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¿Es seguro nadar en albercas públicas? Así puedes evitar enfermedades

Esto es lo que necesitas saber para protegerte estas vacaciones

¿Es seguro nadar en albercas públicas? Así puedes evitar enfermedades

¿Es seguro nadar en albercas públicas? Así puedes evitar enfermedades

EL SIGLO

Con la llegada del calor veraniego, las albercas públicas se convierten en un refugio popular para refrescarse y ejercitarse, pero, ¿sabías que un estudio de 2017 reveló que los adultos ingieren en promedio 21 mililitros de agua de piscina por hora, y los niños alrededor de 49 mililitros? Estos podrían ser los riesgos a la salud que trae consigo el agua de la alberca.

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Durante este periodo, en algunos sitios del país se alcanzan hasta 45 grados centígrados.

¿Qué enfermedades se pueden contagiar en una alberca?

La natación es un pasatiempo milenario y un ejercicio altamente beneficioso para la salud cardiovascular y las articulaciones. Sin embargo, los expertos advierten que, si no se les da el mantenimiento adecuado, pueden convertirse en focos de infecciones.

Las piscinas han sido el escenario más común de brotes de enfermedades intestinales infecciosas transmitidas por el agua en algunas regiones. El principal culpable es el criptosporidio, un parásito que puede causar una infección estomacal con síntomas como diarrea, vómitos y dolor abdominal, que pueden durar hasta dos semanas y, en ocasiones, reaparecer.

Los bañistas pueden infectarse de criptosporidio si una persona infectada tiene un accidente fecal en la piscina o al ingerir materia fecal residual de su cuerpo. Incluso después de que los síntomas desaparecen, una persona puede seguir eliminando el parásito.

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La especialista compartió una serie de consideraciones para esclarecer la duda.

Pero el criptosporidio no es el único riesgo. Algunos otros patógenos que se pueden presentar en al agua de una alberca pública y generar enfermedades son:

  • Bacterias oportunistas como el estafilococo, que pueden causar infecciones en la piel.
  • Infecciones fúngicas, comunes en los vestuarios de las piscinas, debido a los ambientes cálidos y húmedos.
  • Oído de nadador, que es causado por la permanencia prolongada de agua en el conducto auditivo externo.
  • Acanthamoeba, un grupo de parásitos que, aunque raro, pueden provocar infecciones oculares graves.
  • Legionela, una bacteria que al inhalarse a través de gotitas de aire, puede causar la enfermedad del legionario, una infección pulmonar.
  • Campylobacter, Shigella y Salmonella, bacterias que también pueden causar infecciones gastrointestinales.
  • Norovirus que puede causar diarrea, náuseas y vómitos.

Según explicaron ante la BBC, Jackie Knee, profesora adjunta del Grupo de Salud Ambiental de la Escuela de Medicina Tropical de Londres; Ian Young, profesor asociado de la Facultad de Salud Pública y Ocupacional de la Universidad Metropolitana de Toronto; y Stuart Khan, profesor de la Universidad de Sídney especializado en calidad de agua.

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5 recomendaciones para evitar contraer enfermedades en la alberca

Desde la introducción del cloro como desinfectante a principios del siglo XX, la higiene de las piscinas ha mejorado drásticamente. El cloro es muy eficaz contra la mayoría de los virus y bacterias.

Para mantener una piscina segura, es crucial que esté bien controlada, asegurando que el agua tenga el pH y la alcalinidad adecuados para que el cloro sea efectivo. La cantidad de cloro necesaria varía según la afluencia de personas. 

Contrario a lo que muchos piensan, el distintivo olor a "cloro" en las piscinas no es cloro puro, sino el resultado de la reacción del cloro con otras sustancias, principalmente el amoníaco presente en la orina y el sudor de los bañistas. Esta reacción forma cloraminas, que son las responsables del olor.

Por eso, para minimizar el riesgo de infecciones al nadar, los expertos recomiendan:

  1. Ducharse antes de entrar a la piscina: Esto es fundamental para eliminar la materia fecal y otros residuos corporales que reaccionan con el cloro y forman cloraminas.
  2. Evitar tragar agua: Los patógenos que causan diarrea se transmiten al ingerir agua contaminada con heces.
  3. Alertar a los operadores: Si observas cualquier incidente de contaminación en la piscina, repórtalo de inmediato y sal del agua.
  4. Buena ventilación: En piscinas cubiertas, una buena ventilación ayuda a disipar las cloraminas.
  5. En casa: Si tienes piscina privada, vacía y reemplaza el agua regularmente, mantén los niveles de cloro y pH adecuados, y friega las superficies.

A pesar de los riesgos, los beneficios para la salud y la sociedad de nadar superan con creces el riesgo de infección. Así que, con las precauciones adecuadas, disfrutar de un chapuzón es una excelente opción para este verano, ¿ya fuiste a nadar?

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Puede aparecer en cualquier momento, pero los hábitos aumentan la probabilidad de mantenerla lejos de nuestra vida.

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