Contrario a lo que había sido su costumbre a lo largo del primer año de gobierno, ayer, en el discurso con motivo del aniversario de la revolución, la presidenta Claudia Sheinbaum salió a la defensiva. Curiosamente, después de cumplir el año en el gobierno el discurso festivo se volvió agresivo. Algunas frases de ayer son por demás reveladoras. Cito algunas.
"Nos calumnian, porque saben de nuestra honestidad", dijo. ¿De verdad? ¿A quiénes incluye ese "nos"? Hasta ahora nadie ha cuestionado la honestidad de la presidenta, no he visto una sola nota hablando de malos manejos o enriquecimiento ilícito de ella. Se ha cuestionado, eso sí, el enriquecimiento ilícito de alguno de los personajes de Morena, como Adán Augusto López o Andrés Manuel López Beltrán, con información que, por cierto, es muy probable que haya salido del propio Palacio Nacional. ¿Por qué ahora la presidente asume los golpes al movimiento como si fueran para ella? Quizá ya se dio cuenta que los necesita, o quizá alguien le hizo saber que todos iban el mismo paquete. Solo para aclarar. ¿Es falso que el senador y ex secretario de Gobernación falseó su declaración patrimonial o que nombró secretario de Seguridad a un personaje vinculado a La Barredora, hoy perseguido por otro gobierno de Morena? ¿Es falso que López Beltrán se fue a Japón en plan magnate y que se comporta como un junior?
Más reveladora aún resulta esta frase: "Contamos con el respaldo de la mayoría de las y los mexicanos, sobre todo de quienes habían sido históricamente olvidados". Nadie tiene duda. La presidenta ganó las elecciones con un margen histórico para una elección democrática, casi 6 de cada diez votos. Nadie, pues, cuestiona la legitimidad de su presidencia, ni siquiera su popularidad. No obstante, aun en las encuestas en las que sale muy bien evaluada como persona, se cuestionan los resultados en seguridad y economía. La necesidad de autoafirmación mostrada en el discurso de ayer, al igual que en la mañanera del lunes cuando dijo que el verdadero pueblo es el que sí le aplaude, resulta por demás significativo. O la presidenta sabe algo que nosotros no sabemos (como, por ejemplo, que sus encuestas se parezcan más a la publicada por Galup sobre la aceptación de los líderes mundiales y donde ella tiene solo 41 por ciento de aprobación) o está embelesada consigo misma, una enfermedad muy típica del poder, prematura en su caso.
Esta frase muestra aún más una presidenta a la defensiva: "Ya no hay imposiciones ni privilegios, hay Constitución, hay democracia y hay un gobierno que escucha". Si algo ha caracterizado al gobierno de Claudia Sheinbaum ha sido la imposición en las Cámaras y la incapacidad para dialogar con la oposición, a la cual desprecian como si no fueran mexicanos y no tuvieran derecho siquiera a opinar. Si algo ha caracterizado los gobiernos de la 4T es el desprecio a toda crítica y la incapacidad para escuchar argumentos de quienes no están de acuerdo en el más mínimo detalle. Son un régimen de todo o nada, conmigo o contra mí. Puede tener muchas o pocas virtudes el gobierno de Claudia Sheinbaum, pero la escucha claramente no es una de ellas.