México se encuentra en un punto de suspenso en que está en juego seguir la línea que Morena, que desde 2018 le marcó o la de cambiar de ruta. Hasta este momento el programa que llevamos nos ha traído una condición en que una gran mayoría de la población depende de la serie de programas de apoyo económico sin provisiones para darles un sustento autónomo y nulas posibilidades de ahorro. Las medidas que pudieran darle fuerza propia a un sólido plan de desarrollo han sido sistemáticamente desechadas. No existen instrumentos de fortalecimiento financiero ni técnico propio para las miles de unidades productoras del país. Por su parte, el sistema de educación popular quedó entregado a un desorganizado y rijoso sector politizado con tareas de propaganda electoral y que destroza en lugar de educar.
Nada constructivo han logrado los últimos siete años de gestión de Morena, por lo que su porvenir no ofrece otro horizonte más que aumentar la violencia y el caos que el mismo sistema ha sembrado y que se arraiga sin control prácticamente por todo el país.
Nos encontramos precisamente en un punto de suspenso. Queda a nosotros decidir el sentido que queramos darle a nuestros siguientes pasos. Lo más sencillo y cómodo sería dejar que las cosas fluyan hacia sus naturales e inevitables consecuencias.
Optar por continuar la línea impuesta por el gobierno personalista actual que lleva al total quebranto socioeconómico y su consecuente condición de aguda miseria generalizada en todos los órdenes, sería la más cruel de las ironías después de más de un siglo de esfuerzos y campañas frecuentemente heroicos que comenzaron con la Revolución de 1910. Nos esperaría la inicua suerte actual de nuestros hermanos cubanos que escogieron la ruta de Fidel Castro.
Hay más que suficientes razones para desechar el programa de Morena que ha destrozado el camino que hasta 2018 seguíamos con buenas posibilidades de completar y perfeccionar los intentos de democracia.
Morena no puede ofrecer más logros que las precarias condiciones de desabasto en servicios médicos y desorden e improvisaciones en la educación, sin más perspectivas de mejoramiento en la economía que los tristes índices caídos que nos ofrece el INEGI que se percibe en las capas más sacrificadas del país y que explican las crecientes inquietudes ampliamente reportadas y difundidas a través de los múltiples canales de información.
El fracaso más que evidente de Morena es la ruta de una pobreza que se acentúa y que cancela toda otra opción. Es precisamente esta ola de inquietudes que están marcando el comienzo de las demostraciones populares como marchas y concentraciones en espacios urbanos de ciudadanos descontentos y exigentes que pide acabar con el mal gobierno. Contra esta inquietud que explota en creciente desorden, el gobierno no atina a otra respuesta que izar bardas protectoras de Palacio Nacional, Catedral y demás respetables monumentos y culpar a la extrema derecha de agresiva.
Es éste, empero, el mismo lapso que se abre para preparar nuevas y distintas propuestas para cubrir las necesidades. Hoy los que se manifiestan emplean distintos instrumentos como son las redes sociales, y sus tonos y contenidos utilizan la IA y demás modalidades que caracterizan los nuevos tiempos. Pero los gritos de inconformidad y frustración son los mismos de aquellas épocas pasadas.
Son esas respuestas que por la vía electoral han de llevar por la acción política a los nuevos diputados capaces y convencidos patriotas de conformar una nueva Cámara de Diputados para enderezar el camino de México sobre un desarrollo digno y progresista.
La batalla que comienza tiene que preparar a individuos capaces y leales para los comicios del 2027.
La tarea será de las asociaciones de la sociedad civil como, entre otras, COPARMEX, agrupación de empresarios que desde hace tiempo viene desarrollando cursos de capacitación política a ciudadanos ansiosos y convencidos de defender sus ideales. Hoy surgen, por ejemplo, la Generación Z y otros grupos ciudadanos que están ansiosos de un verdadero cambio.
La rehabilitación del gobierno requerirá del esfuerzo de todos. Hasta no dar pasos en firme en este sentido, el país seguirá en suspenso.
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