Carlos Manzo, un alcalde ciudadano tan popular, era un fuerte aspirante a la gubernatura de Michoacán. Lo ejecutaron por órdenes de algún criminal y eso desencadenó una ola de indignación tan gigantesca que desconcertó y sacó de sus casillas a la presidenta Claudia Sheinbaum. Se vio mal, muy mal, con sus absurdas condenas selectivas.
Afortunadamente en unas cuantas horas corrigió el tono para bosquejar el ambicioso "Plan Michoacán por la paz y la justicia" donde promete que tomará en cuenta a la sociedad y a las víctimas. Ojalá y ella sí vaya en serio porque las experiencias exitosas de México y otros países permiten asegurar que la participación organizada de la sociedad es indispensable para contener la violencia.
Con eso en mente esbozo una de las asignaturas pendientes: tomar en cuenta a la gigantesca diáspora mexicana. Debido a la falta de empleos adecuados, a la inseguridad y a la incompetencia y corrupción de nuestras cúpulas políticas, ha abandonado México una cantidad enorme de personas. En el territorio mexicano viven 131 millones de personas, hay 40 millones de mexicanos en Estados Unidos, 130 mil en Canadá y 60 mil en España.
Una parte de ese éxodo lo ocupan los académicos que uno encuentra en todas las universidades y centros de investigación del mundo. Eso ha fortalecido el interés de colegas de otras nacionalidades y obvio que uno de los temas que más interés despierta es la violencia criminal. Es el caso con España al que dedico el resto de esta columna.
México y Madrid están restañando las heridas dejadas por el anterior presidente. Generalmente se habla de la evidente presencia mexicana en Madrid, cuando hay una región que reúne las condiciones para convertirse en polo para el desarrollo de las relaciones académicas de México y Europa.
Se sabe poco que Cataluña es uno de los destinos preferidos para profesionistas y empresarios mexicanos que se asientan en España. En los últimos cuatro años se han sumado 3,385 y ya suman 17,374 mexicanas y mexicanos. Lógico que así sea porque Cataluña es una de las regiones industriales y tecnológicas más dinámicas de Europa y es imán para estados como Jalisco cuyo gobierno apuesta a incrementar su presencia.
Hace poco el gobernador del estado, Pablo Lemus, encabezó una misión y en unos días inicia la Feria Internacional del Libro de Guadalajara dedicada este año a Barcelona. En ese marco, el entrañable Joan Manuel Serrat irá a la capital de mi estado a presentar un bello libro escrito por el veracruzano-catalán Jordi Soler: Y uno se cree (Alfaguara).
Para un mexicano es relativamente fácil hacerse un lugar en Cataluña. En la memoria colectiva está claro el trato dispensado por México a los refugiados de la Guerra Civil Española y la negativa del gobierno mexicano a reconocer diplomáticamente al régimen franquista. La institución pública a la que pertenezco, El Colegio de México (Colmex), fue creada en 1939 como Casa de España para recibir a algunos de los intelectuales transterrados.
Desde hace años coordino un Seminario en el Colmex dedicado a la investigación aplicada sobre la violencia y la resistencia social. Colegas de la institución abordan otros aspectos del tema; entre ellos, Arturo Alvarado, Fernando Nieto y Mónica Serrano.
Lógicamente, las relaciones con Europa en este tema han ido creciendo porque es una problemática compartida por Bélgica, Holanda, Italia y España. Afortunadamente, no están al nivel alcanzado por México, pero son regiones con síntomas de la descomposición que antecedió a la gobernanza criminal.
La temática es gigantesca. El tráfico humano es similar en el Mediterráneo y la Cuenca del Caribe, es indispensable enterarse de lo hecho por la sociedad siciliana para contener a la Cosa Nostra, y hay grandes similitudes en la utilización de las plataformas digitales por el radicalismo islámico y las organizaciones criminales mexicanas.
Para evitar muertes como las de Carlos Manzo, debemos combatir la barbarie criminal y política mexicana tomando en cuenta los aciertos y errores cometidos en otros países y apalancándonos en la gigantesca diáspora mexicana.
Somos un país con vivencias que compartir, aprendizajes por hacer y solidaridades que conquistar porque, desafortunadamente, es universal la presencia criminal.