacionadas con esta campaña. 

También se analizó el impacto que tuvieron famosos como Ariana Grande, Hailey Bieber, Billie Eilish o Trevor Noah, y en todos los casos se disparó la participación ciudadana, especialmente entre las nuevas generaciones. “Los votantes jóvenes tienen niveles relativamente bajos de confianza en muchos líderes e instituciones, incluidos los medios de comunicación tradicionales, pero las celebridades suelen ser una rara excepción”, puntualizó Ashley Spillane, autora de la investigación, en una entrevista para ABC News. 

“Votar debería ser algo de moda y cool, y el estudio demuestra que cuando la gente se siente así respecto a votar, participa”.

Si bien las celebridades no tienen la capacidad de definir los resultados de una elección, ni mucho menos de dirigir el rumbo de un país, sí pueden ser agentes de cambio al motivar discusiones políticas en la esfera pública, incluso si provocan reacciones entre quienes piensan diferente a ellos. No es posible desestimar esta aportación en un contexto donde la apatía ciudadana amenaza con debilitar la democracia.

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