Siglo Nuevo OPINIÓN NUESTRO MUNDO TENDENCIAS

NUESTRO MUNDO

El punch de Mark Twain

Hubo otro libro de su autoría que casi me noquea. Me refiero a Cartas desde la Tierra, que me hizo revisar a profundidad mi fe como no lo lograron campeones clásicos del ateísmo como Karl Marx, Friedrich Nietzsche, Jean Paul Sartre o Bertrand Russell.

El punch de Mark Twain

El punch de Mark Twain

ANTONIO ÁLVAREZ MESTA

El primer libro completo que leí, por propia iniciativa y puro placer, fue Las aventuras de Tom Sawyer. En mi niñez aquella novela de Mark Twain me causó grata impresión y me animó a leer, ya en mi temprana adolescencia, Las aventuras de Huckleberry Finn, Dos años de vacaciones, El príncipe y el mendigo y Un yanqui en la corte del rey Arturo. Tuve la suerte de crecer en un hogar en que los libros eran prioridad. Mi padre, un ingeniero afanoso por cultivarse, conformó a lo largo de los años una biblioteca con miles de ejemplares. Lo recuerdo en un sillón de su recámara leyendo varias horas cada día y esa reiterada experiencia acabaría contagiándome su pasión por la lectura. Empleó conmigo lo que podría llamarse una pedagogía inversa: aparentaba molestarse cuando tomaba alguno de sus textos de cabecera. Claro está que tan pronto él salía de casa, yo iba a su habitación a tomar lo que él estaba leyendo. En abigarrada mezcolanza, en su cabecera y mesa de noche me encontraba libros de Dickens, Balzac, Dostoyevski, Borges, Vargas Llosa, Rulfo, Fuentes, Spota, entre otros.

De mi primer libro leído todo me impresionó. El ingenio de Tom, la resiliencia de Huck, la ternura de Becky. Y me asustó —porque se trataba de un despiadado asesino— “El indio” Joe; detesté al antipático hermanastro Sid; compadecí al niño esclavo Jim. Confieso que me hubiera gustado comer truchas asadas a orillas del río Misisipi. Probablemente habría tenido las supersticiones de los habitantes de aquel poblado ficticio de San Petersburgo, Misuri, como creer que un gato muerto sirve para quitar verrugas o que usar una pulsera con cascabeles evita los calambres.

Si menciono a Mark Twain y a sus obras narrativas, es porque hubo otro libro de su autoría que casi me noquea. Me refiero a Cartas desde la Tierra, que me hizo revisar a profundidad mi fe como no lo lograron campeones clásicos del ateísmo como Karl Marx, Friedrich Nietzsche, Jean Paul Sartre o Bertrand Russell. Tampoco los cuatro jinetes del ateísmo contemporáneo: Richard Dawkins,  Sam Harris, Daniel Dennett y Christopher Hitchens me llevaron a cuestionarme tanto. Deseoso de animar a una lectura sin prejuicios de esta desafiante obra, me abstengo aquí de revelar su contenido.

Aceptada la calidad literaria de Twain, se impone una pregunta: ¿acaso él tuvo la talla filosófica o científica de los ocho exponentes del ateísmo que acabo de mencionar? Puedo asegurar que no. Entonces, ¿por qué Samuel L. Clemens —nombre verdadero de Twain— impactó más mi sistema de creencias? Emplearé un símil para tratar de explicarlo. Supongamos que usted forzosamente tuviese que pelear contra el campeón de peso completo de las artes marciales mixtas. Ese campeón se enorgullece de vencer rápidamente a sus contrincantes y afirma tajante que usted no resistirá ni un minuto. Ha apostado mucho dinero a que lo apabullará de inmediato. El combate es ineludible y a usted le dan sólo un mes para prepararse. Por supuesto, usted entrenaría al máximo. Siendo realista, lo haría no para ganar tan dispareja pelea, sino para salvar la vida. En cambio, si tuviera que enfrentar a un amigo que jamás ha peleado y que se nota fuera de forma, usted no se prepararía tan a fondo para combatirlo y, en esa circunstancia, el menospreciado rival podría darle una amarga sorpresa.

Leer a colosos de las ideas como Russell o como Hitchens hace que uno jamás baje la guardia. Con gigantes del intelecto así, desde el principio uno sabe a qué atenerse. Son ateos que saben argumentar y han desarrollado una extraordinaria capacidad para debates complejos. Al ameno Twain sus célebres novelas nos predisponen a darle siempre la bienvenida, pero vaya que tiene punch.Sus agudos ensayos, incluso con ropaje narrativo, pueden echar abajo concepciones añejas que apreciamos. Si esas concepciones caen, está claro que no tenían sólidos fundamentos. Entonces es bueno que caigan. Eran patrañas. Entonces que quede en pie sólo lo que sí tiene valor. Es provechoso recibir mensajes que nos espabilan. Las cartas desde la Tierra tienen un carácter punzante, pero nos despiertan y exigen que soltemos lastres dogmáticos. Así ascendemos en madurez. Gracias, Mark Twain.

antonioalvarezmesta@hotmail.com

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en: Nuestro Mundo El punch de Mark Twain Antonio Álvarez Mesta Cartas desde la Tierra obras literarias Karl Marx Friedrich Nietzsche Jean Paul Sartre o Bertrand Russell lectura que cautiva obras narrativas calidad literaria de Twain gigantes del intelecto.

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

El punch de Mark Twain

Clasificados

ID: 2431616

elsiglo.mx