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Entrar en crisis

Lejos de todo este análisis, las crisis personales son las más difíciles de afrontar; dependen exclusivamente de decisiones propias.

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CORI MUÑOZ

Una crisis es un momento de caos donde no se sabe qué hacer. Hay tensión, inestabilidad y todo lo que era normal ya no lo es. Nada de lo que se haga cambiará el rumbo que se tenía, ya que la crisis es precisamente eso: una sacudida al sistema. Quien esté al mando debe tomar nuevas decisiones, actuar en poco tiempo.

Pero, ¿qué es lo que hace entrar en una crisis?, ¿se puede evitar?, ¿hay soluciones antes? En primera instancia, la crisis es evitable. No obstante, históricamente el ser humano, a nivel individual, social, político, económico e incluso universal, ha experimentado momentos de caos que lo cambian todo.

Los optimistas mencionan que esta condición de cambio es “un área de oportunidad”, pero hay que dirigir la vista más allá, ya que no necesariamente entrar en una crisis puede llevar a una mejor situación.

En términos económicos, hay estudios teóricos que precisamente tienen muy identificado el ciclo de la economía, en el cual se observa una fase de expansión, un momento cúspide: el auge buscado con la intención de que dure el mayor tiempo posible, pero inevitablemente las economías empiezan a caer en lo que se llama recesión para finalmente experimentar lo que se conoce como depresión económica.

Un claro ejemplo se vivió con la Gran Depresión de 1929, la crisis hipotecaria de 2008 y finalmente la generada por el COVID-19, donde las economías presentaron caídas en su Producto Interno Bruto de más de 5 por ciento.

En una depresión, el momento clave es la crisis económica. Hay explicación o, como dicen los teóricos mecanismos de transmisión, pueden ser los precios de las hipotecas infladas, una pandemia, o un colapso en el mercado de valores: nadie sabe qué hacer, cómo enfrentarlo. Los países también han enfrentado crisis con afectaciones en el dinamismo del sistema económico. A finales de 1994 yprincipios de 1995 se vivió, México vivió una de las peores crisis, documentada y después conocida a nivel internacional como “el Efecto Tequila”, ya que el mecanismo de trasmisión fue nuestro país.

A nivel político, también las sociedades enfrentan estos momentos de caos que obligan al cambio o abren la necesidad de nuevas vías o alternativas. Generalmente, las crisis políticas son generadas por el hartazgo de una mayoría o un grupo oprimido que pide mejores condiciones. ¿Quién puede olvidar a Martin Luther King o Nelson Mandela?, luchadores por los derechos civiles de la población afrodescendiente en sus países.

Además, hay crisis generadas por la tecnología, una de estas conocida como la Revolución Industrial, provocada por la creación de la máquina de vapor, factor para el cambio en el modo de producción feudal a capitalista. Hoy la tecnología también está cuestionando fuertemente el actual modo de producción, aunque algunos académicos señalan que sólo es un reacomodo económico donde la clase dominante ahora está compuesta por los magnates de la tecnología y no de las grandes industrias pesadas.

Lejos de todo este análisis, las crisis personales son las más difíciles de afrontar; dependen exclusivamente de decisiones propias. Aquí no hay movimientos sociales, no hay científicos expertos pensando qué hacer con el planeta, o un replanteamiento económico. Una crisis personal depende exclusivamente del individuo. Se manifiesta de distintas formas. Se puede entrar en ella al enterarse de una enfermedad complicada, en una mala decisión o por la edad; es común que se hable del terrible cambio de dejar de ser niñoen un joven y pasar por esa etapa de la pubertad y la adolescencia.

Pero hay otros que experimentan crisis al cumplir 30, 40 o 50 años, ya que son fases en las que definitivamente existen cambios en ambos sexos. ¿Qué hacer? En todos los tipos de crisis se deben tomar decisiones y, sin sonar del club de los optimistas, es recomendable adaptarse, ya que el cambio ya no es a voluntad sino obligado. Importante es no caer en pánico, guardar la calma y tomar distintas decisiones a las anteriores. O bien hacer eso que no quieres o te ha faltado hacer. Como comúnmente se dice: “agarrar el toro por los cuernos”.

Otra arista. Cuando hay un sinfín de trabajo y no se sabe por dónde empezar, el tiempo apremia y nada funciona, no queda de otra que trabajar. Cambie su lista de prioridades, empiece por lo menos complicado, resuelva rápido y dedique espacios pequeños al gran problema. Cuando lo tengas de frente, te darás cuenta que sólo eres tú, el mismo de siempre frente al espejo, pero en una nueva fase.

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